El f¨²tbol se ajusta al signo de los tiempos
Los clubes espa?oles han elevado su pujanza gracias a la f¨®rmula de la televisi¨®n de pago
Hace alg¨²n tiempo se vendi¨® la idea en Espa?a de que la televisi¨®n acabar¨ªa con el f¨²tbol, apocal¨ªptica apreciaci¨®n que revelaba una mirada extraviada de la realidad. Por la misma ¨¦poca se dijo que las sociedades an¨®nimas supondr¨ªan un salto exponencial en la buena salud de los clubes, principalmente porque significar¨ªa colocar al f¨²tbol en el mercado. Es decir, su ubicaci¨®n como negocio.
Resultaba extra?o que los adversarios de la televisi¨®n como motor del f¨²tbol, defendieran el beneficioso papel de las sociedades an¨®nimas. Era extra?o por contradictorio y porque significaba un error espectacular de juicio. Si se defend¨ªa al f¨²tbol como negocio, no hab¨ªa otra posibilidad que conectarlo con el ¨²nico veh¨ªculo posible de promoci¨®n y ganancias: la televisi¨®n. De lo contrario, s¨®lo cabr¨ªa el estancamiento, una ruina paulatina y la conversi¨®n del campeonato espa?ol en un asunto de tercera clase frente a los pa¨ªses punteros de Europa.
Los hechos han confirmado que f¨²tbol y televisi¨®n son un matrimonio indisoluble. Frente a la postura de los apocal¨ªpticos de mesa camilla, no se conoce ning¨²n dato que haga pensar en una regresi¨®n. Todo lo contrario. La afluencia a los estadios ha aumentado en esta d¨¦cada, el inter¨¦s por el f¨²tbol se ha convertido en un fen¨®meno social y el potencial de nuestra Liga se ha multiplicado en el mercado mundial. Estrellas de todos los continentes han llegado a Espa?a para satisfacer la expectaci¨®n de los aficionados y para obtener un dinero impensable apenas hace cinco a?os.
Para los clubes la cuesti¨®n fundamental es mantener la capacidad de competir en el orden futbol¨ªstico mundial, o empobrecerse y acabar como un pa¨ªs subsidiario, simple productor de futbolistas para otras Ligas. La cuesti¨®n surge porque en las mejores Ligas de Europa el f¨²tbol considera a la televisi¨®n como un negocio, y viceversa. Y la ¨²nica forma de conseguirlo ha sido por medio de la televisi¨®n de pago, y m¨¢s recientemente de la teletaquilla.
Los clubes espa?oles acertaron a entender los nuevos tiempos, y emprendieron un camino que es irreversible en el mundo. Sin el f¨²tbol de pago, la competencia no s¨®lo ser¨ªa imposible con Italia, sino tambi¨¦n con Inglaterra, Alemania y Francia. En todos estos pa¨ªses se ha producido un salto espectacular en los ingresos de los clubes a trav¨¦s de los contratos con la televisi¨®n de pago. En Espa?a, tambi¨¦n, y en mejores condiciones que la competencia, al menos por ahora. Los clubes de Primera Divisi¨®n han pasado de cobrar 54.000 millones de pesetas por ocho a?os de contrato (terminado en 1998), a ingresar 40.000 millones por temporada a partir del presente campeonato.
Por lo tanto, se ha multiplicado casi por seis el dinero que reciben los equipos. Este impulso brutal se manifiesta principalmente en todo aquello que agrada al aficionado medio: la posibilidad de que m¨¢s clubes espa?oles entablen competencia entre ellos y con las grandes sociedades del f¨²tbol europeo. Quiz¨¢ por eso siete u ocho equipos se encuentran toda v¨ªa en condiciones de ganar la Liga. Y quiz¨¢ por ello el n¨²mero de equipos espa?oles en las competiciones europeas resulta esta temporada sea inusualmente alto. Sucede porque Espa?a se ha convertido en tierra de promisi¨®n para buena parte de los mejores jugadores del planeta.
No hay otra manera de contratar y mantener las fichas de Rivaldo, los De Boer, Mijatovic, Ra¨²l, Hierro, Juninho, Alfonso, Piojo L¨®pez o Julen Guerrero (por citar emblemas) que ajustarse al signo de los tiempos. En el resto del mundo se llama televisi¨®n de pago. En Espa?a, tambi¨¦n.
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