Una Uni¨®n cohesionada
Alemania se ha fijado un ambicios¨ªsimo programa para su ef¨ªmero semestre de Presidencia: convertir a la Uni¨®n Europea en sujeto pol¨ªtico. Joschka Fischer no s¨®lo se ha encorbatado; supo enviar este mensaje con estilo de estadista en su discurso ante el Parlamento Europeo. En el mismo escenario se desarrollaba simult¨¢neamente una esperp¨¦ntica batalla de censura a una Comisi¨®n en fin de mandato. De la misma sali¨® una Comisi¨®n ag¨®nica, mal augurio para una instituci¨®n cuya funci¨®n es servir de motor y mediador.Los diputados alemanes votaron casi en bloque la censura, lo cual indica que existen serios problemas en un pa¨ªs que desde 1948 convirti¨® la construcci¨®n europea en parte esencial de su identidad. Ahora que compartimos ciudadan¨ªa, moneda y destino, conviene debatir abiertamente estos problemas. En los ¨²ltimos a?os se ha producido un enrarecimiento progresivo del ambiente comunitario, manifiesto sobre todo en medios centroeuropeos.
Primero fue la campa?a sobre la incapacidad de los pa¨ªses del Club Med de entrar en la primera ola de la Uni¨®n Monetaria. La denominaci¨®n era m¨¢s simp¨¢tica que discriminatoria si se considera la pasi¨®n germ¨¢nica por Mallorca o Toscana. El mismo canciller Schr?der comenz¨® la Presidencia alemana en Marbella, un lugar cl¨¢sico club med.
A la hora de hacer balance, esta campa?a contribuy¨® a crear un fruct¨ªfero clima de emulaci¨®n. Se habl¨® m¨¢s de eso que de c¨®mo pagamos todos la unificaci¨®n alemana, con una subida de tipos de inter¨¦s que condicion¨® negativamente la coyuntura europea en la primera mitad de la d¨¦cada.
Poco a poco se han ido perdiendo las formas. Del discurso de la solidaridad y cohesi¨®n de Maastricht hemos pasado a la consagraci¨®n de la teor¨ªa de los saldos netos y el justo retorno.
Aunque es leg¨ªtimo aplicar el viejo proverbio alem¨¢n de que "quejarse forma parte del negocio" y es cierto que existe un problema alem¨¢n a la hora de contribuir (todos tenemos problemas en ese momento), ser¨ªa conveniente no seguir fomentando discursos ego¨ªstas y peyorativos para socios y conciudadanos. La democracia es, en gran medida, cuesti¨®n de buenas formas, incluso cuando se debate el tema central del presupuesto, que no es m¨¢s que la radiograf¨ªa detallada de los compromisos de una voluntad com¨²n.
El principal compromiso de la Presidencia alemana es conseguir cerrar el paquete presupuestario en el Consejo para el periodo 2000-2006 en un plazo r¨¦cord: la cumbre extraordinaria del 24-25 de marzo. Lograrlo ser¨ªa un ¨¦xito hist¨®rico. Los anteriores acuerdos necesitaron casi un a?o para madurar.
El primer paquete (1988-93) permiti¨® a la Comunidad superar su situaci¨®n de quiebra y culminar el programa del mercado interior, ayud¨® poderosamente a la integraci¨®n de los pa¨ªses ib¨¦ricos y dot¨® a la Comunidad de los medios necesarios para hacer frente a situaciones imprevistas como el fin de la guerra fr¨ªa. Gracias a su existencia se pudo integrar de la noche a la ma?ana a los l?nder del este de Alemania en la pol¨ªtica de Fondos Estructurales como segundo pa¨ªs receptor de los mismos.
El segundo acuerdo (1993-98) duplic¨® de nuevo los fondos estructurales en t¨¦rminos reales y cre¨® el Fondo de Cohesi¨®n para proyectos de redes transeuropeas, infraestructura y medioambientales en los pa¨ªses cuya renta media estaba por debajo del 90% de la comunitaria con objeto de favorecer su convergencia, no de cumplir la condici¨®n de entrar en la tercera fase.
En ambos casos, la l¨®gica fue fijarse unos objetivos ambiciosos de com¨²n acuerdo y poner los medios para lograrlos solidariamente.En el presente caso se ha actuado al rev¨¦s, al considerar como techo del presupuesto comunitario el 1,27% del PIB comunitario. Hasta ahora ha sido suficiente y parece que lo ser¨¢ entre quince, si crecemos m¨¢s, pero conviene recordar que estamos iniciando la Uni¨®n Monetaria, tenemos que hacer la Econ¨®mica y que la generaci¨®n de empleo es el segundo gran objetivo de la Presidencia. Para ello, Schr?der tiene que pasar de defender el "Standort Deutschland" a fortalecer el "Standort Europa", porque eso es lo que est¨¢ en juego. Volkswagen plantea su futuro con Seat y Skoda, el Airbus se hace en cuatro pa¨ªses.
De momento, tenemos un instrumento federativo monetario independiente, el Banco Central Europeo, pero a¨²n no disponemos de un protagonista que gestione la pol¨ªtica econ¨®mica y fiscal europea. Los art¨ªculos escritos al alim¨®n por Oskar Lanfontaine y D. Strauss-Khan son un paso adelante, pero la literatura no reemplaza a un gestor con medios. El desaf¨ªo es consolidar el euro, jugando adem¨¢s un papel como locomotora mundial, con un presupuesto del 1,27% del PIB junto a un d¨®lar con un presupuesto federal americano del 20% de su PIB, al tiempo que se crea empleo activamente. En estas condiciones, una interpretaci¨®n restrictiva del Pacto de Estabilidad puede ser letal. Un avi¨®n en la pista de estacionamiento de un aeropuerto goza de estabilidad total, el problema es que no cumple con su funci¨®n. Adem¨¢s, tanto los aviones como el presupuesto de EE UU tienen estabilizadores autom¨¢ticos, el presupuesto de la UE, no.
La posici¨®n de la Presidencia alemana es que la viabilidad futura y la legitimidad de la UE dependen de que se "comience a corregir ciertas injusticias en el reparto de las cargas...", se?alando expresamente el caso alem¨¢n. Con este planteamiento de ser juez y parte, se quiebra cada vez m¨¢s la tradici¨®n de considerar la Presidencia como instancia natural y mediadora. Hablar de una soluci¨®n equilibrada en estas condiciones es un buen deseo sobre el desenlace negociador, no una formulaci¨®n de criterios.
Es de suponer que tal afirmaci¨®n no acepta como base de trabajo el principio del justo retorno -"I want my money back"- de la se?ora Thatcher. Generalizar tal principio supondr¨ªa liquidar la comunidad, adem¨¢s de ignorar sus indudables dividendos. Desde hace 50 a?os, la paz; ahora, el disfrute del mercado interior, as¨ª como la capacidad de actuar en un mundo global. No obstante, de acuerdo con el criterio del saldo neto presupuestario, bastante tosco y miope por cierto, es innegable que el hecho de que pa¨ªses de mayor renta per c¨¢pita de la Comunidad sean receptores netos -caso de Dinamarca, Luxemburgo, B¨¦lgica, Francia, Italia y Gran Breta?a en el periodo 1991-97- no es muy equitativo. Ahora bien, fijarse tan s¨®lo en este criterio significa plantear un debate contable y una subasta a la baja, como ocurri¨® con las propuestas de la Presidencia austriaca. La base de la negociaci¨®n debe seguir siendo la propuesta de la Comisi¨®n. Si se persigue un m¨¢s justo reparto de la carga, se habr¨¢ de hacer desarrollando un sistema de ingresos europeos. Lo injusto no es tanto que un pa¨ªs pague m¨¢s que otro, sino que un obrero del Norte pague m¨¢s que un latifundista del Sur. Cuando compartimos ciudadan¨ªa y democracia debemos desarrollar el principio democr¨¢tico irrenunciable de que los impuestos deben ser votados por un Parlamento representativo.
Cuando la Presidencia alemana hace bandera de la armonizaci¨®n fiscal, est¨¢ tambi¨¦n planteando no s¨®lo una consecuencia ineluctable del mercado interior y la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria, sino una aplicaci¨®n del criterio de reparto equitativo de las cargas.
Sobre la reforma de la PAC, la predominancia de la pol¨ªtica de precios centrada en los productos continentales representa un esfuerzo global de solidaridad hacia los grandes productores, bien organizados en grupos de presi¨®n. Buena prueba de ello es que menos de un 20% de los agricultores percibe el 80% de las ayudas, y que los mayores fraudes se producen en este sector.
Se impone una reforma que vaya m¨¢s hacia las personas que las hect¨¢reas, por razones econ¨®micas, de asentamientos humanos y ecol¨®gicas, as¨ª como preparar la Ronda del Milenio de la OMC. El mejor m¨¦todo para reducir el gasto agr¨ªcola y hacerlo m¨¢s equitativo es aprobar e incluso endurecer los l¨ªmites a las ayudas directas, adem¨¢s de separar el coste de la ampliaci¨®n.
En lo que respecta a los fondos estructurales, el criterio de la concentraci¨®n para aumentar su impacto y su relaci¨®n con el empleo es correcto. Ser¨ªa conveniente completarlos con una regulaci¨®n homog¨¦nea que tuviera en cuenta las ayudas p¨²blicas que algunos Estados y l?nder conceden a sus empresas.
Al hablar de cohesi¨®n, conviene distinguir entre el principio y el Fondo del mismo nombre. La cohesi¨®n econ¨®mica y social aparece como principio general que inspira las pol¨ªticas comunitarias en el art¨ªculo B del Tratado de Maastricht. En este sentido, el mayor factor de cohesi¨®n es, sin duda, el euro, pero se pueden dar muchos ejemplos m¨¢s, como un reparto equitativo de los fondos del Programa Marco de Investigaci¨®n y Desarrollo.
En cuanto al Fondo en s¨ª, el Parlamento Europeo da el mismo sentido a la palabra cohesi¨®n que le da a la palabra "finanzausgleich" la Ley Fundamental de Bonn de 1948; equidad y solidaridad financieras territoriales.
Queda la ampliaci¨®n, desaf¨ªo con el que coincidimos todos por razones pol¨ªticas e hist¨®ricas, pero cuyo avance ha sido subordinado por la Presidencia alemana a un acuerdo exitoso en la Agenda 2000. El problema reside en que si no se deslindan las reformas necesarias y prosigue el chalaneo, se corre un serio peligro de convertir a estos pa¨ªses en chivos expiatorios de nuestros problemas en vez de socios potenciales.
La Presidencia alemana se ha autoemplazado a conseguir un acuerdo en un tiempo r¨¦cord. Hay que desearle suerte en tan herc¨²lea tarea; lograr un acuerdo presupuestario y restablecer un clima de di¨¢logo y trabajo conjunto como el que nos permiti¨® superar obst¨¢culos m¨¢s dif¨ªciles en el pasado. El objetivo es construir una UE m¨¢s cohesionada y protagonista, que a partir de la Uni¨®n Monetaria d¨¦ paso a la Europa Social y Pol¨ªtica, no a su desmantelamiento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.