Los gestores privados irrumpen en la escuela estatal brit¨¢nica a pesar de sus mejoras
Los centros se convertir¨¢n en empresas escolares para intentar elevar la calidad
Con un comentario punzante, Chris Woodhead, inspector jefe de las escuelas brit¨¢nicas, ha logrado transformar en mueca la media sonrisa que suelen dedicarle los sindicatos de profesores. "Educarse bien en un centro estatal sigue dependiendo del azar; lo mismo que la loter¨ªa", les ha dicho, arropado por su ¨²ltimo informe oficial. Antes incluso de que desvelara los nombres de los peores y mejores colegios p¨²blicos del Reino Unido, uno de ellos, el King"s Manor, hab¨ªa optado por confiar la gesti¨®n a una empresa privada. Le seguir¨¢n todos los que accedan a rendir parte de su independencia para evitar el cierre. El Gobierno laborista de Tony Blair apoya el experimento. Sus cr¨ªticos lamentan que el af¨¢n de lucro haya entrado en las aulas por la puerta grande. Woodhead lleva cinco a?os desempe?ando una de las labores m¨¢s ingratas de la ense?anza, ponerle nota a sus colegas. Consciente de los muchos enemigos que se ha forjado ya, esta vez ha servido las malas noticias en un envoltorio amable. "S¨®lo un 8% de las clases impartidas en los centros estatales pueden calificarse hoy de malas. En 1995, la mediocridad ascend¨ªa casi al 30%. Hemos mejorado mucho", dijo al presentar su evaluaci¨®n anual.Sin tiempo material para reaccionar, los sindicatos del ramo recibieron a continuaci¨®n el temido rapapolvo. "La educaci¨®n estatal sigue siendo poco fiable. Hay 15.000 profesores incompetentes, un 3% en primaria y un 5% en secundaria". Seg¨²n ¨¦l, los responsables del desastre son tres y sus culpas est¨¢n muy claras.
En primer lugar, los directores de las escuelas que ignoran lo que ocurre en las aulas. Para el inspector, s¨®lo merecen el calificativo de "incompetentes". Las autoridades locales de las que dependen dichas escuelas fallidas demuestran su incapacidad para garantizar la educaci¨®n de los menores de su demarcaci¨®n. En cuanto a los maestros, est¨¢n poco preparados, sobre todo en las zonas deprimidas. "Se ha hecho un gran esfuerzo, pero la brecha entre los centros buenos y los malos sigue siendo enorme", en palabras de Woodhead.
Para los padres, las consecuencias de todo ello son a veces tremendas. Aunque es ilegal, muchas familias hacen suya la direcci¨®n de un pariente o un amigo, que vive en un barrio m¨¢s elegante, para inscribir a los hijos en el centro adecuado. Cuando queda lejos son capaces hasta de mudarse. El resto est¨¢ a merced de la denominada "¨¢rea de influencia". En otras palabras, acaba llevando a la prole a la escuela del barrio, cualquiera que sea su reputaci¨®n.
La llamada de auxilio a los gestores privados trata precisamente de mejorar dichos centros, con una calidad docente muy por debajo de la media nacional. El King"s Manor, un instituto del condado de Surrey, estaba abocado al cierre cuando lleg¨® la salvaci¨®n. Tres empresas pujaron en la subasta organizada por las autoridades locales y gan¨® el brazo comercial de un instituto tecnol¨®gico.
Es la primera vez que la educaci¨®n estatal ser¨¢ gestionada por una firma que obtendr¨¢ con ello beneficios. Sus representantes han subrayado que todo ser¨¢ invertido en el colegio. Los sindicatos no lo creen. Doug McAvoy, secretario general de la Uni¨®n Nacional de Profesores, sostiene que los accionistas, y no los alumnos, se llenar¨¢n los bolsillos a la larga. "Es una pena que el dinero del contribuyente sirva para esto", ha lamentado.
El ensayo, sin embargo, cuenta con el apoyo directo del Gobierno laborista. El King"s Manor, con 900 alumnos, cerrar¨¢ en breve para abrir con otro nombre el pr¨®ximo a?o, con un programa centrado en la formaci¨®n profesional. Otras escuelas seguir¨¢n su ejemplo en breve animadas por el ministerio de Educaci¨®n, que niega cualquier intento de privatizaci¨®n de la ense?anza estatal.
Los sindicatos temen que la b¨²squeda de buenos resultados, y las ganancias que ello conlleva, sean obtenidas a costa de seleccionar al alumnado. Una criba fomentada por las tablas de excelencia, el control de calidad de la ense?anza p¨²blica rechazado por la mayor¨ªa de los profesores.
Introducida por el anterior Gobierno conservador, la lista de centros de primaria y secundaria aparece una vez al a?o en los diarios. En teor¨ªa, debe servir para ayudar a las familias a que escojan el lugar perfecto para sus hijos. Los laboristas han hecho suyo el ejercicio con algunos matices -se tiene en cuenta el esfuerzo realizado por los peor clasificados- pero a los docentes sigue sin gustarles. El propio Doug McAvoy lo califica de "desastre y origen de los experimentos posteriores".
En cambio, para las firmas dispuestas a gestionar las escuelas p¨²blicas fallidas, su irrupci¨®n en el despacho del director promete ser un ¨¦xito. "Dentro de cinco a?os habr¨¢ por lo menos 200 centros de esta clase en manos de gestores privados", ha vaticinado una de ellas, Nord Anglia Education, que no logr¨® hacerse con el King"s Manor. Deseosos de encontrar un buen colegio cerca de casa, los padres, al menos en Surrey, conf¨ªan en que los nuevos administradores transformen un lugar donde s¨®lo un 20% del alumnado lograba aprobar.
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