"S¨®lo pido los papeles que me prometieron"
A Hamed todav¨ªa le cuesta hablar en espa?ol. Con esfuerzo se hace entender porque est¨¢n en juego su supervivencia y la de sus dos mujeres y tres hijos, que le esperan en Mauritania. Lleg¨® a Espa?a hace tres a?os en busca de trabajo para dar de comer a su familia y, quiz¨¢, llevarla alg¨²n d¨ªa a Calella (Maresme), en donde trabaja sin los papeles en regla para los agricultores de la zona recogiendo patatas y cebollas. Su caso es sangrante. Incluso ha llegado al Defensor del Pueblo, que desde agosto estudia su expediente gracias a la ayuda que la organizaci¨®n CITE-CC OO ha prestado a este inmigrante mauritano. Los papeles que muestra Hamed dejan muy claro que la burocracia espa?ola se ha burlado de su estado de necesidad. Una primera carta fechada el 12 de enero de 1998 y enviada por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales le daba inicialmente una buena noticia: hab¨ªa sido uno de los 4.500 agraciados en el contingente de 1997 de autorizaciones de empleo para extranjeros no comunitarios. Para formalizar su deseo, la Direcci¨®n Provincial de Trabajo le enviaba un dardo envenenado: "Deber¨¢ iniciar el tr¨¢mite del visado en el consulado de Espa?a en Nouadhibo (Mauritania), aportando para su solicitud el pasaporte en vigor, certificado negativo de antecedentes penales, tres fotograf¨ªas de tama?o carnet y la oferta de trabajo sellada". Hamed lo ten¨ªa todo listo. Pidi¨® la ayuda de sus compatriotas de Calella, que le prestaron el dinero para costearse el viaje, de ida y vuelta, hasta el pa¨ªs africano. Una vez all¨ª los d¨ªas de espera se convirtieron en meses. Al final, tras mucha insistencia en el consulado de Nouadhibo, s¨®lo consigui¨® un visado de turista para regresar a Barcelona. La Subdelegaci¨®n del Gobierno ya ten¨ªa preparada su tarjeta de empleo, pero no se la dio porque su visado no era de trabajo. Ahora, desde el Defensor del Pueblo se asegura que ya se han tramitado dos requerimientos ante la Direcci¨®n General de Asuntos Jur¨ªdicos y Consulares del Ministerio de Asuntos Exteriores para que Hamed pueda normalizar definitivamente su residencia en Espa?a. El caso de este inmigrante mauritano podr¨ªa ser de mala suerte. Un error probablemente. Pero el hecho de que en la provincia de Barcelona, a fecha de hoy, cerca del 50% de los inmigrantes agraciados en el cupo del a?o pasado no haya pasado a recoger los deseados papeles de trabajo y residencia hace pensar que hay muchos m¨¢s errores de este tipo. En Tarragona el problema alcanza al 40% del contingente de 1998, concretamente a 115 de los 290 inmigrantes del cupo del a?o pasado. En Girona la cosa est¨¢ un poco mejor, y son s¨®lo 80 de los 511 inmigrantes con autorizaci¨®n de empleo los que no han recogido su tarjeta por falta de visado. En Lleida, el actual colapso de peticiones no les deja ni tiempo para contabilizar las tarjetas que cr¨ªan malvas en su oficina de extranjer¨ªa. La asociaci¨®n africana Moussa Molo confirma que el caso de Hamed es habitual en la zona del Maresme. Muchos inmigrantes se ven obligados a continuar como ilegales a pesar de que el Gobierno les hab¨ªa concedido inicialmente una autorizaci¨®n de trabajo de un a?o de duraci¨®n. Estos permisos empiezan a restar validez desde el momento en que se comunica al inmigrante que ya puede pasar a retirarlo. Hamed sigue recogiendo patatas y cebollas, pero no puede mostrar su rostro ante el objetivo del fot¨®grafo porque sigue siendo un sin papeles. ?l s¨®lo suplica una cosa: "Quiero los papeles que me prometieron".
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