2001 odisea de la joven cocina
Siempre que reflexionamos sobre el futuro de nuestros j¨®venes -en este caso de los noveles profesionales de la cocina- viene a la cabeza el t¨ªtulo del film de culto que con m¨¢s acierto ha abordado la evoluci¨®n de la humanidad y su proyecci¨®n futurista. Es la incombustible cinta de Stanley Kubrick 2001 Odisea del espacio. Manteniendo ese a?o como inicio del nuevo milenio podemos hablar tambi¨¦n de una aut¨¦ntica odisea aventurera de la joven cocina. Las dificultades que han tenido durante los ¨²ltimos tiempos los j¨®venes en general, y m¨¢s en concreto los galopines de cocina, derivadas del chaparr¨®n de la crisis econ¨®mica (aunque parece que escampa) y la falta de objetivos deben hacernos reflexionar sobre el impulso que se debe dar a estos nuevos profesionales. Ya no son s¨®lo el relevo generacional del futuro sino que muchos de ellos se han puesto al mando de la nave -algunos a¨²n bajo la tutela paterna-, y de momento son pocos los que han arrojado la toalla. Como muestra puede tomarse una nutrida cuadrilla de j¨®venes de nuestro entorno vasco-navarro que est¨¢n triunfando plenamente y de los que se ha hablado en estas p¨¢ginas hasta la saciedad: Gorka Txapartegui, Isaac Salaberr¨ªa, Elena Arzak, David de Jorge, Andoni Luis Aduriz, Bixente Arrieta, Mikel May¨¢n, Luis Mari Rodero, Aitor Elizegui, Javier Ayestar¨¢n, Jos¨¦ Miguel Olazabalaga, Alberto V¨¦lez, Roberto Ruiz, entre otros. Y tambi¨¦n de otros chavales osados que, emancip¨¢ndose de la tutela de consagrados restaurantes, se han lanzado recientemente a la piscina, bien asumiendo el negocio familiar o montando uno propio, de nuevo cu?o. As¨ª lo han hecho Ricardo P¨¦rez con el Txalgorri de Mungia; Jon Ugarte con el Palacio de Samaniego; Unai Fern¨¢ndez de Retana con el vitoriano El Clarete; Aitor Basabe, despu¨¦s de triunfar en el c¨¢ntabro San Roman de Escalante, con el caser¨ªo Gozko Etxe en Loiu; Juan Manuel Hurtado, que de la jefatura del encopetado Club N¨¢utico de Bilbao ha sentado sus reales en el Kabia de Zum¨¢rraga, y el jovenc¨ªsimo Karlos Ma?ero que, tras serios aprendizajes, a vuelto a casa como jefe en el familiar Asador (es algo mas que ese r¨®tulo) Borda de Etxarri Aranaz. Este impulso se puede producir de muchas maneras. Hay que dotar a esos j¨®venes de una formaci¨®n integral completa y facilitarles, adem¨¢s, los instrumentos materiales para su desarrollo profesional. Cobran gran importancia en tal sentido las machaconas campa?as que muchos de los cocineros vascos m¨¢s consagrados vienen realizando para que la cocina y la gastronom¨ªa sean conocidas en los estudios primarios e incluso sean asignaturas del bachiller. No creo que sea ninguna veleidad ni frivolidad esta reflexi¨®n. Afortunadamente, la cocina no es ya una carga exclusiva de la mujer en el hogar, sino que su incorporaci¨®n progresiva al trabajo retribuido reclama que todos tienen que arrimar el hombro en casa. Por otra parte, la historia de la humanidad corre pareja con el desarrollo y evoluci¨®n de la alimentaci¨®n y de su estadio cultural superior, que es la gastronom¨ªa. Y que, afortunadamente, ha dejado de ser un club exclusivo de los potentados. La gastronom¨ªa, tanto como reflexi¨®n como pr¨¢ctica, es un elemento distintivo de las sociedades cultas. Debemos ser prudentemente optimistas, porque los j¨®venes profesionales de hoy est¨¢n m¨¢s preparados que los que peinan canas. Una las virtudes de esos emergentes cocineros cultos, reflexivos, sanamente hedonistas, viajados, bien comidos y mejor le¨ªdos que los de nuestra ¨¦poca. T¨¦cnicos y a la vez espont¨¢neos, tan sencillos como exigentes, empezando por ellos mismos. Admiran y respetan a sus mayores, pero pretenden ser conocidos por s¨ª mismos. Un estilo de cocinero de nuevo estilo que se resume perfectamente en las palabras de Jean-Fran?ois Revel: "Aprenden para transformar y trasforman lo que aprenden aprendiendo". Algo complementario con lo expuesto es la necesidad de que comprendamos que as¨ª como la buena cocina y la salud empieza en los corrales, en la huerta o en el campo, los cocineros de buen gusto nacen, a¨²n antes de decidirse a serlo, en la educaci¨®n de su paladar desde su m¨¢s tierna infancia. Dicho de otro modo, no es f¨¢cil que exista un cocinero refinado y completo que no sepa disfrutar como comensal. Bien es cierto que la educaci¨®n del paladar es algo costoso. La gastronom¨ªa es un camino sin retorno: cuando pruebas lo bueno, ya no quieres lo regular. Cuando pruebas lo mejor, no te contentas con lo simplemente bueno. Otra dificultad a?adida en este camino de perfecci¨®n es el de la proverbial carencia de dinero de la juventud estudiantil, como se?alaba certeramente el gran escritor gallego Julio Camba: "La verdadera edad para comer es la que media entre los 15 y los 30 a?os, y desde los 40 para arriba hay que dar marcha atr¨¢s. Lo corriente es que uno pase la adolescencia y la juventud en alguna ciudad universitaria, sometido al r¨¦gimen patronil, y que empieza a comer, precisamente, cuando debiera empezar a ayunar". Y concluye el escritor gallego: "La edad de la comida no coincide casi nunca en el hombre con la edad del dinero".
Misi¨®n a Canad¨¢
Uno de nuestros j¨®venes cocineros con m¨¢s presente y futuro, si bien de los menos conocidos, Peru Almandoz, del Urepel donostiarra, ha representado recientemente a nuestra cocina en Canad¨¢. Con otro joven cocinero, Jorge Ganzarain, se desplaz¨® a Calgary, en el suroeste de Canad¨¢, concretamente al restaurante La Chaumi¨¨re. Su misi¨®n era contar y cantar las excelencias de nuestros vinos y productos, as¨ª como dejar buena muestra de la cocina vasca en una versi¨®n actual, muy personal, refinada y burguesa que tanto ha caracterizado al estilo Urepel. Es este un restaurante que, gracias al perfeccionismo de Tom¨¢s Almandoz -padre del ocasional embajador culinario-, ha basado su constante ¨¦xito en proporcionar siempre la m¨¢xima satisfacci¨®n a sus comensales. El joven Almandoz, respetuoso con esta singularidad familiar pero mostrando la cara mas innovadora y creativa que asoma t¨ªmidamente en las ofertas de casa donostiarra, cautiv¨® a la clientela canadiense que se dio cita en el banquete. Llev¨® un men¨² titulado Sky, Mountains and Sea (Mar, cielo y monta?a), cuyo contenido estaba pleno de gustosidad y delicadeza.. La cosa empez¨® con dos abrebocas singulares: la emblem¨¢tica Gilda, con pan frito en aceite al ajo y acompa?ada de un granizado de Bloody Mary; y una Cuchara de frutos de mar (mejill¨®n, vieira y langostino, salteado con verduritas) gratinado con un sabay¨®n y salsita de berros. Como primer plato: Crema ligera de lentejas, con foie, ma¨ªz crujiente y una generosa chorretada de aceite de oliva virgen. De segundo, una peculiar Escalivada con bacalao ahumado sobre una apasionante intxaursalsa salada con espectacular decoraci¨®n a base de cristales de caramelo y sal ahumada. A continuaci¨®n, tres croquetas (de hongos, marisco y jam¨®n de Jabugo) con sus correspondientes salsas y guarniciones. Espectaculares los Tacos de bacalao (escogidos con mimo por Casa Giraldo) al pil pil, con un sabroso guisado de bogavante. El carrusel continu¨® con Pato confitado casero deshilachado con pur¨¦ de patatas, trufa y flor de patatas chips y Chop de cordero al jugo de romero. Una buena muestra de quesos anticipaba una golosina marca del chef (que disfruta con los postres): una refrescante Sopa de frutos rojos junto a otra sopa de pera a la vainilla, y, en el centro, mousse de chocolate con la pirueta provocadora de unos churritos enanos.
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