Heterodeterminaci¨®n
En el teatro vasco de operaciones siguen arreciando los gestos ret¨®ricos, destinados a torcer la voluntad de los electores m¨¢s que a persuadirles, coaccion¨¢ndoles para que admitan la necesidad hist¨®rica de una independencia que no desean y en la que no creen. Y por desgracia, los nacionalistas totalitarios mantienen todav¨ªa la iniciativa pol¨ªtica, obligando a seguir su juego al resto de los actores. Para ello antes mataban, pero no lo hac¨ªan para cubrir objetivos militares, sino propagand¨ªsticos, ocupando con sus ekintzas todas las primeras planas. Pues bien, hoy contin¨²an con la misma estrategia aunque ya no les convenga matar, tras el fiasco que les supuso el sacrificio ante las c¨¢maras de Miguel ?ngel Blanco. De ah¨ª que sus actuales ekintzas sean relativamente incruentas, sin p¨¦rdida visible de eficacia ret¨®rica.Ahora se limitan a escenificar una pol¨ªtica de hechos consumados: Asamblea de Municipios, Josu Ternera a la Comisi¨®n de Derechos Humanos, cesi¨®n del Parlamento Vasco a la Asamblea kurda, etc¨¦tera. Y con esta espectacular huida hacia delante conf¨ªan lograr el desbordamiento de los contrarios. Ya lo han conseguido con el PNV, cuya opci¨®n por el independentismo, que hasta aqu¨ª parec¨ªa s¨®lo ret¨®rica, se est¨¢ convirtiendo en pr¨¢cticamente irreversible. Pero todav¨ªa queda por saber si este dram¨¢tico pulso que un pu?ado de aventureros est¨¢ echando al resto de la sociedad lograr¨¢ que socialistas y populares se retiren del campo, cedi¨¦ndoles el control moral de la comunidad vasca.
Es preciso reaccionar, y hacerlo con sus mismas armas. Hasta aqu¨ª no se pod¨ªa hacer, pues matar a los asesinos es no s¨®lo un error contraproducente (v¨¦anse las secuelas del GAL), sino algo peor todav¨ªa: un crimen inadmisible. Pero ahora s¨ª puede hacerse. Como las ekintzas que hoy esgrimen son exclusivamente ret¨®ricas, ya se puede combatirlas con id¨¦nticas armas. As¨ª que nada de acobardarse. Hay que responder frente a frente a todos y cada uno de sus desaf¨ªos, sin dejarse impresionar por los melodram¨¢ticos efectos especiales que tan eficazmente dise?a su aparato de agitaci¨®n y propaganda. Es el caso de la cuesti¨®n kurda. La trampa est¨¢ bien buscada, pues, habiendo consenso internacional sobre el derecho a la autodeterminaci¨®n que asiste al pueblo kurdo, basta con establecer una evidente asociaci¨®n de ideas entre el irredentismo vasco y el kurdo. La falacia se puede desmontar racionalmente, pero de bien poco sirve, pues la fuerza del argumento reside en un s¨ªmil metaf¨®rico que es invulnerable al an¨¢lisis l¨®gico. Por lo tanto, hay que contestar con otras met¨¢foras equivalentes, pero de signo contrario. Por ejemplo, aprovechar el gesto kurdo para sugerir que el PNV no sabr¨ªa ser independiente.
El que a los nacionalistas vascos se les haya ocurrido ceder la sede de su soberan¨ªa nacional a un grupo como el PKK demuestra que carecen de sentido del Estado, por lo que no son dignos de adquirir una independencia que no se merecen. Y con ello me refiero no s¨®lo a que no sabr¨ªan defender con propiedad la llamada raz¨®n de Estado, sino a otra cosa mucho peor, como es la incapacidad que demuestran para defender el Estado de derecho. ?ste es mi peor temor, pues los ciudadanos vascos no se merecen caer bajo la tutela de un Gobierno incapaz de evitar su sometimiento al dominio antidemocr¨¢tico del MLNV, contumaz violador sistem¨¢tico, como el PKK, de los derechos humanos.
?sta es la mejor raz¨®n para resistir a la secesi¨®n vasca. Dado que no es posible oponerse a ella en nombre de la unidad espa?ola, porque resultar¨ªa una falacia antidemocr¨¢tica, es preciso recurrir a mejores argumentos. Y ninguno tan convincente como ¨¦ste: el triunfo de la autodeterminaci¨®n encubrir¨ªa una heterodeterminaci¨®n, entendi¨¦ndose por ello la inadmisible reconversi¨®n de ciudadanos soberanos, como ahora son los vascos en tanto que miembros igualitarios de un Estado democr¨¢tico de derecho, a la condici¨®n se s¨²bditos sometidos a un r¨¦gimen desp¨®tico, autoritario y excluyente. Pues la disyuntiva real no se da entre espa?olismo y vasquismo, sino entre libertad y sujeci¨®n.
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