Jos¨¦ Ignacio Berroeta
La natural aversi¨®n a la popularidad que manifiesta el mundo financiero o bancario (estruendosas excepciones aparte) es s¨®lo comparable al disfrute personal del aire libre. Jos¨¦ Ignacio Berroeta (Bilbao, 59 a?os), presidente de la Bilbao Bizkaia Kutxa (BBK) combate el s¨ªndrome del despacho en el Muelle de Arriluce, entre la algarab¨ªa de los paseantes cotidianos, o en el monte, en la soledad de los andarines ensimismados. Es un rasgo com¨²n que comparte con sus hom¨®logos y no el ¨²nico. El esp¨ªritu familiar define la vocaci¨®n de un profesional al que el com¨²n de los mortales le adjudicar¨ªa una dedicaci¨®n exclusiva al trabajo, de jornadas interminables que no admiten el descanso y dificultan el encuentro con los suyos (est¨¢ casado y tiene cuatro hijos). Hay quien piensa que la magia de las finanzas entrena suficientemente para descubrir el misterio de los d¨ªas laborables y contravenir la medida natural del tiempo. Hay quien piensa, por el contrario, que el trabajo reclama m¨¢s trabajo para hacer un hueco al tiempo libre. En cualquier caso, la adversidad no parece ser el problema. Jos¨¦ Ignacio Berroeta se ha curtido en la dificultad. Tras su experiencia en la industria (Fabrelec, General El¨¦ctrica Espa?ola), conoci¨® la banca en su circunstancia m¨¢s exigente, desde el Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos. Hombre muy ligado al antiguo Banco de Vizcaya y a su presidente Pedro de Toledo, le toc¨® el cuarto de m¨¢quinas de la reflotaci¨®n de bancos y entidades, una especie de cirug¨ªa financiera que exige tanta sabidur¨ªa como tacto en un mundo habituado a los cuidados intensivos de la actividad. Cuando Jos¨¦ Ignacio Berroeta lleg¨® a la presidencia de la BBK en 1990 (tras la fusi¨®n de la Caja de Ahorros Municipal y la Caja de Ahorros Vizca¨ªna) aportaba un curr¨ªculo profesional marcado a mitades por su procedencia industrial y bancaria. Aunque si de or¨ªgenes se trata, conviene no olvidar que fue Presidente de Caritas en Vizcaya. Tiene su perfil un dibujo que pudiera ubicarse en el cristianismo social muy propio de su ¨¦poca. Seg¨²n sus colaboradores, esta influencia se manifiesta en la duplicaci¨®n, durante su mandato, de los recursos destinados a obras sociales. Y luego est¨¢ la m¨²sica en esa confluencia habitual entre la l¨ªrica y las matem¨¢ticas financieras. Berroeta prefiere degustar la ¨®pera en particular y la l¨ªrica en general, cuando el refugio humano tiene algo m¨¢s de interior que el aire libre. Es la afici¨®n m¨¢s conocida de este profesional que mantiene un estilo cl¨¢sico del industrial bilba¨ªno que predomina en el paisaje interior. Independiente pol¨ªticamente, pragm¨¢tico sobre todo, con esa visi¨®n de pa¨ªs en la que prevalece el raciocinio sobre lo espiritual, se ha visto inmerso en la actualidad informativa por sus manifestaciones sobre la fusi¨®n r¨¢pida de las cajas vascas. Berroeta lo ha hecho escuetamente, con una apariencia t¨¦cnica aunque se trata de un debate en el que conviven muchas sensibilidades. Como no pod¨ªa ser menos, la vor¨¢gine de este pa¨ªs ha producido un primer sainete un tanto chusco, sobre el solar provincial que debe acoger la futura nueva caja. No cabe duda que por cartesiano que sea el debate, el pa¨ªs tiende a lo excesivo, hasta el punto de convertir el consenso geogr¨¢fico (asunto nada balad¨ª en este tiempo y en este lugar) en raz¨®n prioritaria. Economista de Sarriko A Jos¨¦ Ignacio Berroeta le gusta decir que es economista de Sarriko, una heterodoxia que comienza a ser cotidiana en el perfil del pa¨ªs. Licenciado en la universidad p¨²blica, comparte t¨ªtulo con su esposa (dedicada a las labores pedag¨®gicas en la materia) y con su presencia en el Consejo Social de la Universidad de Deusto. Un cierto eslab¨®n entre lo tradicional y lo novedoso, que inscribe nuevas p¨¢ginas en la historia de los personajes del Pa¨ªs Vasco. Un economista que proviene del mundo universitario p¨²blico, curtido en el mundo privado y que gestiona una entidad p¨²blica que forma parte del clima social. Un nuevo consenso entre las distintas realidades del pa¨ªs traducidas en la astucia y la sutileza de la que sus colaboradores dan cuenta. El viejo estilo local, m¨¢s habituado al sirimiri que al chaparr¨®n ha encontrado tambi¨¦n, desde hace tiempo una afici¨®n particular: el cultivo de una peque?a huerta donde se siembra trabajo y se recolecta relajo. En el fondo as¨ª empez¨® todo.
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