"Ser chivato es la forma de vida m¨¢s baja"
La protesta contra Elia Kazan la lidera Bernard Gordon, guionista, que despu¨¦s de ingresar en la "lista negra" escap¨® de la Am¨¦rica de McCarthy para establecerse profesionalmente en la Espa?a de Franco durante unos a?os. La iron¨ªa no le pas¨® por alto a este veterano miembro de la Academia que nunca supo qui¨¦n le delat¨® ante el HUAC, y que hoy vive jubilado en Los ?ngeles.Pregunta. ?Le sorprende la repercusi¨®n de su protesta?
Respuesta. Queremos que todo el mundo sepa que a mucha gente en Am¨¦rica no les gusta que se premie a una persona que contribuy¨® de forma tan importante a la era McCarthy, una era de estado policial en este pa¨ªs, durante la cual se suspendieron los derechos de expresi¨®n y asociaci¨®n, se castig¨® y encarcel¨®, se arruin¨® la vida y el trabajo a gente que no hab¨ªa cometido ning¨²n crimen. No ha sido la primera ni la ¨²ltima vez que se han violado esos derechos. Elia Kazan colabor¨® voluntariamente con el HUAC, nombrando a amigos y colaboradores a quienes destruy¨® la vida. No me parece mal que criticara al comunismo si no le gustaba, pero s¨ª que intentara justificar lo que hizo con un anuncio en la prensa al d¨ªa siguiente de testificar. Nunca se ha arrepentido.
P. ?No es hora de cerrar la herida, despu¨¦s de medio siglo?
R. Hay gente que cree que ya no importa. Yo digo una cosa: un crimen prescribe al t¨¦rmino de unos cuantos a?os. Pero Kazan no cometi¨® un crimen, sino un pecado, y el pecado del informante es muy grave en muchas religiones. Para m¨ª, ser un chivato es la forma de vida m¨¢s baja. Adem¨¢s los efectos de la HUAC no se notaron s¨®lo en Hollywood sino tambi¨¦n en el mundo acad¨¦mico, el sindicalismo, el periodismo. Y siguen hoy d¨ªa.
P. ?Fue el testimonio de Kazan m¨¢s da?ino que el de otros?
R. Por supuesto. ?l estaba en la mejor posici¨®n estrat¨¦gica para haber roto la lista negra y descarrilar el HUAC. Era alguien tan importante que no necesitaba testificar para proteger su trabajo y su prestigio. Si ¨¦l se hubiera negado a testificar, muchos otros se habr¨ªan puesto de su lado y la lista no habr¨ªa continuado. Pero ¨¦l desequilibr¨® la balanza del lado de McCarthy, en vez de seguir el ejemplo de alguien como Arthur Miller, que se gui¨® por sus principios y se neg¨® a colaborar.
P. ?Ve paralelismos entre McCarthy y Kenneth Starr, el fiscal acusador de Clinton?
R. Lo que ha ocurrido con el acoso de Clinton ha sido lamentable, una persecuci¨®n y demonizaci¨®n de la izquierda y de la gente que no simpatiza con la extrema derecha religiosa. Pero es s¨®lo una parte de lo que ocurre en este pa¨ªs con la brutalidad policial y el miedo que sigue teniendo la gente a pronunciarse sin tapujos.
P. ?Las generaciones m¨¢s j¨®venes de Hollywood respaldan su protesta?
R. Habr¨¢ cientos de personas con pancartas en el Dorothy Chandler Pavilion, y estamos intentando que mucha m¨¢s gente se sume a la protesta, pero muchos tienen miedo, no quieren enfrentarse a los estudios. En ese sentido, sigue existiendo una cierta atm¨®sfera de miedo, lo cual justifica mucho m¨¢s nuestra protesta. Mucha gente nos apoya, pero bajo cuerda, con donaciones o muestras de respaldo a condici¨®n de que no usemos su nombre.
P. ?C¨®mo le pusieron a usted en la lista negra y qu¨¦ hizo entonces?
R. Mi caso fue inusual, y hoy d¨ªa a¨²n no s¨¦ qui¨¦n me denunci¨®. Yo era un activista sindical en Hollywood, en el Sindicato de Analistas de Guiones. Alguien que sab¨ªa que yo era simpatizante de ideas de izquierda dio mi nombre al Comit¨¦. En el a?o 1952, yo estaba escribiendo uno de mis primeros guiones para la Warner Brothers. El jefe de seguridad me llam¨® un d¨ªa a una reuni¨®n con el productor y me dijeron: "Bernie, tienes toda una carrera por delante, una familia a la que mantener, y deber¨ªas cooperar. Si lo haces, aclararemos todo este l¨ªo". Quer¨ªan que fuera lo que llamaban un "testigo cooperante". Yo les dije que no, y entonces me despidieron. Tuve varios trabajos durante un periodo en el que no pude escribir, hasta que alg¨²n productor me pidi¨® algunos guiones, escritos con seud¨®nimo por muy poco dinero. Finalmente, consegu¨ª un trabajo en Espa?a, escribiendo 55 d¨ªas en Pek¨ªn para los estudios Samuel Bronston, y tambi¨¦n la primera versi¨®n de La delgada l¨ªnea roja. En Espa?a, la gente tampoco pod¨ªa hablar contra Franco por miedo a ir a la c¨¢rcel. No era la situaci¨®n pol¨ªtica que m¨¢s me gustaba, pero todo pas¨® por una serie de accidentes, y acab¨¦ trabajando cuatro o cinco a?os entre Par¨ªs y Madrid. Despu¨¦s de que Bronston se hundiera con La ca¨ªda del imperio romano regres¨¦ a EE UU. Luego socios en Espa?a me volvieron a llamar para dirigir un peque?o estudio, que se llam¨® Madrid 70, con el que hicimos P¨¢nico en el Transiberiano y algunos westerns.
Babelia
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