Deriva europea
DOS MESES despu¨¦s del ¨¦xito del lanzamiento de un gran proyecto hist¨®rico, el euro, y como si ¨¦ste hubiera contribuido poco a cambiar las mentalidades, la Uni¨®n Europea navega sin rumbo definido, desgarrada por intereses divergentes, nacionales o simplemente pol¨ªticos. Una situaci¨®n que en el terreno agr¨ªcola provoca una gran inquietud, como lo puso ayer de manifiesto la concentraci¨®n de decenas de miles de agricultores en Madrid. Es necesario que la UE retome la unidad si no quiere que algunos de sus logros m¨¢s importantes, incluida la moneda ¨²nica, sufran las consecuencias. Condici¨®n indispensable es que los Quince no demoren mucho m¨¢s un acuerdo, posible en Berl¨ªn el 25 de marzo, sobre la reforma de la pol¨ªtica agr¨ªcola y el marco presupuestario de la UE para los pr¨®ximos a?os, la llamada Agenda 2000, de forma que no haya ning¨²n claro ganador y cada uno acepte una parte de sacrificio.La Agenda 2000 se present¨® no s¨®lo como la necesidad de aprobar el marco financiero de la UE para los a?os 2000 a 2006, sino para preparar a la UE para su ampliaci¨®n. Esta tarea hist¨®rica, de momento, queda aplazada. Y lo que ahora se discute no deja de ser una serie de parches para responder al deseo de Alemania de reducir su contribuci¨®n a las arcas comunitarias. A la vez, Francia no quiere perder en el terreno agr¨ªcola el desaf¨ªo lanzado por Alemania. El eje franco-alem¨¢n no es suficiente para el buen funcionamiento de la UE, pero es necesario. Schr?der, que ocupa este semestre la presidencia del Consejo Europeo, intenta este fin de semana recomponer los pactos dando marcha atr¨¢s en su pretensi¨®n de que los Estados paguen una parte de la pol¨ªtica agr¨ªcola, aunque a costa de unos salvajes recortes. No se puede partir de nuevo de cero, ignorando lo duramente conseguido por Espa?a y otros pa¨ªses en materia de cuota l¨¢ctea, cereales, carne de vacuno y vino. Ten¨ªa raz¨®n la ministra Loyola de Palacio cuando el viernes dec¨ªa que lo que se da no se quita.
La otra gran prioridad espa?ola es mantener, o incluso incrementar, el Fondo de Cohesi¨®n, pues la riqueza de los espa?oles est¨¢ a¨²n lejos de la media comunitaria; ser¨ªa no s¨®lo injusto, sino contraproducente retirarle a Espa?a ese instrumento cuando ha hecho bien sus deberes para llegar al euro, y permite que de ¨¦l se beneficien Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco. Pero la raz¨®n de fondo es pol¨ªtica: Aznar no puede perder lo que logr¨® su predecesor en el Gobierno.
La propuesta de Aznar de crear un nuevo fondo de compensaci¨®n para Alemania -pues de eso se trata realmente- puede parecer imaginativa: le proporcionar¨ªa m¨¢s de 1.300 millones de euros a Alemania seg¨²n la ¨²ltima versi¨®n, es decir, m¨¢s de lo que piden los moderados, aunque menos del 20% de reducci¨®n en la contribuci¨®n neta que reclaman los maximalistas. Sin embargo, ha sido mal recibida por el Gobierno de Schr?der: no s¨®lo porque no quiere sentirse comprado por Espa?a, sino porque esta f¨®rmula mermar¨ªa su legitimidad para reclamar una racionalizaci¨®n a la baja de las cuentas comunitarias. Si estas negociaciones producen una sensaci¨®n de crisis, otras tensiones alimentan el actual malestar, empezando por los problemas de una econom¨ªa alemana que no acaba de arrancar y que presiona al Banco Central Europeo para que baje unos tipos de inter¨¦s situados en un 3% cuando la inflaci¨®n en la zona euro no llega al 1%. El problema ya no es de inflaci¨®n, sino de deflaci¨®n. Y la debilidad del euro refleja desconfianza hacia el futuro.
Al desgarro europeo tambi¨¦n contribuye la devaluaci¨®n pol¨ªtica de una Comisi¨®n Europea incapaz de cumplir su funci¨®n catalizadora, enfrascada en una s¨®rdida batalla interna y frente a un Parlamento Europeo inmerso en la precampa?a de las elecciones para su renovaci¨®n el 13 de junio. Si tras la presentaci¨®n, el 15 de marzo, del informe del grupo de expertos sobre la mala gesti¨®n de fondos o el nepotismo por parte de algunos comisarios, se ha de producir alguna dimisi¨®n que rompa el car¨¢cter colegiado de la Comisi¨®n, su presidente, Jacques Santer, ahora ins¨®litamente insolidario, no deber¨ªa obviar su propia responsabilidad pol¨ªtica.
En este contexto, la superficial unidad del Partido de los Socialistas Europeos (PSE) en su congreso de Mil¨¢n contrasta con las tensiones a¨²n recientes del Consejo Europeo de Petersberg, en el que se sentaron 11 jefes de Gobierno pertenecientes a la familia socialista, hoy dominante en la UE. Y es que los socialistas comienzan a sentirse presionados para que esta Europa rosa produzca alg¨²n resultado en t¨¦rminos de empleo que trascienda la suma de pol¨ªticas nacionales. Pero, por detr¨¢s de estas coincidencias ideol¨®gicas, las divergencias internas son a¨²n muy grandes. Y, si se aceptan recortes, habr¨¢ que aceptar que la UE no podr¨¢ hacer m¨¢s cosas con menos dinero. Es la gran contradicci¨®n.
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