Marchando bajo la nieve
Cada a?o se repite el mismo viaje inici¨¢tico hacia el coraz¨®n espiritual de Navarra. Decenas de miles de personas caminan a pie, en bicicleta, en patines e incluso a caballo hasta el Castillo de Javier. No importa el tiempo que haga. Ayer, concretamente, nevaba. La mayor¨ªa cubre en una dura jornada los m¨¢s de cincuenta kil¨®metros que separan Pamplona de la ciudad de Sang¨¹esa, en una riada humana que inunda los arcenes de la carretera nacional 240, ante los casi siempre sorprendidos ojos de los automovilistas de paso hacia el Pirineo. A la madrugada siguiente el gent¨ªo camina agrupado los ¨²ltimos ocho kil¨®metros, en un v¨ªa crucis que acaba en la cuna del santo, pionero de la Compa?¨ªa de Jes¨²s, disc¨ªpulo de Ignacio de Loyola y patr¨®n universal de las misiones y de la pelota vasca, juego que practic¨® con gran destreza. Otros peregrinos de la Ribera llegan a caminar m¨¢s de cien kil¨®metros. Con el paso de los a?os, las populares Javieradas se han convertido en una de las citas de identificaci¨®n social y religiosa m¨¢s importante de Navarra. Religiosidad, camarader¨ªa, deporte, y diversi¨®n conviven en esta larga romer¨ªa que re¨²ne como media a 50.000 personas en dos fines de semana consecutivos. La peregrinaci¨®n al castillo del patrono de la Comunidad Foral, nacido en 1506, es relativamente moderna. Se hizo por primera vez el 4 de marzo de 1886, en acci¨®n de gracias por haber librado a Pamplona de una epidemia de c¨®lera. Sin embargo, cuando las Javieradas adquirieron verdaderamente su fuerza y su car¨¢cter anual fue a partir de 1940, de la mano de un grupo de ex combatientes adscritos a la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, que poco despu¨¦s cedi¨® el testigo organizativo a la Acci¨®n Cat¨®lica. Toda una paradoja ver a quienes acababan de combatir junto a Franco peregrinar al castillo de un santo que habl¨® euskera desde la cuna y cuya familia combati¨® activamente a los castellanos para impedir la conquista de Navarra. Con todo, a?o tras a?o la caminata fue a m¨¢s en participaci¨®n y a menos en intensidad religiosa. Hoy agrupa a un colectivo plural que igual cubre a pie lamarcha cargando cruces de todos los tama?os que camina con radiocasetes de m¨²sica atronadora, disfrutando de una excursi¨®n vigilada por seiscientas personas, entre asistencias sanitarias y polic¨ªas de todo tipo. El soci¨®logo de la Universidad P¨²blica de Navarra Josetxo Beriain, en su ensayo La identidad colectiva, vascos y navarros, se?ala que en la Javierada "se pone de manifiesto una cualidad relacional de comunicaci¨®n no racional, existencial, basada en la fe". Beriain considera que esa comunidad de sentimiento no est¨¢ unida en torno a elementos primordiales como la sangre, o la lengua, o la raza, sino "en torno a un sistema de creencias socialmente construido como relevante". Hasta 1994 hubo una marcha masculina y otra femenina bien diferenciadas. El motivo era que se caminaba a pie los s¨¢bados para pernoctar en m¨²ltiples recintos religiosos o civiles de Sang¨¹esa y cubrir los ¨²ltimos kil¨®metros hasta Javier a la madrugada siguiente. Pero las noches, sobre todo las correspondientes a la Javierada femenina, se convirtieron en la expresi¨®n de una larga juerga con f¨¢cil coartada para miles de adolescentes, muchos de los cuales pasaban su primera noche fuera de casa. Los bares y discotecas abr¨ªan sus puertas y el car¨¢cter penitencial de la caminata se perd¨ªa en el proceloso mundo del alcohol y la adolescencia. Para atajarlo, el Arzobispado decidi¨® eliminar el car¨¢cter sexista de las marchas y de paso acortar la segunda, que por costumbre congrega a muchas m¨¢s chicas, para culminar la marcha el mismo s¨¢bado.
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