"Este chaval es una bomba"
Yago hace su entrada en el atletismo de mano de su padre; como todos los ni?os, su cross, sus vallas, sus lanzamientos y longitud, por supuesto. Tuve el privilegio de conocerle en una competici¨®n escolar donde uno de mis atletas, ??igo Rubio, (7,68), dijo: "Juanjo, ?has visto ese chavalete? Va a ser la bomba, esperemos que no se pierda". No s¨®lo no se perdi¨®, sigui¨® en su progresi¨®n que ya desde ni?o fue desproporcionada. Su padre contact¨® conmigo para que le entrenase (he de decir que fui reacio no por el talento, sino por lo duro que ser¨ªa para un ni?o venir de Avil¨¦s a Oviedo a las pistas, 30 kil¨®metros, estudiar..: acabar¨ªa por cansarse. La insistencia del padre fue decisiva.As¨ª comenz¨® nuestra andadura a?os atr¨¢s, donde ??igo Rubio, ?ngel Azpeitia y Yago, entre otros, nos ayud¨¢bamos en el noble arte de entrenar y competir en salto de longitud. Fue admirable c¨®mo su pap¨¢ cumpli¨® lo prometido tray¨¦ndolo d¨ªa tras d¨ªa, semana tras semana, y admirable c¨®mo el chavalete ense?aba sus armas al resto del grupo. Mi sorpresa fue la rapid¨ªsima adaptaci¨®n al entrenamiento. Su capacidad de aprendizaje, sus deseos de triunfo y su sencillez. "A ver, Yago, el rastrillo, trae las vallas, saca las pesas". Era el peque del grupo. Un peque que comienza a batir r¨¦cords. Un mozalbete que no se amilan¨® jam¨¢s ante ning¨²n competidor fuese quien fuese. Su andadura en competiciones es pareja a la intensidad y dureza del entrenamiento. El sue?o de ser el mejor le conduce a una universidad americana donde no alcanza el dorado sue?o. ?Entrenamiento inadecuado? ?Competencia exagerada? ?Lesiones no curadas? ?Rendimientos sin contemplaci¨®n del hombre? No s¨¦. El caso es que al regreso de Am¨¦rica parec¨ªa otro hombre. "Tienes que recomponerme", me dijo. Y se recompuso. Saltamos 7,87, volvi¨® a las Am¨¦ricas en busca de esa fortuna perdida y reapareci¨® a los dos meses. Fue otro gran paso que indica que Yago no tiene barreras. Papeles, cambio de universidad a Gij¨®n, gran trabajo de C¨¦sar de Centi (otro gran saltador), de Cechini, director de Deportes de la Universidad de Oviedo, y Yago de nuevo, lesionado, fatal. Con su tes¨®n, mi ayuda, la del grupo, d¨ªa a d¨ªa, el mal trago se va olvidando y los Europeos le devuelven el ¨¢nimo perdido.
Esta temporada, su fuerza mental aumenta considerablemente. Corgos, el hombre a batir. Curar el pie que en cada salto se inflamaba. El doctor Miguel del Valle, director de la Escuela de Medicina del Deporte de la Universidad de Oviedo, la m¨¦dico deportivo Blanca, curan el pie m¨¢gicamente. Lo que a m¨ª me corresponde: test de balances musculares, de fuerza, de velocidad, acciones t¨¦cnicas y conseguir en el d¨ªa a d¨ªa que estos objetivos se cumpliesen para atacar al legendario r¨¦cord de Corgos (nuestro objetivo de 1999, saltar 8,30).
En estas navidades, en el CAR de Barcelona, L¨¢zaro Bethancourt (campe¨®n mundial de triple salto) me dijo: "Juanjo, este chaval es una bomba". Corgos, al saludarlo, me dijo: "Acabo de sentir c¨®mo me arrebataba el r¨¦cord y lo va a hacer por mucho". Corgos lo supo en un apret¨®n de manos. Ram¨®n Cid, responsable nacional de saltos, qued¨® boquiabierto cuando le vio levantar 200 kilos en cuclillas como si se tratase de una mochila.
?Joder con los n¨²meros! Lo m¨ªo, lo de Yago, es entrenar con m¨¦todo, con fe, con ilusi¨®n. Despu¨¦s, competir y llenar la cajita para guardar r¨¦cords que le regalo a mi mujer. Pero jam¨¢s pensamos esta vor¨¢gine. Nuestra ¨²ltima charla por tel¨¦fono. "Est¨¢s m¨¢s fuerte que nunca, Yago". "Est¨¢s m¨¢s r¨¢pido". "Tienes unos padres geniales, eres asturiano, eres de Avil¨¦s, tienes una caja m¨¢gica y yo soy tu entrenador, ?qu¨¦ m¨¢s necesitas?" "Nada, t¨ªo, lo tengo todo", contesta. "Voy a ir a por ellos, adi¨®s, Juanjo". "Duro con ellos, Yago, no les permitas ni un cent¨ªmetro".
Juanjo Azpeitia es el entrenador de Yago Lamela.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.