Sabor a ciegas
No es una cata convencional para profesionales. En ese caso, a ellos no les permitir¨ªan saber de qu¨¦ marca son los vinos que deben degustar. Los protagonistas, obviando al vino claro est¨¢, son Cristino, Eusebio, Jorge, Jos¨¦ Ram¨®n y media docena de acompa?antes. Es la primera vez que alguien organiza un curso de cata para invidentes. Y ellos lo son. El empe?o de Peio Garc¨ªa Amiano y tantos otros apasionados de la gastronom¨ªa del barrio donostiarra de Intxaurrondo por contagiar a los que no son tan avezados como ellos la pasi¨®n por los entresijos de la buena mesa se est¨¢ plasmando estos d¨ªas en la reci¨¦n inaugurada sede de la Casa de la Gastronom¨ªa de Euskal Herria, un tanto destartalada a¨²n. La experiencia es curiosa. No s¨®lo para los asociados a la ONCE. Tambi¨¦n para el sumiller Jos¨¦ Manuel Hern¨¢ndez, dedicado en cuerpo y alma a aconsejar qu¨¦ vino debe servirse en un restaurante del prestigio de Arzak. Estaba encantado al concluir la primera sesi¨®n. "Ha sido toda una sorpresa para m¨ª comprobar c¨®mo entienden de vino. No en vano tienen el gusto mucho m¨¢s desarrollado que nosotros". Entre pecho y espalda, los asistentes se hab¨ªan atizado 10 botellas de vino blanco. De todas las clases. Desde el Chivite Colecci¨®n 125, uno de los mejores vinos de toda Europa, hasta un alem¨¢n con olor a brea aunque dulz¨®n de gusto, pasando por un arom¨¢tico Rueda, el afrutado Sonsierra riojano o los Muga, Torres y Somontano. Fue s¨®lo el comienzo, porque ayer continuaron con la cata de vinos j¨®venes y rosados. Una sesi¨®n a la que no pudo acudir uno de los invidentes participantes, Jos¨¦ Ram¨®n Arag¨®n, aunque tampoco le import¨® mucho, seg¨²n reconoc¨ªa a sus amigos, porque no es muy partidario del clarete. A las que seguro que asiste es a las de hoy y ma?ana, en las que todos podr¨¢n apreciar las propiedades de los grandes vinos tintos, los reservas, y el cava. Parec¨ªan unos profesionales. Derramado el l¨ªquido sobre la copa, hasta cubrirla en apenas un tercio, los invidentes la tomaban tal y como les hab¨ªa explicado el cr¨ªtico gastron¨®mico Peio Garc¨ªa Amiano: desde la base. Para poder agitar el vino y extraer los aromas. Manos a la obra. A alguien le recordaba el sabor de los esp¨¢rragos. Otros, m¨¢s atinados, coincid¨ªan con el sumiller, que les confirmaba con el conocimiento de 14 a?os de experiencia al m¨¢s alto nivel, que ol¨ªa a violetas, "aunque parezca mentira que de una uva blanca se puede extraer un aroma a flor", comentaba Jos¨¦ Hern¨¢ndez. Y del olfateo a la boca. Eso s¨ª, con la advertencia algo frustrante de arrojar el preciado l¨ªquido a la cubitera. Muy pocos cumpl¨ªan con la exigencia del gui¨®n. Eusebio no hac¨ªa mucho caso a pesar de reconocerse abstemio. Es m¨¢s, ironizaba en voz alta con el grito de "s¨®lo los profesionales sois capaces de no beber", lo que provoc¨® las carcajadas del personal. Los efectos de la bebida contribu¨ªan a calentar el ambiente de una sala heladora. A Jorge, un joven de 31 a?os, director de la agencia administrativa de la ONCE en Renter¨ªa, se le notaba en la cara. Fue uno de los privilegiados. La mayor¨ªa de sus compa?eros estaba vendiendo el cup¨®n. "La pela es la pela, ?verdad Cristino?", le reprochaba ir¨®nicamente el padre de Jorge al delegado de la ONCE en San Sebasti¨¢n.
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