Clav¨¦, la voz lejana
Con una vela blanca unida a la tierra por garfios de hierro han construido una casa de tela para albergar mundos que parec¨ªan cumplir todas las condenas del olvido. Un preludio de cinco letras y un acento -Clav¨¦- vocea su contenido entre ¨¢rboles y paseantes: acci¨®n y m¨²sica, conflicto y fiesta, juerga, igualdad, esperanza, uni¨®n y bullanga... Un vocabulario exacto para presentar a Josep Anselm Clav¨¦ a la ciudadan¨ªa. Quienes han realizado la exposici¨®n que sobre su vida se exhibe estos d¨ªas en Barcelona, merecen aplauso porque proponen el rescate pol¨ªtico de un dirigente popular que hab¨ªa sido descuartizado en pedazos. M¨¢s tarde, se le reconstruy¨® con el fragmento incoloro de m¨²sico bonach¨®n, algo altruista, para ser por siempre bendito y alabado una vez ubicado en el pante¨®n del "acervo com¨²n", expresi¨®n sin otra finalidad real que desactivar cualquier contenido enojoso, lim¨¢ndolo a la medida del pensamiento bueno, equidistante y centrado. Clav¨¦ no fue, y no es, de todos. Uno de sus j¨®venes amigos, Conrad Roure, con el lenguaje grandilocuente de la ¨¦poca, hizo una descripci¨®n contundente del personaje: "Clav¨¦ era ateo, socialista y republicano, y fue consecuente en sus principios, tanto en la vida p¨²blica como en la privada (...). Fui amigo de Clav¨¦, y sin que la pasi¨®n ofusque mi criterio puedo afirmar que por ser un hombre de grandes pensamientos, a la par que de grandes acciones, fue, por los resultados pr¨¢cticos de su complicada obra, el coloso, el genio del socialismo en nuestra patria" . (Recuerdos de mi larga vida, 1928). Siempre me gust¨® eso de "los resultados pr¨¢cticos de su complicada obra", que traducido en lenguaje hist¨®rico no es otra cosa que la vinculaci¨®n entre cambio social y renovaci¨®n moral, lo que precisamente constituye el legado pol¨ªtico-cultural de Clav¨¦. Fue en la c¨¢rcel donde Clav¨¦, 21 a?os reci¨¦n cumplidos, decidi¨® organizar una asociaci¨®n de resistencia obrera: recolectar¨ªan los cuartos haciendo audiciones musicales. El mecanismo funcion¨® al cien por cien. La banda de c¨ªtaras, violines y guitarras se transform¨® en Sociedad Coral en 1850 bajo el nombre de La Fraternidad, el mismo que luc¨ªa el peri¨®dico comunista icariano. Los icarianos eran su gente, Narc¨ªs Monturiol su l¨ªder. En aquellos a?os, Clav¨¦ conect¨® con los ambientes radicales de la ciudad, con el p¨²blico de caf¨¦s y tabernas -su p¨²blico desde que ten¨ªa 15 a?os- donde reclut¨® adeptos; y conect¨® tambi¨¦n con un elemento importante del tejido democr¨¢tico: la gente de los "salones/taller" de Barcelona, animados por j¨®venes menestrales, comerciantes, profesionales, estudiantes y artistas; en ellos se celebraban reuniones heterodoxas, bailes, recitales, teatro y juergas, naturalmente. Entre aquella gente asumi¨® un catalanismo distinto al ambiente del floralismo. Caf¨¦, sal¨®n y f¨¢brica constitu¨ªan lo que, en t¨¦rminos actuales, llamamos izquierda civil. Enraizado en ella, Clav¨¦ construy¨®, seg¨²n ¨¦l mismo cuenta, su macroproyecto de acci¨®n: laborar por la educaci¨®n moral de los trabajadores. Una educaci¨®n moral no en sentido normativo, indicando qu¨¦ es correcto o qu¨¦ es incorrecto, sino orientada a adquirir conciencia de su propia dignidad de clase: "En lo banquet del mon avuy l"obrer ja hi cap" (La Maquinista, 1867). En segundo lugar, consider¨® que el ¨¦xito del proyecto depend¨ªa del arraigo del modelo organizativo b¨¢sico, la sociedad de resistencia que, adem¨¢s, ser¨ªa difusora del proyecto de moralizaci¨®n a trav¨¦s del canto, el baile y la fiesta, con una finalidad global pol¨ªtica: la igualdad. Clav¨¦ triunf¨®. Sus sociedades se extendieron . En 1853 Clav¨¦ ya era moda y el Gobierno Civil estaba inquieto por la capacidad de convocatoria de aquellas voces radicales y capaces. En aquella fecha, el alcalde de Barcelona, Jos¨¦ Bertr¨¢n Ros, prohibi¨® la continuaci¨®n de sus recitales y bailes aduciendo en un bando que "la clase obrera ha de ocuparse en trabajar y no en cantar o bailar". Clav¨¦, con Monturiol y la gente de La Fraternidad, particip¨® activamente en la agitaci¨®n y direcci¨®n de la Barcelona que iniciaba el bienio progresista. La represi¨®n del general Zapatero acab¨® con todo. Encarcelamientos y destierros, lo de siempre. Tres a?os m¨¢s tarde, hab¨ªa reconstruido el movimiento e iniciaba una nueva etapa. Disponiendo de una organizaci¨®n pol¨ªtico-cultural s¨®lida y con prestigio popular, aprovech¨® el levantamiento de restricciones para bailes y proyect¨® una movilizaci¨®n festiva de la ciudad durante los tres d¨ªas del carnaval. Un ¨¦xito redondo. En realidad, fue la primera acci¨®n cultural de masas de los tiempos modernos. Se celebraron 114 bailes en tres d¨ªas, y el martes de carnaval participaron festivamente alrededor de 100.000 personas. Era el resultado del arraigo asociativo de las clases subalternas, y tambi¨¦n del ¨¦xito cultural de una obra cuya singularidad consist¨ªa en la combinaci¨®n entre tradici¨®n e innovaci¨®n cultural. Era lo de siempre y a la vez era un producto nuevo que explicitaba la vinculaci¨®n popular a una po¨¦tica y a una m¨²sica generada en su propia historia subalterna, pero a la vez utilizaba recursos que recortaban, cada vez m¨¢s, la distancia entre la cultura popular y la moderna, la cual se presentaba acompa?ada de los grandes cambios sociales del siglo, con los que Clav¨¦ y los suyos se sent¨ªan no tan s¨®lo identificados, sino comprometidos. Prosigui¨® con su biograf¨ªa radical y en 1868 form¨® parte de la junta revolucionaria.Tres a?os m¨¢s tarde, con la proclamaci¨®n de la primera rep¨²blica, inici¨® su breve etapa institucional, en la Diputaci¨®n de Barcelona primero y m¨¢s tarde en el Gobierno Civil de Castell¨®n. Muri¨® pr¨¢cticamente con la Rep¨²blica, en febrero del 1874. A su muerte, los coros no supieron qu¨¦ hacer de s¨ª mismos, sin presente ni futuro s¨®lo les quedaba el pasado. Se constituy¨® una ortodoxia claveriana consistente en separar el movimiento de lo que suced¨ªa en el pa¨ªs, aferr¨¢ndolo a la ¨¦poca fundacional. Esa actitud provoc¨® numerosos problemas, puesto que su tradici¨®n era exactamente la contraria: la innovaci¨®n constante. As¨ª las cosas, la obra claveriana estaba en el punto preciso en que no s¨®lo los propios, sino tambi¨¦n los extra?os, pod¨ªan apropiarse de ella. Se entiende el entusiasmo de Maragall por los coros; era preciso renovarlos, dijo. As¨ª fue, descuartizaron su pasado y se transform¨® en material historicista de exaltaci¨®n exclusivamente nacionalista. No fue hasta los a?os veinte que la izquierda civil le vindic¨® como algo propio. Luego vinieron los malos tiempos, y durante el primer posfranquismo su nombre pr¨¢cticamente desapareci¨® en el diccionario del sector olvidadizo de la izquierda, con un vocabulario cada vez m¨¢s breve, simple, acomplejado y desconcertante. Hoy han levantado su cuerpo en forma de letras llenas de palabras. Es un alivio, pero ojal¨¢ sea el presagio de una actitud en cambio.
Ricard Vinyes es historiador.
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