La instrucci¨®n del 'caso Brouard' tropez¨® durante 14 a?os con m¨²ltiples dificultades
"No parece que sea imposible identificar a los autores del asesinato del dirigente abertzale, aunque nos lleve tiempo". La frase, pronunciada por el abogado Txema Montero en mayo de 1985, era un anuncio de la tenacidad que tendr¨ªa que tener el representante de la familia Brouard para impulsar la investigaci¨®n. Pero Montero jam¨¢s se ha dado por vencido. Aun hoy, 14 a?os despu¨¦s del asesinato, mantiene una f¨¦rrea prudencia, explicable si se tienen en cuenta los tortuosos avatares de un sumario instruido a trompicones tras pasar por las manos de numerosos jueces.
Desde que las balas disparadas por dos individuos asesinaran el 20 de noviembre de 1984 al pediatra Santiago Brouard, natural de Lekeitio (Vizcaya), la investigaci¨®n policial y judicial ha sufrido m¨²ltiples tropiezos. Desde el primer momento, HB se?al¨® a los "aparatos del Estado" como instigadores del atentado que cost¨® la vida al presidente de HASI (Partido Socialista Popular Revolucionario). Y, en paralelo, desde los servicios policiales se sugiri¨® que el crimen era una especie de enrevesado ajuste de cuentas ordenado por ETA. Tambi¨¦n se apunt¨® a dos pistoleros suramericanos que se desvanecieron de las investigaciones tan pronto como aparecieron.El propio Brouard hab¨ªa declarado unos d¨ªas antes de morir: "Me amenazan mucho por tel¨¦fono y por an¨®nimos. Igual alg¨²n d¨ªa cumplen su amenaza. Conmigo lo tienen f¨¢cil porque todos los d¨ªas voy andando de mi casa a la consulta y a veces al front¨®n". Los pistoleros, en efecto, lo tuvieron f¨¢cil: llamaron a la puerta de la consulta y dispararon al pediatra con una pistola Lathy-40 y una carabina Army Jagger, que abandonaron en el propio escenario del crimen.
La primera convulsi¨®n de la instrucci¨®n sumarial se produjo apenas dos meses despu¨¦s, con el relevo del fiscal Emilio Valerio tras declarar que el atentado se pod¨ªa haber evitado y que algunas personas pod¨ªan haber tenido conocimiento de lo que se iba a producir.
Indiscreci¨®n del fiscal
A la vez, la supuesta indiscreci¨®n de Valerio produjo la marcha atr¨¢s de un confidente que estaba dispuesto, a cambio de cinco millones de pesetas, a revelar datos del asesinato al comisario Antonio Rosino, encargado de las pesquisas. Pese a las sospechas de que detr¨¢s del atentado estaban los GAL la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n respondi¨® lac¨®nicamente al juez que apenas ten¨ªa datos de esa organizaci¨®n.No fue la pericia ni el celo policial lo que en 1985 arroj¨® la primera luz a una investigaci¨®n tenebrosa. Fue la inesperada declaraci¨®n de Miguel ?ngel L¨®pez Oca?a ante el juez Carlos Bueren a prop¨®sito del asesinato de su cu?ado Alberto Granados C¨¦spedes, un choricillo y confidente al que los jefes de la trama decidieron sellar la boca con una bala. Tirando de este hilo se lleg¨® hasta un hermano de aqu¨¦l, Rafael L¨®pez Oca?a, que acab¨® siendo condenado por el atentado de Brouard en 1995.
El nombre de Luis Morcillo -encarcelado el pasado mi¨¦rcoles como supuesto autor del asesinato del presidente de HASI- figuraba en el sumario desde 1985. Pero, curiosa e inexplicablemente, nadie hab¨ªa reparado en ¨¦l hasta varios a?os despu¨¦s. Durante los ¨²ltimos a?os, Morcillo estuvo esfumado: una temporada en Ver¨ªn (Ourense) y otra temporada en Ecuador. Finalmente, fue detenido en Espa?a en julio de 1997 por una tonter¨ªa: en relaci¨®n con un lote de 100.000 pastillas de ¨¦xtasis, aunque, en realidad, estaban fabricadas con cafe¨ªna.
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