Periodismo de infarto
Las noticias sobre avances en el campo de la medicina suelen provocar controversia.El pasado d¨ªa 6, la secci¨®n de Sociedad abri¨® sus p¨¢ginas con un texto a cuatro columnas y este titular: Una t¨¦cnica infrautilizada en Espa?a evita el 75% de las muertes por infarto agudo.
En el texto se daba cuenta de un ensayo cl¨ªnico de los cardi¨®logos del hospital Gregorio Mara?¨®n de Madrid seg¨²n el cual "el desbloqueo mec¨¢nico mediante un cat¨¦ter introducido por la ingle hasta el coraz¨®n -angioplastia- evita el 75% de las muertes en las horas siguientes a un infarto grave y el 60% de las ocurridas en los seis meses posteriores".
La informaci¨®n recog¨ªa la opini¨®n del jefe del servicio de cardiolog¨ªa del Gregorio Mara?¨®n, Juan Luis Delc¨¢n, y comentaba el estudio coordinado por Eulogio Garc¨ªa, y publicado el d¨ªa 1 de este mes en el Journal of the American College of Cardiology, en el que se ha comparado la eficacia de la angioplastia con la de los f¨¢rmacos que se utilizan habitualmente para disolver la obstrucci¨®n coronaria. Guillermo Alguacil ha escrito al Defensor, desde Murcia, para quejarse de la informaci¨®n, y argumenta que no se puede "establecer como un hecho cierto, y adem¨¢s en un titular, que la mayor¨ªa de los infartos son tratados de forma incorrecta en Espa?a".
A?ade: "A la luz de los resultados de numerosos ensayos cl¨ªnicos similares al que es objeto del art¨ªculo, las diferencias de mortalidad a favor de la angioplastia, comparada con los f¨¢rmacos trombol¨ªticos, son muy inferiores a las mencionadas", y que, adem¨¢s, la mayor¨ªa de los pacientes son atendidos "en hospitales de menos de 400 camas que por razones obvias no disponen ni podr¨¢n disponer de plantillas de doce cardi¨®logos". Concluye el lector que, en su opini¨®n, "este tipo de informaciones incrementa la confusi¨®n y la desaz¨®n de los usuarios-enfermos, sin aportar nada positivo".
Javier Sampedro, autor de la informaci¨®n, admite que, "tal y como se?ala el lector, las virtudes relativas de la angioplastia y de los f¨¢rmacos que disuelven las obstrucciones coronarias son objeto de discusi¨®n muy activa desde hace a?os en todo el mundo", pero "la novedad aportada por los cardi¨®logos del hospital Gregorio Mara?¨®n es un ensayo cl¨ªnico con pacientes de infartos anteriores (los m¨¢s graves) y sometidos a una u otra t¨¦cnica inmediatamente tras ser recibidos en urgencias: es ah¨ª donde estos m¨¦dicos han encontrado que la angioplastia evita el 75% de las muertes. Todas estas precisiones se hacen expl¨ªcitas en el art¨ªculo".
Sampedro afirma, y el Defensor est¨¢ de acuerdo, que "el titular no pretende criticar a los hospitales espa?oles por tratar los infartos "de forma incorrecta", sino resaltar el hecho de que, a la vista del nuevo ensayo, la incorporaci¨®n de equipos que puedan practicar esa t¨¦cnica durante las 24 horas puede salvar muchas vidas en el futuro. Hay que comprender que los centros peque?os no pueden disponer de un servicio permanente de este tipo, pero el hecho es que la gran mayor¨ªa de los hospitales grandes tampoco lo facilitan en la actualidad".
Sampedro no comparte la idea de que este tipo de informaciones incremente la confusi¨®n de los enfermos y no aporte nada positivo. Afirma que "una informaci¨®n correcta y clara no puede incrementar la confusi¨®n de nadie. Si, adem¨¢s, la informaci¨®n revela que ciertas pr¨¢cticas hospitalarias son mejorables, y ello sin apenas incrementos en el gasto sanitario, ya est¨¢ aportando algo positivo".
El Defensor piensa que el texto era correcto. El propio jefe de cardiolog¨ªa del Gregorio Mara?¨®n explicaba que uno de los problemas de esta t¨¦cnica es que menos de diez centros hospitalarios en Espa?a "disponen de un peque?o equipo de especialistas en disponibilidad permanente".
Quiz¨¢ se pudo matizar en el titular que era un estudio cient¨ªfico concreto el que afirma que un 75% de las muertes por infarto agudo puede evitarse con esta t¨¦cnica, pero el peri¨®dico tiene el derecho de divulgar los datos de un estudio que reviste todas las caracter¨ªsticas de un trabajo solvente.
Las discusiones cient¨ªficas o la controversia de matices que pueda provocar es algo que compete a la comunidad cient¨ªfica correspondiente, pero queda fuera de las preocupaciones inmediatas de un peri¨®dico de informaci¨®n general.
Sexo y g¨¦nero
El Defensor se ha sentido esta semana especialmente gratificado: dos peque?as avalanchas de cartas por dos asuntos bien distintos muestran hasta qu¨¦ punto los lectores del peri¨®dico est¨¢n dispuestos a mantener una actitud cr¨ªtica y colaboradora.La columna del domingo pasado titulada Sexo, s¨®lo sexo, en la que se criticaba el uso de la expresi¨®n "violencia de g¨¦nero", para referirse a las agresiones que soportan las mujeres por parte de los hombres, ha provocado una docena de cartas -ocho con firma femenina- en las que mayoritariamente se apoya el uso del t¨¦rmino. Todas hacen, m¨¢s o menos, el mismo razonamiento: se trata de una denominaci¨®n acu?ada internacionalmente y que cuenta con un esfuerzo cient¨ªfico que arranca de la gender theory, o teor¨ªa del g¨¦nero, como concepto social, no s¨®lo biol¨®gico o gramatical, que goza ya de tradici¨®n.
Se aduce tambi¨¦n que el lenguaje es convenci¨®n y que los diferentes usos provocan nuevos significados.
Esto es, m¨¢s o menos, lo que ya explicaba Cristina Alberdi, autora de la tribuna que se glos¨® aqu¨ª el domingo pasado.
La propia columna del Defensor advert¨ªa de que el uso puede hacer imparable la expresi¨®n violencia de g¨¦nero. Si eso llega a ocurrir, no habr¨¢ norma que ponga puertas al campo sem¨¢ntico.
De momento, y fuera del ¨¢mbito cient¨ªfico o de las convenciones feministas, la expresi¨®n no parece haberse difundido y ha puesto en guardia a muchos.
Tras la conferencia mundial sobre la mujer de 1995, en Pek¨ªn, donde se decidi¨® emplear el t¨¦rmino g¨¦nero para referirse a los comportamientos sociales de hombres y mujeres, los responsables del Libro de estilo de la agencia Efe distribuyeron una nota a todas sus redacciones advirtiendo de que en las noticias de la agencia "debe evitarse a toda costa esta imposici¨®n artificial" del lenguaje.
El Defensor sigue pensando que, si de verdad se impone, ser¨¢ in¨²til cualquier esfuerzo para evitarlo.
Mientras eso no ocurra ser¨¢ bueno mantener la guardia. Ni la ONU ni las feministas, tan respetables por tantas razones, tienen el menor ascendiente para trasladar una convenci¨®n cient¨ªfico-pol¨ªtica al lenguaje popular. Trescientos millones de hispanohablantes dictar¨¢n su veredicto
Los seres humanos
Un segundo asunto ha encrespado a varias docenas de lectores: cartas al defensor, al director del peri¨®dico y llamadas telef¨®nicas. El pasado martes, en la secci¨®n Gente, y con el t¨ªtulo Un extra?o indio con bigote, se escribi¨®, desde R¨ªo de Janeiro, con la firma de Juan Arias, que "existen a¨²n 55 grupos de indios deambulando por la selva brasile?a cuyas lenguas se desconocen, que andan desnudos, viven de la caza y nunca tuvieron contacto con el ser humano".El lapsus es tan obvio que quiz¨¢ por eso se produjo: con frecuencia, lo m¨¢s evidente nos pasa inadvertido. Arias ha explicado que jam¨¢s tuvo intenci¨®n de decir otra cosa que no fuese el que los indios de la selva brasile?a nunca han visto a otros seres humanos distintos de ellos mismos.
Pero lo cierto es que se dijo, y que la reacci¨®n masiva, en este asunto y en el anterior, muestra una extraordinaria sensibilidad y una actitud cr¨ªtica y participativa de los lectores que, a juicio del Defensor, s¨®lo admite una respuesta: gracias.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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