El comandante y el general, en la memoria
Hay generaciones, la mayor¨ªa, que no saben que lo son. No es el caso de la m¨ªa, que parece haber sido hecha para ejemplarizar la teor¨ªa de las generaciones. Desde bien pronto supo que hab¨ªa algo nuevo, que estaba aportando colectivamente una esperanza, una ilusi¨®n, y que lo hac¨ªa de modo colectivo, en Europa, en Estados Unidos, en Am¨¦rica Latina. No fue m¨¦rito suyo, sino azar de los tiempos. La marc¨® el 68, la visi¨®n de los tanques sovi¨¦ticos en Praga, los adoquines de Par¨ªs, los bombardeos con napalm en Vietnam. M¨¢s a¨²n la matanza de Tlatelolco, envuelta en un misterio todav¨ªa no del todo resuelto. Ello acompa?ado del descubrimiento de la m¨²sica rock, los primeros contactos m¨¢gicos con el cannabis y, por supuesto, la libertad sexual. Muchos experimentaron con sus vidas, con drogas o con sexo, y no pocos se perdieron en arriesgadas aventuras de las que, sin embargo, sali¨® una nueva forma de libertad personal que hoy todos damos por descontada. Y en aquel mundo que hab¨ªa roto con las rutinas y el orden cotidiano, casi inventando a diario la vida, y que se alzaba por tanto como experiencia primordial, brotaron algunos puntos de referencia fuertes que pasaron a ser n¨²cleos duros de una identidad, parte inseparable de esa generaci¨®n.Uno de esos fue la revoluci¨®n cubana, los barbudos, Castro y el Che, Sierra Maestra. Era la gran esperanza ya en marcha cuando, con el 68, se reaviv¨® la utop¨ªa de una fraternidad universal. Ten¨ªa todo el sabor y el color de la dignidad humana, el hero¨ªsmo y la valent¨ªa, pero adem¨¢s era hermoso. Raz¨®n, ¨¦tica y est¨¦tica unidas en un proyecto que parec¨ªa triunfar. La otra experiencia, esta vez emblema negativo, fue Pinochet arrasando brutalmente esa misma ilusi¨®n de fraternidad, el suicidio/asesinato del presidente Allende, la espeluznante represi¨®n posterior. Sin raz¨®n ni legitimidad alguna, con una moral de hienas y la fealdad arquet¨ªpica del general con sus uniformes de cart¨®n piedra y las gafas negras de quien no se atreve a mirar a los hombres. Una referencia positiva y otra negativa, el modelo y el contramodelo, que penetr¨® hasta el subconsciente y se imprimi¨® a fuego en el coraz¨®n.
Por ello es tan dif¨ªcil, no ya perdonar a uno o condenar al otro -pues palabras rotundas como "perd¨®n" o "condena" no aciertan bien a expresar los matices-, pero s¨ª desdramatizar a ambos, secularizarlos para dejar de ver al ¨¢ngel o al demonio, el bien y el mal, claroscuro en maniqueo. Verlos no desde el recuerdo sino desde el presente, con los ojos de la realidad y no los del sue?o o la pesadilla. Pues reconocer, no ya el fracaso de la revoluci¨®n cubana -todas las verdaderas utop¨ªas acaban en fracaso y de ah¨ª su hermosura- sino el fracaso de Fidel, que supedita cruelmente su permanencia al bienestar y la libertad de su pueblo, es reconocer que el resultado actual estaba escrito con letras ocultas en aquellas mismas fotos de la entrada en La Habana. Castro sigue siendo bien recibido porque no se puede renegar de uno mismo.
?Y c¨®mo aceptar al tirano, el asesino? No s¨¦ si su pueblo lo ha perdonado pero no menos de una tercera parte le vota. Chile no quiere olvidar y quiz¨¢s ni siquiera perdonar, pero s¨ª desea vivir volcado hacia adelante y no hacia el pasado. Pero para esta generaci¨®n es dif¨ªcil hacerlo, pues es tambi¨¦n reconocer que tampoco en esa hora toda la raz¨®n estaba de una parte, incluso cuando ¨¦sta parec¨ªa brillar m¨¢s fuerte en el claroscuro de la violencia. De modo que entre el comandante y el general, saltando del sue?o a la pesadilla, cuesta despertar de los recuerdos para poner los pies en el suelo y descubrir entonces que, al final de los a?os, ambos se parecen cada d¨ªa m¨¢s, que el joven estudiante rebelde Fidel aparece hoy perpetuamente revestido con los atuendos del mando militar mientras el viejo mando militar ans¨ªa ser aceptado como representante civil de su pueblo, pues uno camin¨® desde la libertad a la dictadura en la que hoy se encuentra y el otro tuvo que iniciar el camino inverso. Iron¨ªas del destino que nos envuelven en la memoria enturbiando el juicio.
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