La alternativa
LUIS MANUEL RUIZ Se ha celebrado en Sevilla, como cada a?o, la Feria Alternativa, que durante un fin de semana escaso vuelve menos in¨²til ese parque con trazas de cementerio o terraza de restaurante que han plantado en mitad de la Ronda de Capuchinos, el del Valle. Es una cita anual que, justamente por alternativa, suele pasar deso¨ªda y de puntillas para la gran mayor¨ªa de los sevillanos: el p¨²blico que se pasea frente a las tiendas de marroquiner¨ªa, prueba los pasteles naturistas o brinca con alg¨²n grupo de m¨²sica con gaitas tiene inevitablemente menos de 25 a?os, mucho pelos y los ojos envidriados por alg¨²n cigarrillo laboriosamente adulterado despu¨¦s del caf¨¦. A m¨ª se me ocurre, no s¨¦ si con acierto, relacionar la asistencia de cada a?o de ese p¨²blico con un dato paralelo que los soci¨®logos proclaman con una combinaci¨®n de sobresalto y de alivio: el presunto escepticismo de la juventud en materia pol¨ªtica. Dos cosas que, en principio, parecen no tener demasiado en com¨²n. Pero que seguramente lo tienen. Existe una juventud que posee, por mucho que lo rebatan los soci¨®logos, lo m¨¢s parecido que puede encontrarse en este fin de milenio a unos ideales; sus miembros son movidos por cierta especie de visiones deste?idas, de proyectos borrosos para el porvenir que poco o nada tienen que ver con el p¨¦treo pensamiento ¨²nico que padecemos. Ocurre que la pol¨ªtica institucional no est¨¢ capacitada para dar salida a esas aspiraciones: lo m¨¢s que hacen los partidos es a?adir alguna cl¨¢usula sobre medio ambiente al programa por conveniencia propagand¨ªstica o vociferar que tambi¨¦n ellos pelean por el limosnero cero con siete. El capitalismo finisecular encarnado en la democracia est¨¢ fabricando la ficci¨®n de que en su seno caben todas las ideas, todos los sistemas posibles; sin dejar de ser dem¨®crata, uno puede profesar el anarquismo, el socialismo, el ecologismo, el liberalismo, todos los ismos que desee. Porque la t¨¢ctica del sistema para la disoluci¨®n del enemigo es mucho m¨¢s sutil y oscura que el puro martillazo de las polic¨ªas pol¨ªticas, que el gulag o las c¨¢maras de gas: consiste simplemente en digesti¨®n. Las enzimas dieron buena cuenta de todos los ideales del hippismo, pusieron a disposici¨®n de los rebeldes del mayo franc¨¦s una flamante colecci¨®n de despachos y cancelaron sus ideales por obsoletos. A Daniel Cohl-Bendit se le saca un carn¨¦ de verde y as¨ª es mucho m¨¢s c¨®modo y hasta se le puede invitar a debates de televisi¨®n. Quiz¨¢ las aspiraciones de ese grupo de p¨²blico que ha visitado este fin de semana las tiendas de cer¨¢mica y pipas de hach¨ªs deban dejar de ser alternativas para imponerse: lo alternativo no es m¨¢s que un r¨®tulo publicitario, que un reclamo musical o cosm¨¦tico. Quiz¨¢ la estrategia pase por el abandono de un proyecto global de acci¨®n, cuando lo global se opone a lo inmediato; quiz¨¢ deba centrarse en luchas m¨¢s inmediatas, concretas, parciales. Foucault dice que la oposici¨®n m¨¢s efectiva al r¨¦gimen consiste en aprovechar sus fisuras, asestar golpes locales, veloces, ejercer una guerrilla del pensamiento. Porque cualquier plan total corre el peligro de terminar como el rostro de alg¨²n guerrillero de anta?o: rubricando alegremente las camisetas del enemigo.
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