??nimo, compa?eros, todav¨ªa hay margen!
Los socialistas empezaron a labrarse la ruina cuando el entonces vicepresidente del Gobierno compareci¨® en febrero de 1990 ante el Congreso para esclarecer las acusaciones por tr¨¢fico de influencias dirigidas contra su hermano y asistente, que ocupaba irregularmente un despacho oficial en la Delegaci¨®n del Gobierno en Sevilla; lejos de asumir sus evidentes responsabilidades pol¨ªticas en el asunto, Alfonso Guerra opt¨® por embestir zafiamente contra la oposici¨®n, entre las risotadas de sus compa?eros de grupo, y por sostener la teor¨ªa seg¨²n la cual los gobernantes no deben ocuparse de los casos de corrupci¨®n hasta que los tribunales establezcan las responsabilidades penales de los imputados mediante sentencia firme. Esa burda coartada fue recibida con alborozo por los bribones que ya estaban utilizando el carn¨¦ del PSOE como un detente, bala y que confiaban en la lentitud de la Justicia, el obstruccionismo procesal, la prescripci¨®n, la nulidad de pruebas o las resoluciones prevaricadoras para salir impunes de las acusaciones de venalidad. La premisa mayor inexpresada del silogismo utilizado para justificar esos enriquecimientos il¨ªcitos descansaba sobre la vuelta de la tortilla: a la izquierda le hab¨ªa llegado finalmente la hora de conseguir esa acumulaci¨®n primitiva de capital lograda antes por la derecha.Nueve a?os despu¨¦s de que Alfonso Guerra humillara al Congreso en aquel bochornoso pleno acerca de los trapicheos sevillanos de su hermano y asistente, Aznar adopt¨® una actitud parecida durante la sesi¨®n parlamentaria de control al Gobierno de la semana pasada: ante una pregunta del diputado socialista Mart¨ªnez Noval sobre los esc¨¢ndalos que est¨¢n salpicando ¨²ltimamente al PP, el presidente del Gobierno se abri¨® chulescamente de capa para eludir la respuesta: "Por muchos errores que se cometan ahora o en el futuro, jam¨¢s se podr¨¢ igualar o superar lo que ustedes hicieron en la vida pol¨ªtica espa?ola, ni siquiera acercarse". Queda as¨ª expedita la v¨ªa para que los militantes desvergonzados del PP (por c¨¢lculo de probabilidades, su n¨²mero al menos igualar¨¢ a los del PSOE) interpreten las palabras de Aznar como un gui?o c¨®mplice que les invita a usar sus cargos en la Administraci¨®n central, auton¨®mica y municipal en beneficio propio o para la financiaci¨®n irregular del partido siempre que no hagan ruido y no superen -como las aguas de los r¨ªos en las grandes inundaciones- las marcas de corrupci¨®n dejadas por los socialistas tras sus 14 a?os de gobierno: ?Todav¨ªa hay margen para enriquecerse, compa?eros!
Los publicistas al servicio del PP se han apresurado a dar la raz¨®n al presidente del Gobierno: el director del diario El Mundo, altavoz durante la anterior legislatura de las denuncias (ciertas o falsas) dirigidas contra los socialistas, despacha alegremente los casos mencionados por Mart¨ªnez Noval como meros cap¨ªtulos de un infantiloide Gran Libro de Petete de la corrupci¨®n, un "vadem¨¦cum de historietas" que no pueden empa?ar la gesti¨®n de un PP "en l¨ªneas generales honesto y eficaz". Sucede, sin embargo, que ese cat¨¢logo de 160 esc¨¢ndalos de corrupci¨®n blanca, gris o negra reunido indiscriminadamente por los socialistas no incluye s¨®lo piezas menores -al estilo de la gomina sisada por el alcalde de Le¨®n- sino tambi¨¦n asuntos de envergadura: la financiaci¨®n ilegal del PP en Baleares (probada en sentencia firme), las irregularidades en municipios gobernados por los populares (sirva de ejemplo el concejal madrile?o Villoria) y las acusaciones de venalidad cruzadas dentro del partido en Zamora, Asturias y Canarias. La dimisi¨®n en pleno de la Comisi¨®n Europea a consecuencia del informe en que el Comit¨¦ de Sabios critica las insuficiencias de la lucha contra la corrupci¨®n de las instituciones comunitarias brinda al presidente del Gobierno una excelente oportunidad para impartir la nueva doctrina Aznar en los foros internacionales: durante la pr¨®xima cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Uni¨®n Europea, tal vez podr¨ªa defender ante sus colegas la inoportunidad de investigar unas acusaciones que resultan tan nimias cuando se las compara con las haza?as de Rold¨¢n.
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