Obsesi¨®n por el deporte
Y bien, ya que todo parece ser tan correcto y adecuado, tan sano y conveniente, quiz¨¢ ya sea hora de que alguien cargue contra todo ello y lo niegue. Tal vez haya llegado el momento de usar la palabra y decidirse a cuestionar uno de los ejes fundamentales de la cultura actual: el deporte.No hay nada m¨¢s f¨¢cil que liberar el impulso competitivo y el af¨¢n de superaci¨®n que caracteriza a nuestro ser mediante la pr¨¢ctica de una disciplina deportiva, y as¨ª, tampoco hay nada menos f¨¦rtil que vaciar nuestra mente de raz¨®n para consagrarla a un simple esfuerzo f¨ªsico o bien a la contemplaci¨®n de las proezas ajenas.
Hay mucho por hacer. Sobran verdades con las que emocionarse. Y, sin embargo, cada vez son m¨¢s los hombres y mujeres de nuestra sociedad civil -libres por derecho- que dedican gran parte de su capacidad f¨ªsica y emocional al hecho deportivo; a un simple juego reglamentado que existe como una necesidad colectiva o individual, sin que por ello deje de ser trivial en esencia. Dicho inter¨¦s toma un matiz cada vez m¨¢s y m¨¢s obsesivo. Es espantoso.
A menudo me pregunto sobre la sospechosa relaci¨®n existente entre lo f¨²til y el ¨¦xito m¨¢s rotundo. ?Tienen el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s las declaraciones p¨²blicas de un deportista de ¨¦lite? ?Qui¨¦n est¨¢ hablando acerca de qu¨¦? ?Es saludable que las ediciones de prensa deportiva superen en ventas al resto de rotativos? Si un particular y sus videoc¨¢maras logran coronar una cumbre inaccesible que anteriormente ya hab¨ªa sido escalada con ¨¦xito en innumerables ocasiones, ?cu¨¢l es el beneficio que semejante gesta puede aportar al acervo com¨²n? La respuesta a tales cuestiones deber¨ªa ser de lo m¨¢s contundente.-
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