Fruta madura
ENRIQUE MOCHALES ?Qu¨¦ es la madurez? Para algunos, es el estado ¨®ptimo de un fruto que ya se puede comer. Otros se pierden en consideraciones tales como que la madurez pasa por conseguir un buen trabajo, independizarse, incluso fundar una familia. Lo que se dice sentar la cabeza, una expresi¨®n que a m¨ª siempre me ha sonado a ejercicio de equilibrismo o habilidad de contorsionista. Los hay, por fin, que consideran la madurez en t¨¦rminos psicol¨®gicos. Pero, ?acaso est¨¢ bien definido el concepto? ?Se sentencia la madurez en general, o se intentan fijar las madureces en particular? Cuando uno se refiere a la madurez mental de un individuo, ?responde el concepto a una convenci¨®n social? Se habla de una determinada eficacia a la hora de afrontar los problemas de la vida, se habla de la capacidad de amar, del sentido com¨²n, incluso de la "realizaci¨®n" personal. Si esto fuera as¨ª, tan di¨¢fano, se podr¨ªa reducir la idea de la madurez a una f¨®rmula matem¨¢tica simple, a un enunciado b¨¢sico. Determinados m¨¦dicos especialistas de la psique, que es como un vast¨ªsimo continente reci¨¦n descubierto, aceptan cierta convenci¨®n sobre la madurez, y se?alan que las personas que ellos distinguen como inmaduras suelen tener un aspecto m¨¢s juvenil que aquellas otras que consideran mentalmente m¨¢s maduras. Menudo chollo entonces, esa relativa inmadurez. Tal teor¨ªa hace pensar que no es conveniente madurar del todo, porque a ¨¦l se le cae el pelo, y a ella le sale una papada que no veas. O sea, que se puede interpretar que el que se apocha es porque ha ca¨ªdo del ¨¢rbol demasiado pronto, y se ha echado a perder. Otros especialistas de la mollera, por su parte, evitan simplificar el concepto de la madurez, y consideran que cada cual posee su propia saz¨®n, con sus caracter¨ªsticas variables, y que no existe modelo un¨¢nime, ni regla, ni ecuaci¨®n universal que nos diga d¨®nde empieza y acaba la madurez. Pero, enlazando con aquella teor¨ªa que relaciona la inmadurez con el aspecto juvenil de las personas, nos encontramos con un estudio del Royal Edimbourgh Hospital de Escocia. Dicho estudio acad¨¦mico, que abarca diez a?os y toma como base a 3.500 personas de 18 a 102 a?os -qu¨¦ barbaridad- repartidas por el mundo, dice que un 25% de la apariencia f¨ªsica se debe a factores gen¨¦ticos y un 75% a la conducta. Y aqu¨ª tenemos la revelaci¨®n del estudio: la actividad sexual result¨® ser el factor m¨¢s importante para mantenerse joven, despu¨¦s del ejercicio f¨ªsico y mental. Parece ser que las personas que hacen el amor al menos tres veces por semana aparentan diez a?os menos que las que lo hacen tan s¨®lo dos veces cada siete d¨ªas. Un neuropsic¨®logo se?alaba que "el placer que proporciona el sexo es un factor crucial para conservarse joven". Menudo notici¨®n. Si relacionamos esta buena nueva -para algunos- con lo referido anteriormente sobre la madurez, podr¨ªamos reflexionar que madurez sexual no es lo mismo que la tan socorrida madurez mental, pero que esta sexualidad activa y saludable le hace parecer a uno menos maduro f¨ªsicamente hablando. Vamos, que esto es un l¨ªo. Los psiquiatras que le ve¨ªan a alguien una pinta jovial se equivocaban, no es que el pobre fuese inmaduro, sino que follaba un mont¨®n. El caso es que hemos entrado en una nueva era, en la que antes de recurrir a la cirug¨ªa est¨¦tica para arreglar nuestro f¨ªsico decadente, acudiremos a la hol¨ªstica preventiva natural. Que me salen patas de gallo, pues un polvo m¨¢s a la semana. Que pierdo pelo y saco papada, pues dos polvos extras. Hala. Que nuestra pareja no puede culminar ni con la Viagra, pues inventamos otras t¨¦cnicas sexuales o nos echamos al monte. Sin embargo, es necesario concretar que el cachondo estudio antes citado especifica que la promiscuidad sexual no produce el mismo efecto beneficioso que el sexo con la pareja. En el caso de carecer de ella, para conservar la juventud s¨®lo nos quedar¨ªa la gimnasia, vestir de vivos colores y una pizca de inmadurez. O pasarnos por el forro estos estudios y vivir como nos d¨¦ la gana.
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