Pasen y vean
LOS NACIONALISTAS llevan mucho tiempo acariciando la idea de la "internacionalizaci¨®n del conflicto" vasco. No hac¨ªa falta, por ello, que Egibar pusiera cara de astuto al invocar el nombre de la socialista Rosa D¨ªez para justificar la iniciativa de pedir observadores de la ONU. Ella ya hab¨ªa aclarado que se trataba de una iron¨ªa, pero a Egibar no se la dan: ?quer¨ªais observadores? Pues toma observadores.Pero no para que comprueben que a los miembros de determinados partidos les queman la casa, el coche o la tienda, ni para verificar los intentos de amedrentar a algunos jueces, profesores o periodistas -los que no colaboran-, sino para que "desde el conocimiento de la naturaleza pol¨ªtica del conflicto" determinen si hay o no igualdad de oportunidades para "materializar los diferentes proyectos pol¨ªticos". Y para que comprueben si se respetan los derechos humanos, especialmente en los ¨¢mbitos "judiciales y policiales". La propuesta ha sido suscrita por todos los firmantes de Lizarra, incluyendo Izquierda Unida.
El coordinador general de esa coalici¨®n, Julio Anguita, descubri¨® recientemente que el a?o pasado fueron asaltadas 55 sedes del PNV. Se equivoc¨® de a?o, pero es cierto que hasta 1997 las sedes del PNV fueron blanco preferente de la kale borroka, y que en un documento interno de sus promotores (el llamado Karramarro 2) se felicitaban ¨¦stos de haber logrado "remover en cierta medida la posici¨®n del PNV" mediante acciones "muy selectivas".
Ahora son selectivas contra los no nacionalistas, lo que acent¨²a su componente sectario, a la irlandesa. Ignorar ese aspecto de la cuesti¨®n revela ceguera moral. Rosa D¨ªez se equivoc¨® en el remedio, pero el fondo de su denuncia es bien real: no hay la misma libertad para los nacionalistas y quienes, por no serlo, son acosados, intimidados. Es posible que estos ¨²ltimos est¨¦n obsesionados con que los persiguen y no reparen en otros problemas, como el de la autodeterminaci¨®n. Suele ocurrir a quienes bastante tienen con defenderse. Pero es inmoral ignorar que la persecuci¨®n del disidente resulta funcional para los fines del nacionalismo radical.
El astuto mensaje de los nacionalistas es que los verdaderamente discriminados son ellos, porque la ley no ofrece cauce para sus aspiraciones m¨¢s profundas. Quieren que la ONU constate ese d¨¦ficit democr¨¢tico: que Espa?a no reconoce el principio de autodeterminaci¨®n. Pero entonces ning¨²n pa¨ªs ser¨ªa plenamente democr¨¢tico, porque no hay Constituci¨®n alguna que lo reconozca. Eso no significa que subsista la opresi¨®n nacional, evidente, por ejemplo, en el franquismo. El autogobierno realmente existente refleja el pluralismo de la sociedad y garantiza la pervivencia de la identidad vasca sin imposiciones de la mitad de la poblaci¨®n sobre la otra mitad. No hacen falta observadores para comprobarlo; basta ver los resultados de las elecciones celebradas desde 1977. Pero ser¨ªa interesante que testigos palestinos, por ejemplo, o kurdos comparasen su situaci¨®n con la de Euskadi.
Nos odian porque somos los mejores: la mezcla de narcisismo y victimismo que define al nacionalismo excluyente lleva a ignorar la mitad de la realidad. La situaci¨®n de los presos de ETA se considera injusta, pero a sus v¨ªctimas se les niega el m¨ªnimo reconocimiento de una comisi¨®n parlamentaria. Hay toda la comprensi¨®n hacia las dificultades de la Ertzaintza -y no digamos hacia las de Otegi- para controlar a los encapuchados y la m¨¢xima exigencia al Gobierno. Se dice que hay inmovilismo por su parte, pero a la vez le advierten de que no acudir¨¢n a una eventual convocatoria de la Mesa de Madrid, o a un pleno parlamentario para tratar del proceso de paz. Y el propio lehendakari reconoce que no hay condiciones para convocar un foro de partidos vascos. Es cierto que hay argumentos a favor de una pol¨ªtica penitenciaria m¨¢s audaz, pero hay que reconocer que no es un est¨ªmulo que los peque?os pasos dados en esa direcci¨®n hayan sido considerados "una provocaci¨®n de Mayor Oreja".
Los nacionalistas democr¨¢ticos piden comprensi¨®n ante las dificultades del momento, pero no dejan de improvisar iniciativas aventureras. ?Internacionalizaci¨®n del conflicto? Es una vieja enso?aci¨®n de ETA asumida ahora por Lizarra en pleno. Antes amenazaron con denunciar al Gobierno ante los tribunales internacionales, e hicieron el rid¨ªculo. La menci¨®n al Pa¨ªs Vasco franc¨¦s fue interpretada como un intento de involucrar a ese Estado, y ya se ven los resultados: ni departamento vasco ni bromas con la soberan¨ªa, que reside en los ciudadanos, no en las etnias. La realidad nunca ha sido un freno para los aventureros, pero ?no habr¨¢ en el nacionalismo democr¨¢tico, que nunca lo fue, alguien capaz de detener esta huida hacia adelante?
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