Alternativa pendiente
Como en este pa¨ªs, cuando hay obispos por medio, el retroceso en cuesti¨®n de libertades ideol¨®gicas siempre es posible, parece que est¨¢ en marcha un proyecto del Ministerio de Educaci¨®n para estropear un poco m¨¢s la vieja cuesti¨®n de la asignatura de religi¨®n en el bachillerato. En la actualidad la situaci¨®n ya es bastante pintoresca: la religi¨®n es una asignatura de oferta obligatoria en todos los centro pero de elecci¨®n voluntaria por los alumnos; es evaluable, aunque no cuenta para la nota media de la selectividad ni para becas; quien no la elige no puede irse a su casa o hacer lo que le parezca, sino que debe ocupar obligatoriamente un tiempo equivalente al de la clase de religi¨®n en diversas actividades culturales no evaluables (de modo que la religi¨®n es optativa pero hace rehenes forzosos); los trece mil profesores de religi¨®n actualmente existentes est¨¢n homologados y contrastados por la Conferencia Episcopal -lo que garantiza sin duda m¨¢s su ortodoxia que su inquietud te¨®rica- aunque se encarga de pagarles el Estado, que a este respecto es tan laico como la bienaventurada Rep¨²blica de Ir¨¢n. Todo un poco raro, como ven ustedes, pero nada menos que apoyado en cinco sentencias, cinco del Tribunal Supremo.El proyecto actual (o borrador de proyecto, o proyecto de borrador, o en fin una cosa de esas que preparan en los ministerios) pretende unificar las actividades de los rehenes en una sola alternativa obligatoria y evaluable, la ¨¦tica, descartando la variedad ahora reinante que inclu¨ªa formas culturales de origen tan indisputablemente religioso como el parch¨ªs o parcheese hind¨², que nos familiariza con el mandala de modo parecido a como el pal¨¦ lo hace con las inversiones inmobiliarias. De modo que la ¨¦tica ser¨¢ forzosa el d¨ªa de ma?ana para todos los que no cursen religi¨®n y s¨®lo para ellos, convertida en asignatura evaluable pero excluida de la nota media curricular. Esta propuesta parece chocar con el criterio del mismo Tribunal Supremo, que dictamin¨® a favor de una alternativa obligatoria a la asignatura de religi¨®n pero descart¨® que fuese de contenido ¨¦tico porque "nadie est¨¢ legitimado por la Constituci¨®n para imponer a los dem¨¢s la ense?anza de cualesquiera otras religiones o sistemas morales". O sea: la ¨¦tica es algo tan optativo como la religi¨®n y por tanto no puede imponerse como alternativa forzosa a ¨¦sta, a diferencia del parch¨ªs o la historia del cine, ciencias que pueden ser infligidas sin mayor da?o ni menoscabo de la libertad ideol¨®gica a los remisos al catecismo.
Por mi parte discrepo de las exigencias eclesiales, de la doctrina establecida por el Tribunal Supremo y de lo que oigo a derecha y a izquierda, para variar. Desde luego me resulta a todas luces escandalosamente antiliberal -?en estos tiempos tan liberales que vivimos!- que el derecho a recibir la formaci¨®n religiosa libremente elegida deba ser costeada por el Estado y no por los feligreses. Tambi¨¦n me subleva que el adoctrinamiento en cualquier peculiar dogma religioso deba ser considerado como asignatura y evaluado de la forma que sea: ?punt¨²an las obras de misericordia? ?puede ser el ayuno penitencial considerado trabajo de fin de curso?
Por tanto, me resulta injustificable que la formaci¨®n proselitista homologada por el obispado -o por los rabinos, o por los muecines- haya de verse apoyada en los centros escolares por cualquier tipo de alternativa obligatoria que impida una decorosa huida a los afectados m¨¢s despiertos. Tal forma de adoctrinamiento es ajeno a la escuela laica y, si tiene lugar en ella, debe ser como actividad complementaria que no suponga imposici¨®n alguna para quienes no la desean. Otra cosa ser¨ªa una asignatura -muy aconsejable, a mi modo de ver- sobre tradiciones religiosas o mitolog¨ªas comparadas, que podr¨ªa ser evaluable y plenamente curricular pero que deber¨ªa ser ense?ada por licenciados en historia o antropolog¨ªa, sin control alguno de las autoridades eclesi¨¢sticas.
La ¨¦tica me parece la peor alternativa obligatoria posible a la religi¨®n, pero por razones distintas a las que seg¨²n creo sustentan la sentencia del Supremo. A mi juicio, no s¨®lo es leg¨ªtimo seg¨²n la Constituci¨®n formar a la juventud en determinado sistema moral sino que resulta imprescindible. ?Acaso no est¨¢ la propia Constituci¨®n comprometida con determinados valores ¨¦tico-pol¨ªticos, lo mismo que el resto de las leyes que debe aplicar el Tribunal Supremo? ?Por qu¨¦ no explicar racionalmente el fundamento de tales valores y el proceso tanto filos¨®fico como hist¨®rico que lleva a ellos, incluido tambi¨¦n el valor de la cr¨ªtica a su institucionalizaci¨®n social y el valor de la libertad de conciencia para disentir? Convertir en asignatura la explicaci¨®n de la ¨¦tica de la ciudadan¨ªa (no reduciendo esa cimentaci¨®n moral a una mera transversalidad difusa impl¨ªcita en todas las restantes materias) ser¨ªa de lo m¨¢s aconsejable, a la vista de los tiempos c¨ªvicamente invertebrados que padecemos. Y desde luego no tendr¨ªa por qu¨¦ constituir un adoctrinamiento sesgado: no es lo mismo la formaci¨®n del esp¨ªritu nacional de infausta memoria (hoy recreado por voluntariosos consejeros de educaci¨®n nacionalistas) que la formaci¨®n del esp¨ªritu ciudadano y democr¨¢tico, base de nuestra convivencia plural y que por tanto en modo alguno deber¨ªa ser considerada materia ideol¨®gicamente "optativa".
Vistas as¨ª las cosas, la asignatura de ¨¦tica ni tiene por qu¨¦ ser alternativa a ninguna otra ni podr¨ªa ser sustituida por la de religi¨®n. Al contrario: quiz¨¢ sean los creyentes m¨¢s fervorosos quienes menos pueden prescindir de su estudio. Imaginen ustedes, por ejemplo, que un adolescente va para obispo. ?No le ser¨¢ precisamente por eso de lo m¨¢s ¨²til conocer los fundamentos laicos de la ¨¦tica, enterarse de c¨®mo razonan los ciudadanos decentes que no comparten sus creencias y comprender que, aunque para ¨¦l por obra de la fe -seg¨²n la interpreta monse?or Carles- la realidad y la verdad sean dos cosas diferentes, para muchos de quienes le rodean no haya verdad honrada que no se ajuste a lo real? ?Qu¨¦ otro estudio puede serle m¨¢s imprescindible para aprender a diferenciar lo bueno y lo malo seg¨²n el dogma religioso de lo malo y lo bueno seg¨²n principios ¨¦ticos humanistas, as¨ª como para aceptar que debe regir su comportamiento personal por el primero pero habr¨¢ de tolerar que la vida p¨²blica se organice seg¨²n los segundos? Nada, nada, ¨¦tica para todos y religi¨®n para quien la pida.
Pero supongamos que realmente hubiera que encontrar la alternativa adecuada para la asignatura de religi¨®n ense?ada por los misioneros del obispado. Como no es una asignatura descriptiva ni cient¨ªficamente objetiva sino la revelaci¨®n de una ortodoxia espiritual, la ¨²nica alternativa v¨¢lida ser¨ªa proponer otra creencia no menos enf¨¢tica pero opuesta. Por ejemplo algo as¨ª como una "Cr¨ªtica general de la superstici¨®n", explicada por militantes de ligas racionalistas homologados por asociaciones de esc¨¦pticos irreductibles o ateos convictos y confesos. Peligroso enfrentamiento, llevar la consigna de "ecrasez l"inf?me!" a las aulas o al patio del recreo. M¨¢s vale que cada cual sea ortodoxo o heterodoxo por cuenta propia, sin refrendo ministerial.
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