El Bar?a difumina a la Real
Los azulgrana, con dos goles de Cocu, ponen punto final a una d¨¦cada de fracasos en San Sebasti¨¢n
El Bar?a conjur¨® el maleficio de San Sebasti¨¢n por obra y gracia de Cocu. El holand¨¦s consigui¨® desmantelar el s¨ªndrome de la Real Sociedad en el momento m¨¢s oportuno: cuando peor jugaba su equipo y cuando mejor lo hac¨ªa la Real. Con el primer gol convirti¨® el partido en un ejercicio t¨¢ctico, arruin¨® a los blanquiazules a la m¨¢s absoluta vulgaridad y goz¨® de un partido banal jugado de forma primaria.El partido ten¨ªa demasiadas condiciones previas. El Barcelona acced¨ªa lloroso por las ausencias, con Guardiola en baja forma y Rivaldo aburrido. La Real Sociedad con De Pedro a medio gas y Cvitanovic invitado a ver el partido de cerca (quiz¨¢s como terapia de choque). Por eso el f¨²tbol se embarull¨®. Porque el Barcelona perd¨ªa el bal¨®n con m¨¢s facilidad que lo ganaba y porque la Real Sociedad lo malgastaba en el ¨¢rea con tanta facilidad como lo recuperaba en el resto del campo.
REAL SOCIEDAD 0
BARCELONA 2Real Sociedad: Alberto; Fuentes, Loren, Pikabea, Aranzabal; Aramburu, G¨®mez (Guerrero, m. 84), Sa Pinto, De Pedro (Idiakez, m. 70); Kovacevic y Cvitanovic (De Paula, m. 60). Barcelona: Hesp; Reitziger, Pellegrino, F. De Boer; Xavi, Guardiola, Sergi; Zenden, Cocu, Rivaldo (Anderson, m. 84); y Kluivert (Ciric. m. 90). Goles: 0-1. M. 27. Cocu engancha un disparo desde fuera del ¨¢rea que supera la estirada de Alberto. 0-2. M. 86. Centro de Anderson y Cocu, anticip¨¢ndose a su marcador en el ¨¢rea peque?a, empalma a la red. ?rbitro: Andradas Asurmendi, del colegio navarro. Expuls¨® a Fuentes y amonest¨® a De Pedro, Kovacevic y Reiziger. Unos 29.000 espectadores en el Estadio de Anoeta con nutrida presencia de seguidores del Barcelona.
Van Gaal hab¨ªa tomado sus precauciones, acrecentadas tras la ¨²ltima baja de Abelardo que obligaba a contar con Pellegrino, un central de poco recorrido y duro de cintura. Por eso instal¨® tres l¨ªneas de tres futbolistas condenando a Kluivert a un ejercicio de supervivencia.
El Barca entreg¨® de salida su don m¨¢s preciado, el bal¨®n. Lo perdi¨® por su extra?a ubicaci¨®n y por la imprecisi¨®n de sus jugadores m¨¢s dotados. Guardiola se entreg¨® a la tarea m¨¢s oscura e ingrata del f¨²tbol, a la vez que su equipo se entregaba a un f¨²tbol b¨¢sico e impreciso. Ah¨ª tuvo el partido la Real Sociedad, cuando tuvo enfrente a un equipo acomplejado, inseguro e impreciso, las tres maldades que el Barcelona no se puede permitir salvo que reconozca un grado de dependencia absoluto de Figo (el artista) o Luis Enrique (el instigador).
La Real perdi¨® su oportunidad. De Pedro tropez¨® con el larguero en el primer minuto. Kovacevic y Cvitanovic, con el infortunio y Hesp respectivamente.
El Bar?a apenas hab¨ªa traducido su vulgaridad cuando Cocu encontr¨® su segundo bal¨®n en el partido y enganch¨® un zapatazo implacable. El gol trasmut¨® al Barcelona, que recobr¨® la autoridad en ese instante. Guardiola se templ¨® y se pareci¨® a s¨ª mismo; Rivaldo se centr¨® y Sergi recuper¨® su domicilio habitual en el costado izquierdo. Se desconoce si influy¨® m¨¢s el rearme moral del gol o el t¨¢ctico del reordenamiento, pero el Barca engull¨® a la Real, que vulgariz¨® en exceso su f¨²tbol.
La Real es un equipo b¨¢sico: ataca por la izquierda y remata por el centro. Como antiguamente. El resto es un peonaje s¨®lo mal ilustrado por algunos ejercicios de Sa Pinto en una lucha personal consigo mismo. Ayer no dispon¨ªa de banda izquierda.
El conjunto blanquiazul se rindi¨® a la evidencia. Sin De Pedro en activo resulta poca cosa, un conjunto demasiado previsible, vulgar, que solo alimenta la fortuna de la potencia de Kovacevic para inventarse alguna genialidad. Pero el yugoslavo tiene la chistera vac¨ªa desde hace tiempo y se sum¨® al anonimato general del colectivo con demasiada facilidad. Sa Pinto es otra cosa. Lo suyo es puro individualismo, cuesti¨®n personal y as¨ª le va en la Liga espa?ola, en la que apunta m¨¢s que escribe. Lo del croata Cvitanovic se antoja pura caridad futbol¨ªstica.
El Bar?a, que hab¨ªa ense?ado demasiado sus debilidades, se adue?¨® del partido por la ineptitud de la Real Sociedad, incapaz de taponar un centro del campo en el que Guardiola jugaba a su gusto y Cocu buscaba m¨¢s el espacio que el bal¨®n, sin que a ning¨²n realista le interesase. El desorden t¨¢ctico de la Real Sociedad s¨®lo era comparable a la tranquilidad del Barcelona para ocultar sus carencias. Cuando Fuentes se autoexpuls¨® para evitar un gol de Kluivert, asom¨® toda la impotencia donostiarra: era la en¨¦sima vez que un futbolista se iba por el centro como quien desfila entre la multitud. Luego vino el segundo gol, otra vez de Cocu, probablemente el futbolista del Barcelona que toc¨® el bal¨®n en menos ocasiones.
El partido era as¨ª de raro, as¨ª de desigual. La Real se agot¨® en veinte minutos; el Bar?a se dosific¨® en 70 y le vali¨® el ejercicio. Fue menos equipo del que se preve¨ªa. Un gol le bast¨® (el otro s¨®lo le reconfort¨®) para desmontar el malecificio de la Real Sociedad y para amedrentar un poco m¨¢s a los rivales que miraban el partido por el rabillo del ojo. La Liga sigue siendo suya.
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