Resulta conmovedor
JOS? LUIS MERINO En las sala de exposiciones de la BBK de la Gran V¨ªa de Bilbao se muestran obras de un artista de larga trayectoria. Son obras que Salvador Soria ha realizado en los a?os 90, bajo la denominaci¨®n, por dem¨¢s aclaratorio, Integraci¨®n de lo destruido. El autor de estas obras establece un dialogo con el espectador. A primera vista parece que lo mostrado no es sino un c¨²mulo de detritus mec¨¢nicos que el artista ha reunido para construir una obra. A esa creencia se suma una evidencia de orden superior, como es la conversi¨®n de materiales vivos, ll¨¢mese madera, en materia calcinada. Sobre ese di¨¢logo de contradicciones la obra va enriqueci¨¦ndose ante nuestros ojos. Sentadas las bases originarias, entra en acci¨®n lo m¨¢s contundente. Entra en liza la elaboraci¨®n paciente. El artesano que habita en Salvador Soria va dibujando formas a trav¨¦s gubias, lijas, peque?os clavos, tuercas, arandelas, maderas quemadas, superposici¨®n de capas de madera, limaduras de hierro, etc¨¦tera, etc. Sobre fondos informalistas, el artista superpone unas formas muy construidas. Son como unas referencias racionalistas, que tratan de ordenar un cierto caos. En realidad, el posible caos jam¨¢s existir¨ªa, porque esa corriente informalista va contruy¨¦ndose con sumo control. De todos modos, la dial¨¦ctica entre lo informal de los fondos y las formas racionalistas de los primeros planos es uno de los mayores logros de toda la trayectoria de Salvador Soria. Y no solo eso, es una aportaci¨®n muy personal de este artista a lo que se conoce por abstracci¨®n o informalismo... Esa aportaci¨®n al arte de los ¨²ltimos cincuenta a?os tiene un sello propio a?adido, en el caso de las estructuras de los primeros planos. Adem¨¢s de ejercer de contrapunto dial¨¦ctico a los fondos informalistas, lo hace mostrando el f¨¦rreo car¨¢cter de un aviso que no ofrece ninguna duda. Una serie de tornillos, con sus cabezas hexagonales o con cabezas esf¨¦ricas advierten que all¨ª hay una fijaci¨®n que no admite escapatoria. Por todo lo dicho se dir¨ªa que en la obra solo queda su contemplaci¨®n, su an¨¢lisis, su mayor o menor comprensi¨®n. Sin embargo, no acaba ah¨ª la lectura de lo mostrado. Como si fuera algo que se nos escapa, en las obras observamos unas roturas. Huecos que dejan al descubierto la pared de donde cuelgan las obras. Surge un espacio fuera de los propios cuadros. Y de pronto, todo parece que hay que volver a analizar esta nueva observaci¨®n... Eso es el arte: un volver a cuestionar a s¨ª mismo, una y otra vez. Al menos ese es el arte que comporta una mayor dosis de propuestas. Los resultados est¨¢n a la vista. Una exposici¨®n rica en matices, porque son muchas las propuestas. Incluso aparece una nueva dualidad aportativa. Es la referente a la apariencia. Las obras poseen una pesantez, de orden mat¨¦rico, que raya con cientos de kilos por cada obra, seg¨²n el tama?o. Y no es as¨ª. Solo es apariencia. El artista utiliza limaduras-virutas de hierro, de tal suerte que al aglomerarlas dan la apariencia de ser puro hierro macizo. Lo poco es simulacro de mucho. Lo mucho es, en vigor, poco. Al margen de la especificidad de la obra, o no tan al margen, hay que significar que lo mostrado es la labor de un artista consecuente con su l¨ªnea creativa. Cuando expuso por primera vez en Bilbao, Galer¨ªa Grises, en 1965, los planteamientos est¨¦ticos eran parecidos. Ahora aquello ha ganado en sabidur¨ªa, en mano "alada", siendo el n¨²mero de propuestas mucho mayor... Lo que resulta conmovedor es que estas ¨²ltimas obras las ha hecho un hombre que cuenta en la actualidad con 84 a?os de existencia. Con todo lo que tiene de desventaja el paso del tiempo, en ocasiones, y esta es una de ellas, se pone de parte de aquellos que supieron utilizar ese tiempo con entrega total a unos ideales, a una creencia en lo que hac¨ªan. Los creadores que valen la pena est¨¢n forjados de paciencia, persistencia en sus creencias, y no poco desd¨¦n por la dictadura de las modas. Tal vez ese desd¨¦n se encuentre una lecci¨®n para las nuevas generaciones de pintores, que viene a recordarles que est¨¢ bien probar en arte caminos nuevos, a condici¨®n de que ese probar no sea al modo de cuchillo de melonero.
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