Internet seduce al islam
Los Gobiernos ¨¢rabes m¨¢s conservadores quieren controlar la comunicaci¨®n por la red mientras los j¨®venes empiezan a disfrutar con ella
Con la m¨¢xima cautela, a Internet se le est¨¢ franqueando el paso por algunas de las ¨²ltimas fronteras, para entrar a zonas restringidas del mundo isl¨¢mico, bajo el ojo suspicaz de los gobiernos habituados a jugar al Gran Hermano.En algunos pa¨ªses como Arabia Saud¨ª, donde hace dos meses se imped¨ªa el acceso, el cambio se acoge como una revoluci¨®n retrasada. Los cibercaf¨¦s han brotado en Teher¨¢n, la capital de Ir¨¢n, y en Riad, la capital saud¨ª, y los novatos se quedan deslumbrados con sitios en la red como Yahoo.com.Pero las autoridades pretenden tener las dos cosas. En Ir¨¢n, los usuarios (controlados por algunos proveedores) deben prometer, entre otras cosas, que no "contactar¨¢n con canales que est¨¦n en contra de la legislaci¨®n isl¨¢mica", refiri¨¦ndose a los sitios de la red que incluyan contenido sexual. A los transgresores se les advierte que pueden perder los privilegios de Internet.
En Arabia Saud¨ª, la censura es todav¨ªa m¨¢s evidente. Por medio de un sistema que se tard¨® en desarrollar dos a?os, todas las conexiones de Internet del pa¨ªs han sido canalizadas a trav¨¦s de un eje que se encuentra en las afueras de Riad, donde unos ordenadores de alta velocidad del Gobierno bloquean el acceso a miles de sitios catalogados en una lista negra que se ampl¨ªa r¨¢pidamente. ?Quiere enterarse de lo que los grupos de la oposici¨®n en el extranjero tienen que decir sobre la familia saud¨ª en el poder? "?Prohibido!", responde el ordenador. ?Y qu¨¦ tal un servicio de conversaci¨®n que permita hablar con cualquiera de lo que a uno se le antoje? Otra vez no.
"Todos los intentos de acceso quedan registrados", se avisa sombr¨ªamente a los usuarios, dando a entender que todo intento de ir m¨¢s all¨¢ de lo que el Gobierno saud¨ª considera que son los l¨ªmites aceptables podr¨ªa tener consecuencias no especificadas. Con todo, el entusiasmo con el que se recibe Internet parece reflejar la idea de que es mejor tener algo de acceso que no tener nada.
'Cibercaf¨¦'
"A veces me enfado al pensar todo lo que hemos tenido que esperar", dice Hisham A. Turkistani, un saud¨ª de 25 a?os sentado ante un ordenador en el Caf¨¦ de Par¨ªs de Jidda, que es el primer cibercaf¨¦ de Arabia Saud¨ª. "Pero ahora mis amigos y yo s¨®lo hablamos de Internet. ?Hay tantas cosas en este mundo!".
Hace poco, en el caf¨¦ de Jidda, en la costa del mar Rojo, entre otros clientes que pagaban 1.800 pesetas la hora por navegar estaba un estudiante de medicina, Hilal Sonbul, que se qued¨® asombrado cuando el t¨¦cnico le mostr¨® cu¨¢nta informaci¨®n sobre su futura profesi¨®n pod¨ªa encontrar pulsando unas pocas teclas.
En Ir¨¢n, en otro caf¨¦ reci¨¦n estrenado, un joven le enviaba una tarjeta electr¨®nica de felicitaci¨®n a un amigo de Estados Unidos. "Ya s¨¦ que algunas personas de aqu¨ª le tienen miedo a Internet, pero no creo que la mayor¨ªa de ellos sepa siquiera lo que es", dice el joven.
La tecnofobia no es nada nuevo en Oriente Pr¨®ximo, donde las sensibilidades de las estrictas culturas isl¨¢micas y las preocupaciones de unos gobiernos muy conscientes de la seguridad llevan tiempo combin¨¢ndose para justificar la censura.
En uno u otro momento, todos los gobiernos de la regi¨®n han interferido emisiones de radio, interceptado publicaciones, desbaratado transmisiones de fax, prohibido los tel¨¦fonos m¨®viles o proscrito la televisi¨®n v¨ªa sat¨¦lite. Sin embargo, desde la llegada de Internet, muchos pa¨ªses, incluidos Egipto, Jordania y L¨ªbano, han acabado d¨¢ndose por vencidos y han llegado a la conclusi¨®n de que las ventajas de la nueva tecnolog¨ªa superan con mucho los costes.
En esos y otros pa¨ªses, se ha podido disponer desde mediados de los noventa de un acceso b¨¢sicamente sin restricciones.
Los gobiernos m¨¢s conservadores, como el de Siria, Irak, Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª, han hecho todo lo posible para dejar los muros en su sitio. No hay ning¨²n acceso a Internet ni en Irak ni en Siria, donde un comit¨¦ encabezado por el hijo del presidente Hafez al-Assad est¨¢ estudiando la idea.
En Ir¨¢n, la gente de a pie no ha tenido permiso para acceder a los gr¨¢ficos de Internet hasta diciembre de 1997, tras la elecci¨®n del presidente Mohamed Jatami, en una era de relativa apertura. Incluso ahora, el servicio es accesible s¨®lo para unos pocos, debido a los altos precios.
Hasta enero, en Arabia Saud¨ª los usuarios ten¨ªan que acceder a Internet contratando primero una cuenta en el extranjero y despu¨¦s conectando con el proveedor mediante una llamada internacional. Con una nueva legislaci¨®n se han otorgado licencias a 42 proveedores locales, tras un estudio gubernamental que dur¨® dos a?os. Hasta ahora s¨®lo 10.000 saud¨ªs han contratado el servicio, aunque se espera que haya unos 115.000 para finales de a?o, una cifra peque?a para un pa¨ªs de 20 millones de habitantes. Im¨¢genes inmorales
El ayatol¨¢ Jantti, un l¨ªder espiritual iran¨ª, advert¨ªa en un reciente serm¨®n que "las im¨¢genes deshonrosas e inmorales" que se emit¨ªan en Internet son una afrenta para "toda la humanidad, la moralidad y la castidad" que "nos amenaza a todos". El Gobierno iran¨ª no ha legalizado el uso de Internet.
En Arabia Saud¨ª se han enmudecido las cr¨ªticas desde que el rey Fahd emitiera un decreto en marzo de 1997 en el que ped¨ªa la preparaci¨®n de un borrador con las directrices para el uso de Internet, dando as¨ª a la idea su apoyo impl¨ªcito.
"No hay que bloquear m¨¢s que dos cosas: lo que est¨¢ en contra de nuestra religi¨®n, y lo que est¨¢ en contra de nuestra sociedad", dice Abdul¨¢ al-Rashed, subdirector de la entidad gubernamental que supervisa Internet en Arabia Saud¨ª. Esos criterios llegan muy lejos. El intento de un proveedor local por establecer un sitio de conversaci¨®n fue rechazado, debido a que permitir¨ªa el contacto entre hombres y mujeres solteros, cosa que sigue siendo un tab¨². Los sitios que contienen desnudos o material sexual son inaccesibles, y la prohibici¨®n sobre los contenidos "en contra de nuestra sociedad" mantiene tapada la disensi¨®n pol¨ªtica, ya que se impide el acceso a cr¨ªticas al Gobierno saud¨ª.
? The New York Times
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