Un aterrizaje de libro
El piloto del avi¨®n que tom¨® tierra en Ginebra sin el tren delantero dice que se limit¨® a seguir el manual de emergencias
Una entre un mill¨®n. ?sa es la probabilidad de que el tren de aterrizaje delantero de un avi¨®n MD-87 (McDonnell Douglas) se niegue a salir. Pero existe. El s¨¢bado pasado le ocurri¨® en Ginebra (Suiza) a uno de Iberia que viajaba desde Barcelona con 101 pasajeros, uno de ellos un beb¨¦.Lo ¨²nico que hizo el comandante, Jaime Marcos, con 12.500 horas de vuelo a sus espaldas, fue seguir punto a punto el manual de emergencias, que, seg¨²n ¨¦l, cubre el 100% de las situaciones posibles en vuelo.
Cerca de las 11.50 del s¨¢bado, hora de llegada prevista, Marcos inici¨® la aproximaci¨®n al aeropuerto helv¨¦tico. Pero algo iba mal. Cuando vieron que el piloto indicador del tren de aterrizaje delantero estaba en rojo, explica, probaron un "procedimiento alternativo" que desbloquea sus puertas para hacerlo caer "por su propio peso". Pero tampoco eso funcion¨®. Aproximaci¨®n frustrada.
Siguiente paso: llamar al servicio de mantenimiento de Iberia a ver si se les ocurr¨ªa alg¨²n truco de ¨²ltima hora. Nada.
Pero ten¨ªan tiempo para dar con la mejor opci¨®n. ?Por qu¨¦? Cuestiones econ¨®micas. Los aviones suelen viajar con el combustible justo, pero, seg¨²n el copiloto, Javier del Olmo, en Suiza es mucho m¨¢s caro que en Espa?a, por lo que en Barcelona hab¨ªan puesto suficiente para el viaje de vuelta: una hora y cuarto para pensar.
Pero, al final, hab¨ªa que tomar una decisi¨®n. Estaba en el manual: aterrizar sin tren delantero tras haber pedido a los bomberos que llenasen la pista de nieve carb¨®nica (espuma), para evitar que la fricci¨®n del morro y el asfalto provocaran un incendio, pero s¨®lo despu¨¦s de los primeros mil metros a fin de que las ruedas traseras no resbalasen y perdieran frenada.
Tambi¨¦n hab¨ªa que informar a los pasajeros y "ordenarles, que no recomendarles", seg¨²n el sobrecargo, V¨ªctor M¨¢laga, que siguieran las medidas de seguridad. Hab¨ªa que procurar que no cundiese el p¨¢nico. "Ellos pasan mucho m¨¢s miedo que nosotros", puntualiza el comandante, "porque nosotros estamos concentrados en que no se nos escape ni un detalle mientras que ellos no pueden hacer nada m¨¢s que esperar".
Entre el copiloto y ¨¦l sujetaron el morro mientras fue posible -"no es f¨¢cil, son 52 toneladas"- para luego soltarlo suavemente. Aterrizaje perfecto.
Y evacuaci¨®n de r¨¦cord. "En menos de un minuto estaban todos fuera", recuerda el sobrecargo. Incluido el beb¨¦: "No vea c¨®mo lo agarraba su padre".
El comandante matiza que hacen cursillos cada seis meses para preparar estas emergencias y que sacan ejemplos de cada accidente.
Todo est¨¢ en el manual. Pero, al final, puede depender de lo fuerte que se tire de la palanca. Y de ella tira una persona. Esta vez lo hizo bien.
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