Desparpajo gaitero

En este pa¨ªs, tan dado a modas musicales, algo que sintonice con el p¨²blico mayoritario puede convertirse con extrema facilidad en una pesadilla. Ahora tocan los gaiteros. Todos hombres. As¨ª que era s¨®lo cuesti¨®n de tiempo el que llegaran las primeras mujeres.Los minutos iniciales de la joven orensana entra?aron m¨¢s riesgo y conten¨ªan m¨¢s m¨²sica que algunos conciertos de otros gaiteros. Cristina Pato se planta en escena con una actitud poco frecuente en tiempos de im¨¢genes prefabricadas.

Posee un punto jovial e ingenuo que desarma, y una naturalidad pasmosa: lo mismo suelta la gaita y se pone a bailar, dar saltos y grititos. Se trataba de presentar Tolemia, deb¨² discogr¨¢fico de quien a sus 18 a?os lleva desde los 4 con el instrumento, en un concierto que pudo seguirse en tiempo real a trav¨¦s de Internet. Sus acompa?antes del estreno est¨¢n a¨²n un poco verdes: Cristina -Crisis, como la llaman en su casa- les lleva varios largos de ventaja. Cont¨® tambi¨¦n con Carlos Beceiro al bouzouki y la guitarra braguesa, y con la zanfona de Germ¨¢n D¨ªaz, hijo de ilustre folclorista, en un tema de ambiente norteafricano.

Explic¨® sus intenciones: un viaje desde la Galicia m¨¢s profunda hasta las estrellas, pasando por Brasil, ?frica o el pop de los a?os ochenta. No faltan mu?eiras y nanas inspiradas por trasgos y meigas, pero hay un intento por desmarcarse de lo celta. Lo mejor de Cristina Pato quiz¨¢ no sea tanto este presente que la ilusiona, sino el futuro que se le adivina.