De la Polic¨ªa Municipal
1-2-99. Mi perra Akira, de nueve a?os, es madre por primera vez (a pesar de que no era ¨¦se nuestro deseo) de cuatro preciosos cachorros de mast¨ªn. J¨²bilo por el acontecimiento y preocupaci¨®n por encontrar, llegado el momento, el hogar adecuado para ellos.27-2-99. Los cachorros crecen por momentos. La madre se resiente de la insistente demanda de comida que le solicitan y hasta aqu¨ª no hemos encontrado entre nuestros conocidos ese hogar adecuado para una raza tan especial como ¨¦sta. Sufrimos viendo a nuestra perra Akira agobiada por su tard¨ªa maternidad, por lo que ma?ana, si hace buen d¨ªa, iremos al Rastro para ver si entre tanta gente encontramos esos due?os cari?osos que necesitan sus hijos.
28-2-99. Amanece un d¨ªa soleado, despierto a mi hijo y con gran dolor de coraz¨®n cargamos los tres cachorros que quedan en el coche. El silencio de mi hijo evidencia la inc¨®moda tensi¨®n que ambos sentimos por lo que vamos a hacer, pero hay que hacerlo, ?por qu¨¦ se embarazar¨ªa la perra! Mientras bajamos en el coche desde Boadilla nos queda la duda de que si los regalamos sin m¨¢s alg¨²n caprichoso los abandone m¨¢s tarde, con la misma facilidad con la que ha decidido qued¨¢rselos, por lo que decidimos ponerles un precio simb¨®lico de 3.000 pesetas, decididos a regalarlos si el interesado nos da la garant¨ªa de que van a ser bien tratados. Llegamos al Rastro y, nada m¨¢s ense?arlos, la gente se entusiasma con los cachorros (empezamos bien, en media hora seguro que acaba este desagradable pero inevitable trance, pensamos). A los cinco minutos aparecen, entre otros, dos amables hombres que parecen especialmente interesados, uno de ellos hace una llamada telef¨®nica y todo ufano retira al resto de interesados para exclamar gozoso: "?Nos los quedamos todos!". Mi hijo me mira entusiasmado convencido, como yo, de que hemos encontrado al perfecto due?o de una magn¨ªfica finca donde los tres cachorros juntos ser¨¢n felices para siempre. Hasta el resto del p¨²blico parece aliviado, como nosotros, del final feliz de la historia.
Pues no, de inmediato, y al m¨¢s puro estilo Miami Vice, aparece el resto del "equipo antivicio", y, en una maniobra propia de la m¨¢s trascendente redada antidroga, aparecen polic¨ªas municipales en moto, a pie, en coche, de paisano, con uniforme... (llegu¨¦ a contar hasta 10 polic¨ªas). Todo un despliegue de medios propio de la mejor pel¨ªcula del g¨¦nero.
Alucinados por la situaci¨®n tratamos de razonar con los polic¨ªas lo que aqu¨ª he tratado de explicar, pero la " brigada anticorrupci¨®n" s¨®lo acierta a explicar que es su obligaci¨®n. Nos confiscan los cachorros y me multan con ese aire de suficiencia s¨®lo comparable al derroche de medios humanos y t¨¦cnicos que han sido necesarios para detener a la "peligrosa banda de padre despistado, hijo y tres preciosos cachorros" que Dios sabe d¨®nde acabar¨¢n.
El colmo lo pone uno de los polic¨ªas que, al observar las l¨¢grimas de mi hijo ante semejante atropello, le sugiere que se comporte "como un hombre", lo que, viniendo de donde viene, s¨®lo me da que pensar en la suerte que tengo de tener un hijo con la sensibilidad suficiente como para no verse jam¨¢s actuando del modo en que hoy ha visto actuar a estos hombres aguerridos del Ayuntamiento de Madrid.-
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