Un indulto divino
El Mi¨¦rcoles Santo ir¨¢ delante del trono de Jes¨²s el Rico con un cirio blanco en la mano y el rostro cubierto de negro; ayer, en cambio, Miguel Maldonado Fern¨¢ndez, que tambi¨¦n vest¨ªa de oscuro, no ofrec¨ªa resistencia alguna para mostrar su alegr¨ªa. Acababa de conocer que ¨¦sta cofrad¨ªa le hab¨ªa librado de continuar en la prisi¨®n de Alhaur¨ªn de la Torre (M¨¢laga) por un delito de homicidio que cometi¨® hace nueve a?os. La gracia le vino del Consejo de Ministros, pero ¨¦l la achac¨® al cielo. "Se lo hab¨ªa pedido al de arriba, que es el que escucha y el que ve", dijo este hombre de 44 a?os refiri¨¦ndose a esta medida que se aplica desde 1759 gracias a un privilegio concedido por Carlos III a la hermandad. Y Dios, por lo visto, le escuch¨®. Miguel, casado y con tres hijos, ingres¨® en prisi¨®n hace cuatro a?os y medio -aunque desde abril del a?o pasado gozaba de r¨¦gimen abierto- por un delito de sangre en el que, seg¨²n dijo, se vio envuelto por causa mayor. En 1989 su hermano, que tambi¨¦n est¨¢ preso en Alhaur¨ªn, mat¨® de un tiro a un hombre en un ajuste de cuentas y Miguel tambi¨¦n estaba all¨ª. Pero no s¨®lo eso. Seg¨²n la sentencia que difundi¨® Efe, fue "cooperador necesario" y "tom¨® parte directa en su ejecuci¨®n". El juez fue contundente: quince a?os de prisi¨®n. "Estoy muy contento", manifest¨® este hombre parco en palabras que se hab¨ªa acicalado para la ocasi¨®n: traje de chaqueta sin corbata, camiseta negra y peine rojo en el bolsillo para retocar de vez en cuando un pelo reci¨¦n lavado y demasiado oscuro para su edad. Miguel, a esas alturas, ya ten¨ªa planes para gozar en libertad. Lo primero que pensaba hacer era "celebrarlo" con su mujer. Y en la c¨¢rcel, ?qu¨¦ tal? "Seg¨²n", contest¨® con sonrisa ecu¨¢nime. "Tienen que pensar que no est¨¢ acostumbrado [a la prensa] y que, por muy bien que est¨¦ un centro como este, no sabe qu¨¦ decir", manifest¨® el director del centro penitenciario, Tom¨¢s Sanmart¨ªn. Y la verdad es que apenas abri¨® la boca, si no era para sonre¨ªr. Le fuera, como le fuera, apenas ten¨ªa relaci¨®n con los otros reclusos. "Casi siempre estaba s¨®lo, no me gustaba relacionarme, aunque cuando se me acercaba alguien, yo hablaba con ¨¦l", coment¨® Miguel, quien hizo las veces de carpintero en el taller de madera del centro penitenciario hasta que le lleg¨® el tercer grado. Entonces tuvo la suerte de ser aceptado de nuevo en el trabajo que tuvo que dejar al ingresar en prisi¨®n y en el que continuar¨¢ ahora: el de la vigilancia de una urbanizaci¨®n. Isidro Merino, hermano mayor de la cofrad¨ªa de El Rico, consider¨® "normal" que se solicitara la medida de gracia para un preso con delito de sangre, pese a que suelen hacerlo en favor de reclusos con delitos menores. Desde 1985, seg¨²n dijo, cuatro personas condenadas por delitos similares han sido indultadas a solicitud de la cofrad¨ªa. Una de ellas era mujer. Adem¨¢s, el preso indultado en 1988 ten¨ªa una condena "muy similar". A Miguel, que desde el mi¨¦rcoles podr¨¢ so?ar en su propia cama y en libertad, poco le importaban las estad¨ªsticas. S¨®lo sabe que goza de un privilegio que, seg¨²n la leyenda, debe a los reclusos de M¨¢laga del XVIII. En 1759 los presos se amotinaron por fervor. No quer¨ªan ser libres, tan s¨®lo evitar que la prohibici¨®n de Carlos III de reunirse en lugares p¨²blicos a causa de una epidemia de peste, afectase al paso de Jes¨²s el Rico. Los presos se escaparon, llevaron la imagen a hombros y de motu propio hicieron lo que Miguel ya no tendr¨¢ que hacer: volver a la c¨¢rcel.
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