Ellos tambi¨¦n recurren a la cirug¨ªa est¨¦tica
Cada vez son m¨¢s numerosos los adolescentes que se hacen la liposucci¨®n o que se retocan la nariz y las orejas
![Gabriela Ca?as](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe2ef923b-1fb5-40d3-a83a-f8e22e6aaa96.png?auth=e38266807565ed5e93a4dcac350ef8ca70270dc6216112a4322580e55d781a8a&width=100&height=100&smart=true)
A las consultas de los cirujanos pl¨¢sticos acuden de forma creciente padres angustiados por los problemas est¨¦ticos de sus hijos. Los especialistas alegan que no hacen milagros, pero s¨ª maravillas, especialmente con los j¨®venes. Porque una intervenci¨®n -reducir por ejemplo la grasa en el pecho de un chaval- puede cambiar su vida de forma inmediata. Adem¨¢s, la cirug¨ªa est¨¦tica adolescente ofrece una caracter¨ªstica: no hay mayor¨ªa femenina de pacientes; los chicos est¨¢n casi tan dispuestos como ellas a mejorar su imagen.Lo que le sorprende al cirujano Francisco Javier Gabilondo es la naturalidad con la que los chavales acuden ahora a su consulta. "Antes se consideraba algo exc¨¦ntrico; ahora no. Lo m¨¢s corriente entre los chicos ha sido siempre operarse la nariz y las orejas. Entre las chicas, la reducci¨®n o el aumento del pecho, pero cada vez vienen m¨¢s chavales a hacerse una liposucci¨®n. Sobre todo poco antes del verano. Porque los hay que no se atreven a quitarse la camiseta en la playa y los que est¨¢n hartos de hacer dieta. ?Para qu¨¦, si en una sesi¨®n les puedes quitar un ac¨²mulo de grasa y acabar con el complejo?".
Gabilondo es el jefe de cirug¨ªa pl¨¢stica del hospital de Cruces en Bilbao y, adem¨¢s, tiene consulta privada en la policl¨ªnica San Antonio. Esta segunda ocupaci¨®n es la que le obliga a ver casos a veces inauditos, a veces incomprensibles; otras veces, alarmantes.
Para este cirujano, series televisivas como Los vigilantes de la playa son las que producen tan tremendos complejos entre los adolescentes para los que modelar sus cuerpos se convierte en una necesidad obsesionante. Un estudio de la Universidad del Pa¨ªs Vasco acaba de demostrar que el 60% de los j¨®venes vascos se siente insatisfecho de su cuerpo.
Para los cirujanos pl¨¢sticos, trabajar en adolescentes es m¨¢s gratificante que en adultos. "Yo se lo he advertido a veces a los padres. Les he dicho: "Mira, esta ni?a no quiere salir de casa del complejo que tiene, pero despu¨¦s no vas a tener sogas suficientes para amarrarla". Y es que cuando hay un complejo justificado, una nariz desorbitada o unos pechos excesivos, le amarga la vida a un adolescente y una intervenci¨®n tuya cambia su existencia. Eso es verdad". As¨ª lo explica Benito Vilar-Sancho, que adem¨¢s de cirujano es el presidente de la Sociedad Espa?ola de Cirug¨ªa Pl¨¢stica. Vilar-Sancho clasifica las operaciones m¨¢s habituales seg¨²n los sexos: ellos, orejas, nariz y ginecomastia (reducir el pecho); ellas, liposucci¨®n, reducci¨®n de mamas, nariz y orejas. Es Vilar-Sancho el que cuenta que muchos padres llegan angustiados a su consulta pidiendo que haga algo por remediar el problema de su ni?o.
Fernando Barrag¨¢n, director de la cl¨ªnica madrile?a que lleva su apellido, a?ade una novedad en este terreno: la fobia a las cicatrices que afecta sobre todo a los varones. Este ¨²ltimo aspecto no es tan gratificante para los m¨¦dicos, pues saben que las cicatrices son marcas indelebles sobre cuya desaparici¨®n los pacientes suelen poner enormes expectativas.
En la Cl¨ªnica Barrag¨¢n se registran un millar de operaciones al a?o. Con tan alta actividad, Fernando Barrag¨¢n tiene sus propias estad¨ªsticas: "Entre los adultos hay una aplastante mayor¨ªa de pacientes femeninas. Yo dir¨ªa que la proporci¨®n es de ocho mujeres por cada dos hombres. Entre los adolescentes, est¨¢ mucho m¨¢s equilibrada: 6/4".
"Es cierto que casi son mitad y mitad", corrobora Miguel ?ngel Gimeno, jefe de servicio de la Cl¨ªnica Sagrado Coraz¨®n y presidente de la Agrupaci¨®n de Cirug¨ªa Pl¨¢stica y Est¨¦tica de Sevilla. "El problema es que en muchas ocasiones vienen con causas inexistentes. No se ven a s¨ª mismos de forma natural, sino que s¨®lo saben ver a los j¨®venes que salen en las revistas y en las series de televisi¨®n. En esos casos, yo procuro convencer al paciente de que es mejor esperar y suelo enviarles al psic¨®logo; en otros casos, al endocrino".
Pero enviar a la gente al psic¨®logo o al psiquiatra no suele ser tarea bien entendida por parte de los pacientes. Todos los cirujanos coinciden en que es misi¨®n casi imposible convencer a un paciente -ya sea joven, ya sea adulto- de que no se meta en el quir¨®fano. "Aqu¨ª llegan ni?as delgad¨ªsimas pidi¨¦ndote una liposucci¨®n y no hay manera de convencerlas de que no tienen grasa que sacar por ninguna parte", dice Vilar-Sancho. "Mandarles al psiquiatra es como mentarles a su madre", aduce Barrag¨¢n. A veces, estos cirujanos saben que su negativa a operar tendr¨¢ una sola consecuencia: el paciente acudir¨¢ a cualquier otro especialista, pues ¨¦ste es un mercado floreciente, una medicina totalmente privada, en la que siempre hay alguien dispuesto a aplicar el caro tratamiento.
Gimeno dice que no es malo que la cirug¨ªa est¨¦tica -y tambi¨¦n entre quincea?eros- vaya en aumento, que es se?al del creciente nivel de vida de un pa¨ªs, pero Gabilondo, observador de su clientela, aventura una hip¨®tesis: "Para m¨ª que muchos padres de hoy est¨¢n vendidos por los problemas de sus hijos. Me da la impresi¨®n de que renuncian a la educaci¨®n de los hijos y, al final, son esclavos de sus caprichos. Por eso a veces vienen a la consulta y te piden: "Hazles lo que sea, por favor".
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