El pa?uelo del oficial republicano
Casi sesenta a?os despu¨¦s, le ha llegado a Isabel Vicente Esteban el definitivo adi¨®s de su marido: un pa?uelo con la fragancia del tiempo, y desva¨ªdo. Fue en la madrugada del 15 de noviembre de 1939 y en el Reformatorio de Adultos de Alicante, cuando Etelvino Vega Mart¨ªnez se lo entreg¨® subrept¨ªciamente a uno de sus compa?eros de c¨¢rcel. Justo L¨®pez Meg¨ªas: "D¨ªselo a mi mujer", le susurr¨®. No ten¨ªa ninguna otra cosa y lo esperaba el pelot¨®n de fusilamiento. En EL PA?S del 15 de marzo, se cuenta c¨®mo tras muchas peripecias, se cumpli¨® la voluntad del teniente coronel republicano: las manos tr¨¦mulas de una viuda de 81 a?os acariciaron el pa?uelo y hasta quiz¨¢ percibieron toda la destemplanza de aquella madrugada y la entereza de su marido. La Rep¨²blica naufrag¨® en el puerto de Alicante, cuando la Divisi¨®n Littorio del general Gast¨®n Gambara, en nombre del General¨ªsimo, ocup¨® la ciudad, mediada la tarde del 30 de marzo de 1939. Llov¨ªa, los italianos cantaban la Giovinneza y en los muelles una multitud -combatientes, intelectuales y obreros, dirigentes pol¨ªticos y cargos p¨²blicos, mujeres y ni?os- ve¨ªa c¨®mo se esfumaba cualquier pizca de esperanza: despu¨¦s del Mar¨ªtime, que hab¨ªa largado amarras el d¨ªa anterior, ya no parti¨® ning¨²n otro barco hacia el exilio. Y la resistencia armada hubiera sido un sacrificio in¨²til: adem¨¢s de los mercenarios de Gambara, los minadores Vulcano y J¨²piter hab¨ªan desembarcado dos batallones del Ej¨¦rcito de Galicia, y el Canarias ten¨ªa sus ca?ones a punto. El puerto era una trampa donde, entre doce y dieciocho mil personas consum¨ªan, crispadas y estremecidas, sus ¨²ltimas horas de libertad. Muy temprano, el 1 de abril, abandonaron el puerto los que agotaron el ¨²ltimo plazo. Y fue entonces cuando Gambara notific¨® a la superioridad: "Todos los milicianos est¨¢n en nuestras manos, incluso jefes. Ahora, toda labor administrativa y pol¨ªtica est¨¢ en manos de las autoridades nacionales". Poco despu¨¦s, el Cuartel General de Franco emit¨ªa su lac¨®nico parte que conclu¨ªa: la guerra ha terminado. Y empez¨® la represi¨®n. La multitud fue conducida a punta de bayoneta al ef¨ªmero "campo de los almendros", en la Goteta, y una semana despu¨¦s al de Albatera; a los castillos de Santa B¨¢rbara y San Fernando; a la plaza de toros; a diversas salas de cine; a toda una abrupta geograf¨ªa carcelaria. Aquel mes de marzo, Alicante vivi¨® semanas de zozobra y confusi¨®n. La ca¨ªda de Catalu?a aceler¨® la agon¨ªa republicana. El doctor Juan Negr¨ªn regres¨® de Francia sobre el 9 o el 10 de febrero, y se instal¨® en Elda, en la llamada "posici¨®n Yuste". All¨ª, el presidente del Gobierno libr¨® varios nombramientos, a primeros de marzo. Entre ellos el del teniente coronel Etelvino Vega como comandante militar de Alicante, cargo que s¨®lo ostent¨® dos o tres d¨ªas, ya que a ra¨ªz del golpe de Casado, el 5 de marzo, fue depuesto y detenido, al d¨ªa siguiente, como lo fue el dirigente comunista italiano Palmiro Togliatti. Desde aquel momento, Negr¨ªn orden¨® a su Gobierno la salida de Espa?a. Sucesivamente y desde el aer¨®dromo de Mon¨®var, posici¨®n Dakar, salieron Rafael Alberti, Mar¨ªa Teresa Le¨®n, Antonio Cord¨®n, Dolores Ibarruri, Hidalgo de Cisneros, Enrique Lister, Juan Modesto; y desde Los Alc¨¢zares, Santiago Carrillo, Fernando Claud¨ªn, Togliatti. El coronel Segismundo Casado embarc¨® en Gandia; en tanto el general Miaja lo hac¨ªa en avi¨®n, desde el aer¨®dromo de Alicante. El teniente coronel Evelvino Vega, procedente de las milicias, fue puesto en libertad por las autoridades casadistas d¨ªas despu¨¦s de su detenci¨®n. Quiz¨¢ estuvo en el puerto, pero no fue apresado all¨ª. En la "hoja oficial de Alicante", del 13 de mayo, se da cuenta de la detenci¨®n del "comandante militar que fue de esta plaza, destacado comunista que represent¨® en distintas ocasiones al mismo (entendemos al PCE) en Rusia, gran actuante en el ej¨¦rcito. Le sorprendi¨® en Catalu?a la entrada de nuestro glorioso ej¨¦rcito, pasando a Francia, regresando a la zona roja". Etelvino Vega fue condenado a la pena de muerte. "Precisamente fui yo quien le dio al propio Etelvino la lista de quienes hab¨ªan de morir al d¨ªa siguiente. No sab¨ªa que su nombre figuraba en aquella relaci¨®n", declar¨® a este cronista el tambi¨¦n recluso Rafael Sierra Jover. Etelvino Vega entreg¨®, en un descuido de los guardianes, un pa?uelo a Justo L¨®pez Meg¨ªas: "D¨¢selo a mi mujer". Luego, se dirigi¨® con voz recia y serena, a los otros veintis¨¦is hombres que iban a morir con ¨¦l. Y poco despu¨¦s, el Reformatorio de Adultos de Alicante se estremeci¨®: los condenados se iban cantando la Internacional, camino del pared¨®n. Casi sesenta a?os m¨¢s tarde, Isabel Vicente Esteban, viuda del militar republicano, ha recibido el pa?uelo. Un pa?uelo para enjugar todo el dolor de este siglo y para decirle un definitivo y rotundo adi¨®s a las armas.
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