Miles de refugiados desaparecen sin dejar rastro
En una operaci¨®n brutal, el campamento de Blace, en Macedonia, es desalojado de kosovares en una sola noche
ENVIADO ESPECIALEl vertedero humano de Blace ya no existe. Se form¨® r¨¢pida y brutalmente, y as¨ª desapareci¨®: polic¨ªas y soldados macedonios vaciaron el barranco en una noche fren¨¦tica de gritos y evacuaci¨®n ca¨®tica, tras la cual se perdi¨® la pista de 35.000 de los 60.000 refugiados que durante casi una semana se hab¨ªan hacinado en el paso fronterizo entre Kosovo y Macedonia. Anoche, el n¨²mero de extraviados se reduc¨ªa a 10.000. Miles de personas fueron trasladadas a la fuerza hacia Albania, un n¨²mero indeterminado logr¨® escapar hacia barrios albaneses en el interior de Macedonia y otros empiezan a aparecer, tras un largo viaje en autob¨²s, en pa¨ªses como Grecia o Turqu¨ªa. La cat¨¢strofe contin¨²a.
El paisaje despu¨¦s de la tragedia era desolador. Todo, salvo los seres humanos, hab¨ªa quedado all¨ª. El hedor, la basura, los excrementos. Pero tambi¨¦n una inmensa colecci¨®n de objetos como testimonio silencioso de la brutalidad de la evacuaci¨®n: la fotograf¨ªa del muchacho sonriente, la de la familia endomingada quiz¨¢ para una boda, la novelita sentimental que alguien ley¨® para abstraerse del horror, una carta a medio escribir, las maletas con el somero equipaje que los refugiados arrastraron durante kil¨®metros de fuga, la bolsita con los pa?ales y el biber¨®n de un beb¨¦... Obreros con mascarillas hac¨ªan hogueras con los restos del ¨¦xodo y un cami¨®n cisterna baldeaba la carretera. Las cuatro tiendas en las que se dispens¨® una exigua ayuda m¨¦dica estaban listas tambi¨¦n para ser pasto del fuego.M¨¢s all¨¢ de la frontera, donde durante d¨ªas se acumularon decenas de miles de albanokosovares que esperaban pasar a Macedonia, no hab¨ªa otra cosa que vac¨ªo, silencio y cientos de autom¨®viles abandonados. Quiz¨¢ se fueron al saber que los serbios hab¨ªan cerrado la frontera. Quiz¨¢, atosigados por el hambre y la fatiga, decidieron volver. Quiz¨¢ confiaron en el alto el fuego decretado por Belgrado. Quiz¨¢ fueron obligados a volver por la misma polic¨ªa que les hab¨ªa deportado hasta all¨ª. Por ahora es imposible saber qu¨¦ es lo que ocurri¨® en Kosovo durante esa noche extraordinaria.
Paula Ghedini, la portavoz en Macedonia del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), protest¨® p¨²blicamente por la actuaci¨®n de las autoridades macedonias en Blace. Primero, porque ACNUR no fue consultada y no se permiti¨® a sus representantes entrar en el campo en ning¨²n momento. Segundo, porque la evacuaci¨®n se hizo de forma descontrolada, sin comunicar a los refugiados cu¨¢l era su destino y separando sin miramientos grupos familiares. Tercero, porque al amparo de la noche se emple¨® la violencia para acelerar el proceso.
Los responsables de ACNUR reconocieron en privado, sin embargo, que la evacuaci¨®n era urgent¨ªsima porque las enfermedades comenzaban a propagarse, y admitieron que, pese a la brutalidad, se alegraban de que Blace estuviera al fin vac¨ªo. El Gobierno macedonio emple¨® los 350 autobuses del sistema de transporte p¨²blico en una lanzadera constante hacia los campos de la OTAN en Brazda y Stenkovec, que acogen ya a 60.000 personas, y hacia los campos dirigidos por ACNUR en Bojane, Neprostino, Radusa y Cegrane, en los que fueron depositadas 15.000.
Pero al menos 14.000 personas fueron llevadas tambi¨¦n, con lo puesto y sin ninguna informaci¨®n, a la frontera con Albania. Una cantidad indeterminada sigui¨® camino hacia Grecia. Otros, quiz¨¢ porque el conductor atendi¨® los lamentos de su apretado pasaje, fueron llevados a las ciudades de Skopje y Tetovo y entregados a la comunidad albanesa residente en ellas.
Un voluntario de la organizaci¨®n humanitaria albanesa El-Hilal, que quiso permanecer en el anonimato, asisti¨® a la evacuaci¨®n nocturna: "No hab¨ªa ning¨²n orden, nadie mandaba. Todo eran gritos, golpes y lloros. Los polic¨ªas s¨®lo se preocupaban de terminar cuanto antes. Cada conductor hac¨ªa lo que quer¨ªa y descargaba a la gente de cualquier manera en cualquier sitio. Muchos fueron abandonados de madrugada a kil¨®metros de los campos de la OTAN y tuvieron que caminar hacia ellos, a oscuras, porque el conductor estaba ya demasiado fatigado y quer¨ªa terminar el trabajo". El Gobierno macedonio afirm¨® ayer que condenaba los "casos aislados" de violencia por parte de sus polic¨ªas y soldados. Pidi¨® asimismo que se comprendiera que la brutalidad y el descontrol de sus actuaciones se deb¨ªa al caos en que estaba sumido el pa¨ªs. "Todo esto nos ha desbordado", dijo el ministro del Interior.
Claudia Ghedini, la delegada de ACNUR, admiti¨® que, violencias al margen, el Gobierno del peque?o pa¨ªs balc¨¢nico hab¨ªa hecho "much¨ªsimo con pocos medios". "En ACNUR tampoco esper¨¢bamos este inmenso flujo de refugiados, la situaci¨®n ha sido inmanejable. S¨®lo podemos estar inmensamente agradecidos a la OTAN", a?adi¨®, por el trabajo de los soldados de la Alianza al levantar nuevos campamentos con tiendas y servicios sanitarios.
La OTAN cooperaba tambi¨¦n en el registro de quienes ingresaban en sus campamentos y trataba de organizar decentemente el puente a¨¦reo para trasladar a los refugiados a terceros pa¨ªses: se instalaron listas para que cada persona expresara el destino de su preferencia, y los autobuses al aeropuerto llevaban ayer un cartel con el pa¨ªs al que se dirig¨ªan. "Espero que en los vuelos hacia otros pa¨ªses no se registre nunca m¨¢s la violencia del primer d¨ªa, que nadie sea forzado ni golpeado. El Gobierno macedonio se ha comprometido a ello. Y yo me comprometo a reunir, con tiempo, los grupos familiares que han quedado rotos", declar¨® Ghedini.
El esfuerzo de los soldados
La OTAN maneja estos d¨ªas una situaci¨®n relativamente esquizofr¨¦nica. Mientras bombardea con una mano Yugoslavia, con la otra desempe?a una extraordinaria labor humanitaria en Macedonia. Buena parte de los 12.000 soldados estacionados en la peque?a rep¨²blica balc¨¢nica se dedican durante 18 horas al d¨ªa, en turnos agotadores, a cavar letrinas, a instalar tiendas y a atender la desesperaci¨®n de decenas de miles de refugiados. Por m¨¢s que trabajen, su tarea nunca termina. Siempre hay nuevas personas que instalar, toneladas de comida que repartir, enfermedades que curar y quejas que atender.En algunos casos, su dedicaci¨®n va m¨¢s all¨¢ del deber. La teniente brit¨¢nica Vicky Wentworth sal¨ªa de servicio, ayer de madrugada, pero quiso echar un ¨²ltimo vistazo al impresionante hospital de campa?a -con quir¨®fano y laboratorio- instalado por Israel en el campo de Brazda. El quir¨®fano acababa de estrenarse con una ces¨¢rea, uno de los dos alumbramientos que se produjeron durante la noche en el campo de refugiados de la OTAN. La ces¨¢rea fue bien y el padre, un hombre sin nada, trat¨® de preparar un ajuar para la ni?a con alguna ropa para adultos procedente de donaciones. La teniente prescindi¨® de dormir y se desplaz¨® a Skopie, donde compr¨® ropa de beb¨¦ y un sonajero.
"Ayer no pod¨ªa m¨¢s y hoy es un milagro que me tenga en pie", dijo el soldado Emerson, un hombre corpulento que entregaba cajas de agua mineral, de doce botellas cada una, ante una cola de refugiados. "?D¨®nde est¨¢n los marines?", preguntaba un miembro de ACNUR. "Ni idea, andar¨¢n por ah¨ª con pico y pala, pero no s¨¦ d¨®nde", respondi¨® un sargento estadounidense. "Yo ya no quiero entender nada: vamos de un lado a otro y no damos abasto", suspir¨® un oficial franc¨¦s. En el hospital militar de los italianos hab¨ªa m¨¦dicos que llevaban m¨¢s de 30 horas de trabajo ininterrumpido.
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