?De qu¨¦ sirven las lecciones de Bosnia y de Ruanda?
y FRANCIS JEANSONLos ataques a¨¦reos de la OTAN contra el dispositivo militar serbio han desencadenado una ola de indignaci¨®n en medios intelectuales y pol¨ªticos que, pese a ser muy diversos, coinciden en repulsas comunes. La elemental hostilidad contra unos actos de guerra que, inevitablemente, provocan p¨¦rdidas de vidas humanas es leg¨ªtima y comprensible, pero conviene destacar que la mayor¨ªa de las personas, de los partidos y de los grupos que condenan estos ataques apenas se han conmovido con las sucesivas guerras que, por culpa de Milosevic y de su r¨¦gimen, han causado las incalificables destrucciones que ya conocemos. Es evidente que, por su naturaleza, los misiles y las bombas estadounidenses deben ser m¨¢s horribles que las balas, obuses y cuchillos chetniks, sea cual sea el n¨²mero de v¨ªctimas de los unos y de los otros.
Hecha esta observaci¨®n preliminar, queremos responder a algunas cr¨ªticas contra el principio mismo de intervenci¨®n militar (la cuesti¨®n de la estrategia adoptada por la OTAN es diferente).
La cr¨ªtica m¨¢s en¨¦rgica contra la operaci¨®n en curso sostiene que una consecuencia evidente de los ataques ha sido desencadenar la actual ola de limpieza ¨¦tnica y represi¨®n. Se olvida la cronolog¨ªa reciente de la crisis y sus antecedentes.
Tras el acuerdo entre Hoolbroke y Milosevic y la designaci¨®n de los verificadores de la OSCE, que permitieron un cese relativo de la violencia y de las expulsiones, todos los observadores esperaban una reanudaci¨®n del terror en primavera si no mediaba una soluci¨®n. Por ello era tan urgente buscar la firma inmediata de un acuerdo.
La responsabilidad de los occidentales no radica en su intervenci¨®n contra los serbios, sino en su car¨¢cter insuficiente. Milosevic no puso en marcha su m¨¢quina del terror en respuesta a los ataques; s¨®lo aprovech¨® un pretexto para aplicar un plan preestablecido que se remonta, con todos sus detalles, a antiguos proyectos del nacionalismo gran-serbio (v¨¦ase el op¨²sculo de Vasa Cubrilovic La expulsi¨®n de los albaneses, 1937).
Hacer de la intervenci¨®n de la OTAN la causa de la limpieza ¨¦tnica en Kosovo es razonar como si el genocidio de los jud¨ªos por los nazis hubiese sido provocado por la declaraci¨®n de guerra de los aliados a Alemania o el genocidio de los tutsis de Ruanda por el atentado contra el avi¨®n del presidente Habyarimana. Los autores de todos estos cr¨ªmenes contra la humanidad hubieran podido presentarse como v¨ªctimas inocentes de confabulaciones urdidas desde el extranjero, algo que no dejan de clamar los serbios que no comprenden qu¨¦ tiene el mundo contra ellos.
Otro caballo de batalla de quienes se han opuesto a la intervenci¨®n militar es que destruye la oposici¨®n democr¨¢tica en Serbia y refuerza la autoridad de Milosevic. Este argumento se basa en un desconocimiento total de la realidad pol¨ªtica de Serbia. En ese pa¨ªs hubo una oposici¨®n o, m¨¢s bien, unas oposiciones cuando Milosevic y su clan se apropiaron del poder, pero sus dirigentes fueron incapaces de unirse y, sobre todo, de llevar a cabo una cr¨ªtica radical contra el nacionalismo gran-serbio, unos por convicci¨®n y otros por oportunismo.
Las grandes manifestaciones que despertaron las esperanzas de los amigos de la tan deseada Serbia democr¨¢tica nunca plantearon los problemas provocados por las guerras de agresi¨®n llevadas a cabo por Milosevic con el consentimiento, abierto o resignado, o en el mejor de los casos con la indiferencia, de la mayor¨ªa de los serbios. La ¨²nica oposici¨®n merecedora de ese nombre es la del pu?ado de personas que, con un valor admirable, se atreven a decir que la pol¨ªtica de "defensa del inter¨¦s nacional serbio" encarnada por Milosevic, e inspirada en su origen por la gran mayor¨ªa de las ¨¦lites serbias, es la responsable de todo lo que ha ocurrido, de lo que sucede en este momento y de las cat¨¢strofes que se anuncian.
Esta verdad no es, por el momento, audible por los serbios. Sin duda hay que esperar a que el r¨¦gimen haya ca¨ªdo y con ¨¦l todas las ilusiones que ha alimentado.
La evidencia de que el r¨¦gimen de Milosevic es, por su propia naturaleza, el principal obst¨¢culo para una soluci¨®n duradera de los conflictos de la ex Yugoslavia empieza a ser expresada en palabras por los responsables pol¨ªticos, pero parece que les resulta dif¨ªcil derivar de ello todas las consecuencias, dado la que les exigir¨ªa tomar decisiones dr¨¢sticas.
Entre las dudas que invocan figura la de la solidez y la capacidad de resistencia del r¨¦gimen y de su aparato represivo: fuerzas de seguridad y ej¨¦rcito. Si bien est¨¢ prohibido a quienes no son especialistas en la cuesti¨®n formular cualquier juicio al respecto, al menos es necesario rechazar la comparaci¨®n, realizada con frecuencia, incluso por "expertos", entre las cualidades del ej¨¦rcito de partisanos de Tito y las de las actuales Fuerzas Armadas serbias: polic¨ªa especial, milicias y ej¨¦rcito.
Hay que recordar que el ej¨¦rcito de los partisanos ten¨ªa una composici¨®n multinacional, que su ideolog¨ªa era la opuesta a la del ej¨¦rcito serbio de hoy, que le era impuesta una disciplina rigurosa...
Convertir al ej¨¦rcito de Milosevic en el heredero del ej¨¦rcito de Tito es una sinraz¨®n tanto m¨¢s flagrante cuanto que los valores y el sentido del honor -si puede llamarse as¨ª- actuales son los de los chetniks y no los de los partisanos, lo que no habla en favor de la capacidad de lucha y a¨²n menos de la invulnerabilidad de los serbios, que no se distinguieron ni en Croacia ni en Bosnia. Resulta m¨¢s f¨¢cil llevar a cabo una guerra contra civiles que contra militares, como lo demostraron las atrocidades de Bosnia que se reproducen en Kosovo.
Es responsabilidad de los pol¨ªticos, bajo el control te¨®rico de los ciudadanos, establecer los objetivos de su acci¨®n. Si consideran que la paz bien vale un compromiso, deben evaluar sus riesgos. Lo m¨¢s nefasto ser¨ªa, tras el ejemplo de Bosnia, ratificar la limpieza ¨¦tnica a que se dedican los serbios antes de proponer la partici¨®n de Kosovo. No nos atrevemos a pensar que existan dirigentes conscientes de sus responsabilidades que acepten un mercadeo as¨ª que someter¨ªa a los Balcanes de las pr¨®ximas d¨¦cadas a desgarramientos ininterrumpidos. Por ahora, las potencias de la OTAN tienen el deber de proteger con toda urgencia a las poblaciones de Kosovo de las matanzas que derivan en genocidio. ?Para qu¨¦ sirven, pues, las lecciones de Bosnia y de Ruanda? ?Para crear dentro de dos a?os una comisi¨®n de investigaci¨®n parlamentaria sobre Kosovo?
La ¨²nica forma de poner fin a esta barbarie es obligar a todas las fuerzas armadas serbias a retirarse de Kosovo y estacionar tropas internacionales suficientemente numerosas y seguras como para hacer que se respeten la integridad territorial del pa¨ªs y el autogobierno de los kosovares. Este objetivo debe alcanzarse a cualquier precio, con todos los medios militares apropiados.
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