Apoteosis del dise?o
La divisi¨®n de opiniones est¨¢ garantizada en Madrid, al menos en el terreno esc¨¦nico, en una representaci¨®n de Carmen. La hubo en los dos ¨²ltimos montajes, el sombr¨ªo y dram¨¢tico de Pilar Mir¨®, rechazado con violencia por un sector de p¨²blico, y la hubo en la colorista visi¨®n de Pier Luigi Pizzi, con tricornios y guardias civiles incluidos. La presentada ayer en el Teatro Real, marcada por los figurines futuristas del dise?ador de moda Jes¨²s del Pozo, pone en bandeja la pol¨¦mica. Siguiendo los pasos de Versace o Armani, Del Pozo ha dejado su sello propio en una representaci¨®n de ¨®pera. Los resultados son discutibles, pero al menos hay que aplaudir el riesgo que ha asumido el Real con la propuesta.Sostiene el profesor sevillano Jacobo Cort¨ªnez en un espl¨¦ndido art¨ªculo del programa de mano que "Carmen no es una ¨®pera realista, ni tampoco naturalista, sino el resultado de un proceso de intertextualidad donde se entrecruzan discursos literarios, pict¨®ricos y musicales". Emilio Sagi, el escen¨®grafo Gerardo Trotti y el figurinista Jes¨²s del Pozo han planteado la ¨®pera mirando m¨¢s hacia una s¨ªntesis de futuro que hacia la s¨ªntesis del pasado. Un cierto tono surrealista aparece con firmeza. Se juega quiz¨¢ excesivamente con la est¨¦tica de las apariencias. Se puede o no aceptar, pero al menos es coherente en su desarrollo. Del t¨®pico (o topicazo) se pasa a una apolog¨ªa del dise?o. Todo vale. Monjas gal¨¢cticas, pajareros a lo Papajeno, falleras, travestis y toreros de pasarela. Hay imaginaci¨®n (delirante en el ¨²ltimo acto y tambi¨¦n, aunque en menor medida, en el primero) y hay una meritoria utilizaci¨®n de las escenas paralelas por medio de Sagi en su obsesi¨®n por contar con claridad la historia y sus a?adidos. Algunos de sus recursos t¨ªpicos de lenguaje -golpes de abanico, fotos, movimiento continuo- est¨¢n presentes en las escenas m¨¢s luminosas y desenfadadas, pero cuando tiene que contrastar, como en el ¨²ltimo acto, una situaci¨®n mundana con otra dram¨¢tica, lo hace con convicci¨®n y fundamento.
Carmen
?pera en cuatro actos de Georges Bizet. Con Agnes Baltsa (Carmen), Neil Shicoff (Don Jos¨¦), Greer Grimsley (Escamillo), Andrea Dankova (Micaela), Elena de la Merced, Marina Rodr¨ªguez Cus¨ª, Carlos L¨®pez, Carlos Bergasa, Josep Miquel Ram¨®n y Emilio S¨¢nchez. Director musical: Garc¨ªa Navarro. Director de escena: Emilio Sagi. Escen¨®grafo: Gerardo Trotti. Figurinista: Jes¨²s del Pozo. Core¨®grafo: Antonio M¨¢rquez. Iluminador: Guido Levi. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Coro de la Comunidad de Madrid. Escolan¨ªa Nuestra Se?ora del Recuerdo. Teatro Real, 8 de abril.
Escenograf¨ªa
La escenograf¨ªa de Gerardo Trotti agudiza el sentido laber¨ªntico de las calles en el primer acto, utiliza un planteamiento de mezcla de estilos en el segundo, evoca el cart¨®n-piedra en el tercero, y es rabiosamente luminosa y despejada en el cuarto. Funciona mejor en los actos extremos que en los intermedios, entre otras razones porque posibilita una direcci¨®n esc¨¦nica m¨¢s ¨¢gil y creativa. La resoluci¨®n del primer acto, con la complicidad del pueblo en la huida de Carmen, y el explosivo y particular desfile de modelos en los momentos previos a la corrida del cuarto acto son dos de los momentos m¨¢s significativos de la lectura teatral. Los actos intermedios tienen una condici¨®n m¨¢s est¨¢tica.Carmen necesita a una cantante-actriz que haga sentir la pasi¨®n y el irresistible magnetismo del personaje. La mezzosoprano griega Agnes Baltsa es hi¨¦r¨¢tica, distante, triste. No da la talla. Tiene actualmente un timbre de voz nada atractivo y desafina de cuando en cuando, pero es especialmente su faceta interpretativa descafeinada, impasible a la emoci¨®n, lo que lastra su construcci¨®n del personaje. Tiene car¨¢cter y solidez, desde luego, pero no es suficiente. Los elogios y la a?oranza de Teresa Berganza -qu¨¦ paradoja- se reproduc¨ªan en la sala.
El tenor norteamericano Neil Shicoff compuso un Don Jos¨¦ excelente. La romanza de la flor la frase¨® con sutileza y en la escena final alcanz¨® unos tintes dram¨¢ticos de mucha envergadura. Fue el triunfador de la noche seguido por la d¨²ctil Andrea Dankova, en el bomb¨®n del personaje de Micaela. Greer Grimsley no pas¨® de la correcci¨®n como Escamillo. Marina Rodr¨ªguez Cus¨ª y Elena de la Merced cumplieron satisfactoriamente en los personajes de las gitanas Mercedes y Frasquita.
Falt¨® emoci¨®n
El director musical Garc¨ªa Navarro tuvo una actuaci¨®n desigual y por momentos desconcertante. Brillante y superficial en el primer acto, anodino en el segundo, se vino arriba tras una sonora divisi¨®n de opiniones cuando salud¨® antes de comenzar el tercer acto. De ah¨ª al final estuvo impecable, con alguna peque?a tentaci¨®n de agudizar los golpes de efecto. Se not¨® el trabajo de preparaci¨®n. La Sinf¨®nica de Madrid, aunque sigue sin seducir, experiment¨® una notable mejora respecto a actuaciones anteriores. En su l¨ªnea habitual de seguridad, estuvo el Coro de la Comunidad de Madrid, complementado con encanto por la Escolan¨ªa de Nuestra Se?ora del Recuerdo.La representaci¨®n de Carmen se recibi¨® entre abucheos y aplausos a la propuesta esc¨¦nica, con m¨¢s palmas que pitos a la musical, y con benevolencia para los cantantes. Hubo temperatura en la sala y una sensaci¨®n de que, a pesar de los m¨¦ritos evidentes de la representaci¨®n, falt¨® un punto de profundidad, de emoci¨®n, de chispa en todos los terrenos.
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