El papel de Rusia
EL MUNDO vivi¨® el pasado viernes horas de inquietud desconocidas desde el final de la guerra fr¨ªa cuando el presidente ruso, Bor¨ªs Yeltsin, advirti¨® a la OTAN sobre el riesgo de una guerra europea, "incluso mundial", que encierran potencialmente los bombardeos sobre Serbia; y asegur¨® que no tolerar¨ªa la invasi¨®n de Yugoslavia por tierra. El dram¨¢tico aviso se matiz¨® despu¨¦s, y Estados Unidos inform¨® de que hab¨ªa recibido garant¨ªas rusas de no intervenci¨®n en el conflicto. Los embajadores rusos ante las grandes potencias se apresuraron a enfriar el fogoso, a la par que confuso, mensaje de su presidente. No obstante, ser¨ªa un error despreciar las advertencias de Yeltsin por insolventes o demag¨®gicas. Rusia sigue siendo la segunda potencia nuclear y no se pueden a?adir impunemente nuevas humillaciones a su largo estado de postraci¨®n.Salvadas todas las distancias, ni Europa ni el mundo pueden olvidar la lecci¨®n de Versalles: una Alemania humillada incub¨® el germen del nazismo. Pero tambi¨¦n est¨¢n obligados a recordar que la teor¨ªa de la no intervenci¨®n en los a?os treinta dio paso en los cuarenta -con el pr¨®logo de la guerra espa?ola- a la mayor devastaci¨®n humana que registra la historia. Occidente est¨¢ obligado a resolver la crisis de los Balcanes sin humillar a Rusia, pero sin abandonar a su suerte a las v¨ªctimas directas de Milosevic, casi dos millones de albanokosovares a los que ha perseguido sistem¨¢ticamente durante diez a?os: desde la cancelaci¨®n de los derechos pol¨ªticos a la soluci¨®n final, en t¨¦rminos de deportaciones masivas y asesinatos.
Pero la guerra es siempre la constataci¨®n de un fracaso, y todos los actores de la tragedia balc¨¢nica est¨¢n obligados a detenerla en cuanto sea posible. Bajo esta luz debe leerse el llamamiento del secretario general de la ONU, Kofi Annan, para que se ponga fin a la guerra. Las cinco condiciones que plantea para el alto el fuego no difieren de las exigencias que Occidente present¨® meses atr¨¢s a Milosevic y cuyo rechazo en Rambouillet dio paso a los bombardeos de la OTAN. ?stos no habr¨¢n resultado bald¨ªos si resulta que el dictador yugoslavo se muestra ahora dispuesto a aceptar las condiciones formuladas por Annan. La v¨ªa m¨¢s directa para que Mosc¨² recupere su protagonismo es que emplee su influencia para convencer a Milosevic de que los cinco puntos de Annan son la ¨²nica f¨®rmula para detener los ataques.
?Y si Milosevic dice que no? ?sa es la verdadera cuesti¨®n, como lo fue durante todo el ¨²ltimo a?o. Al margen de que Rusia no est¨¦ en condiciones de afrontar una guerra en las lamentables condiciones en que est¨¢ su econom¨ªa, tampoco puede ser mero c¨®mplice de un r¨¦gimen como el de Milosevic, que se ha ganado un lugar en la historia universal de la infamia con la limpieza ¨¦tnica de Kosovo.
Occidente deber¨ªa involucrar a Rusia en la b¨²squeda de una soluci¨®n global en los Balcanes. Para ello tendr¨¢ que acelerar la ayuda econ¨®mica ya comprometida a trav¨¦s de los acuerdos con el FMI y la Uni¨®n Europea, pero tambi¨¦n asignarle el puesto relevante que le corresponde en los foros -G-8, Grupo de Contacto- que puedan contribuir a acabar la guerra sin sacrificar a los supervivientes del holocausto alban¨¦s en Kosovo. Ellos no pueden ser en ning¨²n caso la moneda de cambio de la fatiga que empieza a detectarse en las opiniones p¨²blicas y en los Gobiernos de algunos pa¨ªses involucrados. Por el horror de la guerra misma y tambi¨¦n por algunos errores no peque?os de los aliados.
La OTAN deber¨ªa sumarse a la propuesta de Kofi Annan comprometi¨¦ndose a detener los bombardeos en cuanto Milosevic cumpla las cinco condiciones enunciadas por el secretario general de la ONU, entre ellas, el despliegue de una fuerza militar internacional que garantice el retorno seguro de los albanokosovares. Su rechazo fue la espoleta de los bombardeos actuales, y, lamentablemente, no hay indicios de que el dictador yugoslavo haya corregido su posici¨®n. Mientras esto no suceda, los aliados occidentales no pueden rebajar su presi¨®n militar. Sin abandonar el flanco pol¨ªtico, en el que Alemania trata inteligentemente de asignar un especial protagonismo a Rusia.
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