Asunci¨®n
ADOLF BELTRAN Quien defendi¨® las primarias hasta el absurdo dice ahora que "no se siente ajeno" a esa ejecutiva federal que ha parado los pies a los candidatos elegidos por las bases cuando han intentado hacer listas al margen de las etiquetas y las fidelidades de tribu ("sensibilidades" las llaman algunos). Antoni Asunci¨®n, supongo, s¨ª que debe sentirse ahora ajeno a ese pat¨¦tico mendigar de cabezas de lista de varias federaciones a quienes el PSOE ha dejado claro que una cosa es dar la cara ante la sociedad y otra cardar la lana en los parlamentos (tarea que, como todo el mundo sabe, s¨®lo puede corresponder a profesionales del partido). Asegura el improvisado cabeza de cartel del PSPV a la Generalitat que "Romero no era el mejor candidato". Y a?ade, tras apuntar que Carmen Alborch era la m¨¢s adecuada: "Si Romero hubiera sido el mejor candidato yo no me habr¨ªa presentado a las primarias". Ya dijo Borges que el periodista escribe para el olvido, pero no tanto. Todav¨ªa no amarillea el episodio en que Asunci¨®n y Vicent Garc¨¦s (bonito papel el de Izquierda Socialista, s¨ª se?or) forzaron a Romero, entonces su supuesto aliado, a anunciar tempranamente que concurr¨ªa a las primarias. ?Tal vez porque no era el mejor candidato y hab¨ªa que liquidarlo? En fin, como todo ser humano, Asunci¨®n se reexplica la historia a su manera. Por lo dem¨¢s, su propuesta de campa?a contra Zaplana (ante la sospechosa euforia de Uni¨®n Valenciana) es bien simple. Consiste en sacar pecho al grito de: "A por ellos, que son pocos y cobardes". Hay que hacer mucho ruido para conjurar los ecos del portazo que dio Joan Romero (un dirigente con sus virtudes y defectos, pero consciente de que la reafirmaci¨®n interna y el conservadurismo de partido, como comprobaron los laboristas brit¨¢nicos y los socialdem¨®cratas alemanes, pueden condenar a la izquierda a una larga etapa en la oposici¨®n). Lamentablemente, el ruido es un conjuro ingenuo de la realidad.
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