Un disparo de m¨¢s
UNA JOVEN de 21 a?os, Miriam G¨®mez Cuadrado, result¨® muerta el s¨¢bado en Sevilla como consecuencia de un disparo realizado por la Guardia Civil. Ella y su compa?ero se saltaron un control de alcoholemia cuando regresaban de una discoteca. Seg¨²n la versi¨®n oficial de los hechos, uno de los agentes que persegu¨ªa a los huidos "mostr¨® su arma con ¨¢nimo intimidatorio, produci¨¦ndose un disparo por circunstancias que a¨²n se desconocen". Como en cualquier suceso con resultado de muerte ser¨¢n los jueces quienes determinen en ¨²ltima instancia la responsabilidad de los hechos, pero al tratarse de un miembro de las fuerzas de seguridad es necesario que el ministro del Interior d¨¦ cuanto antes una explicaci¨®n convincente y detallada de los hechos al Parlamento. La Guardia Civil ha suspendido con car¨¢cter cautelar al brigada jefe del destacamento de Tr¨¢fico Pedro Jim¨¦nez Mench¨¦n, al tiempo que ha iniciado su propio proceso de informaci¨®n verbal.La tragedia de Sevilla tiene seguramente un car¨¢cter excepcional. Ya no es corriente, por fortuna, que los agentes que portan armas de fuego cometan errores groseros o actos injustificados que causen una muerte. Hay que remontarse a la d¨¦cada de los ochenta para encontrar varias muertes por error , la mayor¨ªa en controles policiales. Eran tiempos de tensi¨®n en la lucha antiterrorista, un factor que contribuye a explicar su abundancia estad¨ªstica. Pero la singularidad de esta muerte no evita un l¨®gico estremecimiento de inquietud. Aun admitiendo su excepcionalidad, acontecimientos como ¨¦ste contribuyen a socavar la confianza de los ciudadanos en las fuerzas del orden, a las que hay que exigir prudencia, responsabilidad y autocontrol en los momentos de tensi¨®n, adem¨¢s de competencia en su oficio. Estas exigencias son fundamentales en una sociedad democr¨¢tica, donde el respeto a la vida humana debe estar por encima de muchas otras consideraciones, incluida la satisfacci¨®n por detener a un fugitivo ocasional.
Todas estas cualidades estuvieron ausentes el s¨¢bado en el mortal episodio de Sevilla. No existe proporci¨®n alguna entre el hecho de saltarse un control de alcoholemia, una vulneraci¨®n de la ley de car¨¢cter menor, y el iniciar una persecuci¨®n peligrosa y temeraria por la v¨ªa de servicio de la nacional IV, aunque los perseguidos realizaran "maniobras temerarias", o tal vez precisamente por eso. Tampoco existe proporcionalidad entre la debida conminaci¨®n a dos personas que huyen para que detengan su veh¨ªculo y la exhibici¨®n de un arma de fuego, cuyo uso parece reservado para delitos m¨¢s graves y situaciones de mayor riesgo para los agentes de la ley, como se demuestra de la propia pr¨¢ctica policial aceptada. Los hechos conocidos despu¨¦s -el conductor que se dio a la fuga en compa?¨ªa de la muchacha carec¨ªa de carn¨¦ de conducir- confirman la terrible desproporci¨®n entre los medios utilizados y las ventajas obtenidas.
El Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 6 de Sevilla ha abierto diligencias para investigar los hechos. Desde luego est¨¢ por aclarar c¨®mo es posible que se disparara el arma reglamentaria y causara la muerte de Miriam. Naturalmente, hay que contar desde el inicio con un respeto escrupuloso de la presunci¨®n de inocencia de los agentes implicados; as¨ª es y as¨ª debe ser. Pero la investigaci¨®n interna debe llegar hasta el fondo y deshacer cualquier duda entre los ciudadanos antes de que se establezca la verdad judicial. Nada ser¨ªa peor para la credibilidad de las fuerzas del orden que la sospecha de que su rigor se transforma en tolerancia cuando el infractor de la ley es uno de los suyos. ?ste no es un incidente trivial que pueda ser relegado al olvido.
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