Sobre el matrimonio SERGI P?MIES
En la pel¨ªcula Cuento de oto?o, de ?ric Rohmer, una mujer madura y felizmente casada publica un anuncio en el peri¨®dico para buscarle pareja a su mejor amiga. Contrariamente a lo que podr¨ªa predecir un pesimista, enseguida encuentra un candidato m¨¢s que presentable, sobre todo teniendo en cuenta los tiempos que corren. A la salida del cine, me cruzo con varias parejas que esperan a que empiece la pr¨®xima sesi¨®n y me pregunto cu¨¢ntas se habr¨¢n conocido a trav¨¦s de un anuncio o de una agencia matrimonial: probablemente ninguna. Ceno, solo y mal, en un restaurante lleno de gente y de humo y, tras sopesar la posibilidad de publicar un malvado anuncio para buscarle marido a alguna amiga infelizmente casada o a una enemiga felizmente soltera, observo las parejas que, hambrientas, me rodean. Las hay que se soban descaradamente bajo la mesa, que se ignoran o que se odian con miradas homicidas y rencorosas. Al llegar a casa, recuerdo que, hace unas semanas, una compa?era de El Pa¨ªs de las Tentaciones me regal¨® un prospecto de una agencia de relaciones que alguien hab¨ªa metido en su buz¨®n. No era una indirecta por su parte, sino una generosa sugerencia para un posible -gracias- art¨ªculo. Lo busco por toda la casa y, tras un en¨¦rgico registro, lo encuentro plegado entre las p¨¢ginas del Diario de Stefan Zweig, all¨ª donde aparece la deliciosa frase: "Dos horas en Espa?a son una experiencia m¨¢s intensa que todo un a?o en Inglaterra". Despliego el prospecto. Uau. Unas letras enormes preguntan: "?Buscas compa?¨ªa?". Pongamos -es una hip¨®tesis de trabajo- que s¨ª. A continuaci¨®n, un n¨²mero de tel¨¦fono rodeado de frases que supuran vitamina comercial: "Si desea encontrar a alguien para amistad, pareja o matrimonio, complete el cuestionario-test y env¨ªenoslo lo antes posible (junto con tres sellos de correos)": ?Para qu¨¦ querr¨¢n tantos sellos?, me pregunto, y, a continuaci¨®n, un pensamiento perverso cruza el limitado espacio a¨¦reo de mi cerebro: ?se imaginan poner un anuncio buscando marido y que, en el momento decisivo, se presente Louis Van Gaal con un ramo de flores? Sigamos. El prospecto est¨¢ dise?ado para detallar las preferencias de uno y, luego, las de la persona con la que deseamos entablar amistad o contraer matrimonio (contraer es un verbo que se utiliza tanto para el matrimonio como para las enfermedades; ?por qu¨¦ ser¨¢?). Antes, sin embargo, hay que proceder a una descripci¨®n-test que plantea algunos problemas. En el apartado dedicado a la "complexi¨®n" del solicitante, por ejemplo, se pueden elegir tres opciones -"delgada", "normal" y "fuerte"- sin prever que uno pueda ser simult¨¢neamente delgado, fuerte e incluso normal. En el apartado de "atractivo", se establece "muy atractivo", "atractivo" y "normal", discriminando claramente a los "feos" y "muy feos", que, como todo el mundo sabe, son legi¨®n. Pero donde el cuestionario resulta m¨¢s resbaladizo es en lo referente a la personalidad. "Serio", "cari?oso", "atento", "t¨ªmido", "moderno", "pr¨¢ctico", "convencional", "digno de confianza" y "aventurero" son las casillas que el prospecto pone a nuestra disposici¨®n. Pero ?qu¨¦ ocurre si uno es -adem¨¢s de calvo y nacionalista- antiguo, desordenado y sexualmente portentoso? En el apartado reservado al perfil de la pareja deseada, en cambio, aparece una casilla curiosa. Bajo el ep¨ªgrafe de "estado civil" figuran las opciones convencionales de "soltero", "divorciado", "viudo" y "separado" y otra, m¨¢s atrevida, que se presta a muchas interpretaciones: "indiferente". En el oto?al y sabio cuento cinematogr¨¢fico de Rohmer, lo m¨¢s importante para que los candidatos se entiendan parecen ser las afinidades, los gustos, los posibles temas de conversaci¨®n para, con un poco de suerte y buena voluntad, llegar a buen puerto. Hay algo conmovedor en los esfuerzos que una y otro hacen por parecer simp¨¢ticos y estar a la altura de lo que cada uno espera del otro. No son los ¨²nicos. S¨®lo en Barcelona, hay casi 20 agencias matrimoniales que se anuncian en las P¨¢ginas Amarillas. Todas prometen m¨¢xima discreci¨®n, pero mientras unas ofrecen sus servicios a personas de "20 a 80 a?os", otras limitan su ambiciosa cartera a clientes de "20 a 70". Teniendo en cuenta que la mayor¨ªa de edad empieza a los 18, hay que suponer que uno tiene dos a?os para descubrir si puede apa?¨¢rselas solo en eso del matrimonio. Y, por la cantidad de agencias y el tono del prospecto, habr¨¢ que deducir que, a pesar de la mala fama que tiene el matrimonio (Eddy Cantor dec¨ªa que "el matrimonio consiste en tratar de resolver entre dos unos problemas que nunca hubieran surgido de estar solos"), siguen existiendo personas que prefieren probar suerte y arriesgarse, quiz¨¢ con la esperanza de que dos horas de matrimonio sean una experiencia m¨¢s intensa que un a?o de solter¨ªa.
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