La Europa de los partidos
Casi olvidadas las otrora sonoras denuncias de la Europa de los mercaderes, tras unos a?os de vacilaciones entre quienes propon¨ªan una Europa de los Estados, de las naciones, de las regiones o incluso de las ciudades, ha irrumpido ante nuestros ojos la Europa de los partidos. La crisis que ha llevado a la dimisi¨®n de la Comisi¨®n ha mostrado que la Uni¨®n Europea est¨¢ siendo construida ya no s¨®lo o no tanto por las grandes empresas transnacionales y por los Gobiernos de los Estados miembros, sino cada vez m¨¢s por los partidos pol¨ªticos de ¨¢mbito europeo.
El proceso de formaci¨®n de grandes partidos agregativos en el seno del Parlamento Europeo ha sido lento y ha pasado casi desapercibido, pero no empez¨® ayer. Desde que se celebraron las primeras elecciones directas al Parlamento, hace veinte a?os, el n¨²mero de Estados miembros ha ido aumentando de 9 a 12 y a 15 y, en paralelo, el n¨²mero de partidos nacionales o regionales que han obtenido representaci¨®n ha pasado de 41 a 75. Sin embargo, la formaci¨®n de Grupos Pol¨ªticos Europeos (como as¨ª se llaman) en el seno de la euroc¨¢mara ha conseguido ¨¦xitos muy significativos. El actual n¨²mero, 10 Grupos, es incluso menor que en la legislatura anterior y podr¨ªa a¨²n reducirse tras las elecciones del mes de junio. Los dos Grupos mayores, el Socialista y el Popular, han reunido siempre m¨¢s de la mitad de los eurodiputados y han ido aumentando en tama?o a cada elecci¨®n. Junto con el Grupo Liberal, re¨²nen hoy m¨¢s del 70% de los esca?os. El emergente sistema europeo de partidos, basado en dos Grupos mayores, el Socialista y el Popular, con un menor pero influyente Grupo Liberal en medio y otros grupos m¨¢s peque?os a izquierda y derecha, se parece visiblemente al sistema de partidos en Alemania, as¨ª como a los de B¨¦lgica, Holanda y Luxemburgo, y es incluso m¨¢s simple que algunos sistemas de partidos nacionales.
Hay todav¨ªa una visible asimetr¨ªa en la capacidad de agregaci¨®n de la izquierda y la derecha. El Grupo Socialista es el ¨²nico que siempre ha incluido representantes de todos los Estados miembros y ha sido siempre el Grupo mayor de la euroc¨¢mara (pese a que, en conjunto, las izquierdas s¨®lo han obtenido una mayor¨ªa de esca?os en dos de las cuatro elecciones). En cambio, el Grupo Popular s¨®lo consigui¨® incluir a todos los Estados a partir de la tercera euroelecci¨®n. Entre sus ¨¦xitos destaca la integraci¨®n de los conservadores brit¨¢nicos, as¨ª como sus socios daneses y el PP espa?ol, que inicialmente hab¨ªan formado un grupo aparte. Sin embargo, todav¨ªa los mayores partidos de centro-derecha en Francia e Italia, los gaullistas y los berlusconistas, permanecen fuera del Grupo. No parece que esta asimetr¨ªa se deba a razones de diversidad ideol¨®gica, ya que la disparidad que existe, por ejemplo, entre laboristas brit¨¢nicos, socialdem¨®cratas n¨®rdicos y poscomunistas italianos (todos ellos miembros del Grupo Socialista) no es menor que la que cabe encontrar entre cristianodem¨®cratas, conserva dores y populistas de los pa¨ªses mencionados. La clave es m¨¢s bien el diferente grado de adhesi¨®n al proyecto europe¨ªsta, el cual ha suscitado m¨¢s nacionalismos en la derecha que en la izquierda.
Gracias a la formaci¨®n de grandes Grupos agregativos en el Parlamento Europeo, ¨¦ste ha alcanzado una creciente capacidad de toma de decisiones, no s¨®lo reflejada en el Tratado de Amsterdam, sino sobre todo en la pr¨¢ctica de sus iniciativas y votaciones. Todav¨ªa hace unos pocos a?os el Parlamento hab¨ªa sido incapaz de formar mayor¨ªas ciaras con respecto, por ejemplo, a alg¨²n proyecto de presupuesto presentado por la Comisi¨®n o en temas de pol¨ªtica exterior com¨²n. Sin embargo, la reciente moci¨®n de censura es un ¨ªndice inequ¨ªvoco de la tendencia a un Parlamento cada vez m¨¢s efectivo. Esta ha sido la quinta vez desde 1990 que el Parlamento ha votado la censura de miembros de la Comisi¨®n y en cada una de las ocasiones ha habido m¨¢s votos favorables. La ¨²ltima vez a¨²n no se alcanz¨® una mayor¨ªa absoluta, pero la amenaza de una nueva moci¨®n con expectativas de obtener a¨²n m¨¢s apoyos precipit¨® la dimisi¨®n d los comisarios.
El reforzamiento del Parlamento Europeo frente a las otras instituciones de la Uni¨®n, gracias a la efectividad alcanzada por los partidos en su seno, es un factor fundamental para la reducci¨®n del "d¨¦ficit democr¨¢tico" tradicionalmente observado en las instituciones europeas. Hasta hace poco, la Comunidad / Uni¨®n Europea hab¨ªa sido analizada como si correspondiera al modelo "intergubernamental" propio de una organizaci¨®n internacional. En este esquema, la instituci¨®n funda mental era el Consejo, formado por representantes de los Gobiernos de los Estados miembros que tomaban decisiones por amplio consenso o unanimidad. El es quema alternativo que ahora ha empezado a desarrollarse con fuerza corresponde m¨¢s bien al modelo "federal". En ¨¦ste, el Consejo podr¨ªa configurarse como una c¨¢mara alta de representaci¨®n territorial, t¨ªpica de los Estados federales, ya que est¨¢ formado por representantes de las unidades territoriales que forman la Uni¨®n, es decir, los Estados. Mediante el ejercicio de poderes efectivos, el Parlamento Europeo acabar¨ªa convirti¨¦ndose en una verdadera c¨¢mara baja de representaci¨®n del conjunto de los ciudadanos de la Uni¨®n. La Comisi¨®n seria el ¨®rgano ejecutivo y, como tal, deber¨ªa ser responsable ante las dos c¨¢maras.
Avanzar de acuerdo con el modelo federal no implica que se abandonen los amplios acuerdos multipartidistas que han caracterizado hasta ahora la toma de grandes decisiones. Dado que el Consejo (elegido indirectamente a partir de elecciones estatales) y el Parlamento (elegido directamente) suelen tener mayor¨ªas pol¨ªticas diferentes (como es habitual en Estados federales con bicameralismo sim¨¦trico), el nombramiento conjunto de la Comisi¨®n podr¨ªa acabar produciendo una amplia composici¨®n partidaria de ¨¦sta no muy diferente de la que hasta ahora se ha obtenido mediante la pr¨¢ctica del consenso. Pero la diferencia clave es que los comisa r¨ªos ser¨ªan seleccionados por los representantes de los ciudadanos europeos y serian responsables ante ellos.
Las pr¨®ximas elecciones al Par lamento Europeo confirmar¨¢n la solidez de esta evoluci¨®n. Lo cierto es que una Uni¨®n Europea con un n¨²mero cada vez mayor de miembros y la perspectiva de su ampliaci¨®n, con un presupuesto de grandes dimensiones, con decisiones cada vez m¨¢s influyentes en la vida de los ciudadanos (incluido el euro), necesita un nuevo esquema institucional. El proceso reciente ha mostrado que, a partir del gran pluralismo del continente europeo, los partidos pol¨ªticos pueden desempe?ar un efectivo papel de agregaci¨®n para hacer viable la toma de decisiones en un marco institucional basado en reglas objetivas y en resultados electorales. Desde una perspectiva europe¨ªsta, la presente crisis es francamente alentadora.
Josep M. Colomer es profesor visitante de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad de Georgetown, en Washington.
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