LA CR?NICA Qu¨¦ risa, Mar¨ªa Luisa GUILLEM MART?NEZ
Don Mendo y aqu¨ª el menda. En el teatro Arnau echan La venganza de don Mendo, una obra que usted ha visto la tira de veces. En Estudio 1. Interrumpida por anuncios que llamaban la atenci¨®n sobre el hecho de que la frasgosolina, qu¨¦ rico helado, del congelador se sacaba congelado. Aquel Don Mendo era cutre, con decorados cutres y protagonizado por Manolo Fern¨¢ndez Bur, un gran ide¨®logo, pero te lo imaginabas debajo del disfraz de Don Mendo con unos calzoncillos cutres. Por otra parte, las chicas que hac¨ªan de Azofaifa eran tambi¨¦n cutres, s¨ª, pero estaban como muy bien calculadas. Las cambiaban cada a?o. Al poco tiempo aparecieron en bloque en las p¨¢ginas de Intervi¨². Pero es que todas. Bueno. Mirando atr¨¢s sin ira, puedo afirmar que Don Mendo era una obra francamente divertida, que ten¨ªa una l¨®gica de lo divertido que la un¨ªa a otras obras que luego resultaron ser de Mihura, de Neville, de Tono o de -tach¨¢n, tach¨¢n- Jardiel. Supongo que lo que un¨ªa a todos esos autores era que ofrec¨ªan un humor estructurado, que junto -y, glups, en contraposici¨®n- a "la Ramona es de las chicas/ la m¨¢s gorda de mi pueblo" era el humor disponible en su pantalla amiga. En el libro del cole, por cierto, Mu?oz Seca, el autor de Don Mendo, hab¨ªa dejado de ser un m¨¢rtir de la cruzada esa y s¨®lo era un pollo al que se despachaba con la alocuci¨®n "autor de un humor teatral centrado en el ripio, la parodia y el retru¨¦cano". El franquismo gag¨¢ hab¨ªa dado forma ya a esa formula pol¨ªtico-cultural en la que estamos instalados, que es la amnesia. El franquismo, en su infinita sabidur¨ªa, hab¨ªa roto medio pa¨ªs y, con el tiempo, el sign of the time le hab¨ªa obligado a guardar en el trastero el otro medio, de manera que, pumba, no hab¨ªa pa¨ªs. Suerte que, al menos, hab¨ªa frasgolosinas. ?De qu¨¦ re¨ªmos cuando re¨ªmos con Mendo? Mu?oz Seca era el pap¨¢ de un grupito de autores con juego de piernas que hoy s¨®lo existe en el trastero. Un grupito que apost¨® en masa por el franquismo. Fue una apuesta que les cost¨® la obra. Su obra anterior fue censurada y su obra posterior, a menudo mediocre, fue rechazada por el p¨²blico, cansado de ver, continuamente y sin alternativas, la representaci¨®n de Una comedia ligera en todos los teatros. En un librito de 1934 -Tres comedias con un s¨®lo ensayo-, Jardiel, el disc¨ªpulo aventajado de ese grupito y, en cierta manera, de Mu?oz Seca, realiza una evaluaci¨®n del teatro de su ¨¦poca. Salva a Mu?oz Seca, Benavente y Mart¨ªnez Sierra, se carga a los Quintero, Arniches y Pem¨¢n -por ca?¨ªs-, y apuesta por unos j¨®venes como Garc¨ªa Lorca, Casona, Neville o L¨®pez Rubio. Jardiel re¨²ne antes de la guerra, en un futuro que nunca se dio, en un pa¨ªs normalizado que nunca lleg¨® a existir, a autores que posteriormente fueron fusilados, paseados, exiliados y fachas king-size, que entraron en bloque en la Academia cuando la Academia se qued¨®, como la literatura de este pa¨ªs, vac¨ªa. Mu?oz Seca es, en todo caso y en esa historia de la literatura que nunca pudimos leer en el cole, parte de la literatura de por aqu¨ª abajo, junto con aquellos que hizo desaparecer el franquismo y junto aquellos otros que hicieron desaparecer nuestros antepasados para defenderse del franquismo. Cuando nos re¨ªmos con Don Mendo, somos usuarios, por tanto, de una especie de normalizaci¨®n de la tradici¨®n anterior, nos re¨ªmos del franquismo y del posfranquismo. Es decir, nos comportamos como si -jua, jua- este pa¨ªs fuera normal. Como si este pa¨ªs existiera. Cu¨¦ntame qu¨¦ te pas¨®. La cartelera de Barcelona es una cartelera sin prejuicios est¨¦ticos ni ling¨¹¨ªsticos. Con el montaje de Don Mendo demuestra que tampoco tiene prejuicios hist¨®ricos. Don Mendo es tal vez el punto de partida de una generaci¨®n inmediatamente posterior, que no se representa. En Madrid, de vez en cuando montan alg¨²n Jardiel caspa, con actores de esos que hacen teatro cuando no trabajan en ning¨²n programa de Chicho. Ser¨ªa fant¨¢stico que en Barcelona tambi¨¦n se produjera alg¨²n Jardiel con la misma hambre de gol que este Don Mendo. Jardiel -los chicos de Mu?oz Seca, vamos- padece un drama que se puede ilustrar con Neville. Neville era en Hollywood ¨ªntimo de Chaplin. Cambi¨® Hollywood, Chaplin y su obra por su adhesi¨®n al franquismo. Dibuja con ello una generaci¨®n que parte de Mu?oz Seca, que lleg¨® a Chaplin y que cambi¨® Chaplin por el yuyu. Mal negocio, s¨ª, pero eso no nos debe de privar de la parte de su obra anterior a la guerra, a la posguerra y, ya puestos, a las frasgolosinas. Por ahora, no se pierdan el Don Mendo del Arnau.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.