Donde las dan todas
Las asociaciones de consumidores recogen en dos semanas m¨¢s de medio millar de quejas de viajeros
El caos del aeropuerto de Barajas ha llegado a las asociaciones de consumidores. Sea por el conflicto en Yugoslavia, por el aumento del tr¨¢fico a¨¦reo en Semana Santa, por la huelga de pilotos o los fallos del aeropuerto, lo cierto es que miles de personas no olvidar¨¢n los estragos de su paso por Barajas. Y muchos de ellos han preferido pasar a la acci¨®n llenando de quejas formales los mostradores de las entidades que defienden los derechos de los consumidores. El mosaico de casos, superior al medio millar, es numeroso. Dos asociaciones, CEACCU (Confederaci¨®n de Amas de Casa Consumidores y Usuarios) y UCE (Uni¨®n de Consumidores de Espa?a) han seleccionado algunas historias. No son las m¨¢s sangrantes, sino un simple reflejo de lo que ocurre en Barajas.R¨®tulo fantasma. Los pasajeros de un vuelo a Canarias sufrieron una crisis nerviosa al percatarse de que el letrero anunciador de su avi¨®n hab¨ªa desaparecido del panel de informaci¨®n. Como llevaban ocho horas aguardando el momento de partir, algunos pensaron que se trataba de una ilusi¨®n ¨®ptica. Tras un alud de indagaciones, se dieron de bruces con la realidad: su vuelo nunca hab¨ªa existido, al menos a ojos de los ordenadores. Por suerte, los juguetones d¨ªgitos volvieron a asomar al rato. Los operarios no supieron decirles qu¨¦ hab¨ªa sucedido.
Laberinto de muletas. Un joven con muletas eligi¨® un mal d¨ªa para viajar en avi¨®n, de eso no le cabe duda. Los retrasos y constantes cambios de puerta de embarque le condenaron a una carrera de obst¨¢culos, de la que sali¨® exhausto. Hasta tres veces tuvo que arrastrar su esguince, y una pesada mochila, de punta a punta del aeropuerto por "capricho" de la megafon¨ªa, que le indicaba nuevas puertas de embarque. El chaval termin¨® inspeccionando el techo a la caza de una c¨¢mara oculta. No la hab¨ªa.
Falso pron¨®stico. Unos turistas que deseaban viajar a Madrid desde Tenerife no daban cr¨¦dito a las explicaciones que les brindaban en el aeropuerto insular. Les dijeron que el retraso de seis horas se deb¨ªa a la "terrible meteorolog¨ªa" de la Pen¨ªnsula. Uno de los afectados telefone¨® a su cu?ado en Madrid para preguntarle qu¨¦ tiempo hac¨ªa: "Magn¨ªfico; hace un sol incre¨ªble", fue la respuesta. Ante el aroma a enga?o, el grupo acudi¨® al mostrador para quejarse, pero no hubo apenas explicaciones. "Su avi¨®n saldr¨¢ en breve". As¨ª fue.
Achaques de espera. Un grupo de ancianos convirti¨® la antesala de embarque de Barajas en un improvisado gimnasio de rehabilitaci¨®n, al que, por desgracia, le faltaban los monitores. A las dos horas de espera para tomar el avi¨®n con destino a Mah¨®n, un oleada de achaques se apoder¨® de ellos. Cada uno busc¨® su particular remedio. Unos se tumbaron en los asientos y levantaron las piernas para favorecer la circulaci¨®n de la sangre; otros se dieron una sesi¨®n de gimnasia para desentumecer las articulaciones, y los menos afectados trataron de insuflar ¨¢nimos al resto. Al cabo de siete horas de demora y una comida por cuenta de la compa?¨ªa, el avi¨®n sali¨®.
Beb¨¦ en tierra. Hora y media se pas¨® un beb¨¦ llorando hasta conseguir que un restaurante del aeropuerto le cocinase un pur¨¦ con que poder matar el hambre de seis horas de espera. Los padres del peque?o hab¨ªan hecho un c¨¢lculo sobre la merienda y el aseo para las dos horas de viaje a Canarias: un potito y un par de pa?ales. Cuando se enteraron de que su vuelo tardar¨ªa seis horas en despegar, miraron de soslayo al ni?o.
Adi¨®s al autob¨²s. A tres chicas de Santiago de Compostela el avi¨®n les jug¨® una mala pasada. Aterriz¨® en Barajas con seis horas de retraso, y el autob¨²s que deb¨ªan tomar con rumbo a Granada se hab¨ªa esfumado. De s¨²bito se encontraron deambulando por el aeropuerto a la b¨²squeda de una alternativa barata. A la postre, se acordaron del providencial familiar que siempre saca de apuros; le pidieron un pr¨¦stamo y pudieron comprar otro billete de autob¨²s. Eso s¨ª, nadie les devolvi¨® su d¨ªa de vacaciones perdido.
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