Precios de cinco estrellas
Es como el mercado de la Boqueria, s¨®lo que en vez de vender pescado se ofertan habitaciones. Las gu¨ªas tur¨ªsticas ya no sirven para saber cu¨¢nto hay que pagar por un hotel de ensue?o o un simple dos estrellas. El mercado fluct¨²a, var¨ªa en funci¨®n de la demanda, de las ferias que se celebren en Barcelona, de si hay niebla en el aeropuerto, incluso de la hora del d¨ªa o de si un japon¨¦s se ha puesto enfermo y anula su reserva en el ¨²ltimo momento. En Estados Unidos -el paradigma-, los anuncios luminosos de los hoteles de carretera, con sus precios, se convierten a lo largo del d¨ªa en el ¨ªndice Dow-Jones de los viajeros. Barcelona no se queda atr¨¢s. Inmersa en la pol¨¦mica de si la ciudad necesita un nuevo plan de hoteles ante la saturaci¨®n de las plazas que se registra en los ¨²ltimos d¨ªas, el visitante se encuentra con aut¨¦nticas paradojas: un mi¨¦rcoles a las once de la ma?ana una habitaci¨®n en un tres estrellas vale 25.000 pesetas y un jueves, a las ocho de la tarde, un cinco estrellas cuesta 20.000. Es la jungla del mercado. Y donde mejor lo saben es bajo tierra, en la oficina central que Turisme de Barcelona tiene en el subsuelo de la plaza de Catalunya. All¨ª, personas como Macarena Lara se conocen las m¨²ltiples variables que a diario dan este car¨¢cter loco al mercado hotelero. Ella es una de las personas que se encargan de atender a los turistas que aterrizan en Barcelona sin reserva. "Mmm... pues mire, ahora mismo s¨®lo queda una habitaci¨®n en el hotel Hilton por 36.000 pesetas. Pero a lo mejor dentro de unas horas cambia el precio o le encontramos una habitaci¨®n m¨¢s barata", explicaba Macarena el pasado d¨ªa 15 a un turista argentino, quien decidi¨® comprarse una noche de ensue?o ante la m¨¢s que probable eventualidad de acabar con pesadillas en un banco del metro. Turisme de Barcelona ha colgado estos d¨ªas, por primera vez, el cartel en cinco idiomas que anuncia que no hay habitaciones disponibles en la ciudad. Ni en el Arts ni en un dos estrellas de Portaferrisa. Lo m¨¢s que pueden hacer es enviar a los viajeros a hoteles como el Abad Oliba de Montserrat, que les ha remitido un fax al enterarse por los diarios que los hoteles barceloneses no pueden absorber a sus visitantes. Los precios de los hoteles, como hace unos a?os sucedi¨® con los vuelos, se cuentan casi por hu¨¦spedes alojados. Si bien esto es casi una exageraci¨®n, s¨ª es cierto que de entrada existen oficialmente 13 franjas de precios diferentes entre los hoteles, que tambi¨¦n cambian en funci¨®n de las cuatro estaciones. En primavera, el grupo de hoteles A pide por las habitaciones dobles 31.000 pesetas. En el grupo M est¨¢n las que cuestan 6.500. Si hay niebla en el aeropuerto de El Prat o si nuestro japon¨¦s contrae la gripe en Par¨ªs en su gira por Europa, el grupo A puede caer hasta m¨¢s del 30%, mientras que el grupo G (15.000 pesetas) es probable que incremente su valor un d¨ªa de feria hasta en un porcentaje similar. ?Qu¨¦ hoteles son del grupo A y cu¨¢les el C o el K? Es un misterio que, como casi todo, radica en la oferta y la demanda, y todas esas variables que hacen que la venta de habitaciones de ¨²ltimo minuto, la que se practica en Turisme de Barcelona -no hacen reservas-, lleve de cr¨¢neo a eficientes informadoras como Macarena. Su l¨ªnea telef¨®nica comunica de nueve de la ma?ana a nueve de la noche. Al otro lado del hilo, los conserjes de los hoteles hacen entrar en el juego sus ofertas, o exigencias, como durante el pasado sal¨®n Construmat. En Barcelona hay 28.000 camas. Los hoteleros saben que no pueden subir en exceso los precios para no perder competitividad en un mercado tan variable. Turisme de Barcelona, un consorcio formado por el sector privado y el Ayuntamiento, negoci¨® 98.000 camas en 1998 a cerca de unos 40.000 turistas que pernoctaron poco m¨¢s de dos noches. "?El precio de una habitaci¨®n? Mmm...pues ahora tenemos una por...".
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