Callejero
ANTONIO FERN?NDEZLos comicios est¨¢n a la vuelta de la esquina. Y con ellos, las consabidas inauguraciones. El alcalde de C¨®rdoba, Rafael Merino, se emple¨® ayer a fondo. Por la ma?ana, celebr¨® el acto de apertura del nuevo edificio que la Empresa Municipal de Aguas, Emacsa, ha construido en el pol¨ªgono industrial de El Granadal. Por la tarde, algo m¨¢s modesto, la rotulaci¨®n de la calle Capell¨¢n Evang¨¦lico Miguel Ort¨ª. Apa?ados van los vecinos cuando tengan que rellenar el dichoso formulario en el que no cabe ni la primera palabra. Al final, acabaran viviendo en la calle Capell¨¢n Evang., y eso en el mejor de los casos. A¨²n cuando es un detalle que puede pasar desapercibido, resulta curiosa la presentaci¨®n dispensada al se?or Ort¨ª. Repasando el callejero local encontramos santos, abades, frailes y obispos, sin embargo en ninguno de ellos se hace alusi¨®n a su pr¨¢ctica religiosa. As¨ª, vemos a Fray Juan de ?vila, pero no encontramos a Fray Cat¨®lico Juan de ?vila. Lo reconozcamos o no, la libertad religiosa, consagrada por fortuna en la Constituci¨®n y respetada por tribunales y leyes, es algo que dista mucho de estar asumido por la ciudadan¨ªa en general. Muchos consideran una extravagancia el profesar cualquier otra religi¨®n que no sea la cat¨®lica. Otro asunto es que los r¨®tulos de las calles acompa?en junto al nombre del homenajeado la profesi¨®n o aspecto que le hace merecedor de tanta distinci¨®n. Si no lo creen necesario, atiendan a la an¨¦cdota que la pasada semana cont¨® el ex alcalde de C¨®rdoba Herminio Trigo a uno de sus compa?eros de tertulia que puso en duda la necesidad de alargar los nombres del callejero con calificativos que a veces resultan obvios. Seg¨²n explic¨® Trigo, no hace mucho, el Ayuntamiento decidi¨® dedicar al cronista de la ciudad, Miguel Salcedo Hierro, una de las calles cercanas a los terrenos de Renfe. Siguiendo la pauta de a?adir al nombre el aspecto por el que se le otorga tal distinci¨®n, la placa qued¨® grabada como Cronista Salcedo Hierro. En agradecimiento, una vez inaugurada, Miguel Salcedo opt¨® por ir a diario a su calle para tomar una copa de fino. Tras varios d¨ªas sin fallar en la barra del bar, el camarero le pregunt¨® qui¨¦n era, ya que no lo identificaba como uno de sus clientes habituales. Don Miguel le explic¨® que iba all¨ª porque le hab¨ªan puesto su nombre a la calle. A lo que el camarero contesto: "?Qu¨¦ nombre m¨¢s raro tiene usted don Cronista!".
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