Seguir, seguir
LO PEOR que le podr¨ªa pasar al proceso de paz en Irlanda del Norte es que llegara a detenerse. Por esa raz¨®n, aunque las partes no logren un acuerdo sobre el principio de la entrega de armas por los grupos terroristas, es mejor que sigan hablando que congelar el desarrollo del acuerdo de Stormont de abril del a?o pasado, pues en ese interregno los elementos extremistas de una y otra parte se reforzar¨ªan y har¨ªan lo posible por hacerlo descarrilar. El proceso atraviesa serias dificultades, de la mano del desarme, tomado como pretexto de un soterrado enfrentamiento pol¨ªtico. Los protestantes exigen, quiz¨¢s porque saben que ponen en serios aprietos al Sinn Fein, que el IRA comience a entregar sus armas antes de que representantes de su rama pol¨ªtica puedan sentarse en el Ejecutivo del Irlanda del Norte, donde les corresponden dos carteras. El Sinn Fein, por su parte, se apoya en la letra del acuerdo de Stormont, que daba dos a?os para efectuar el desarme en el marco de la aplicaci¨®n global de lo pactado. Nada pareci¨® avanzarse el pasado lunes en Londres, donde se reunieron todas las partes. Pero al menos se abandon¨® la peligrosa idea de congelar el proceso durante seis meses, hasta pasada la ¨¦poca de marchas protestantes. Volver¨¢n a reunirse la semana pr¨®xima.
Lo preocupante del Sinn Fein no es que se atenga a la letra de los acuerdos, sino su incapacidad, muestra tambi¨¦n de debilidad, para hacer un gesto simb¨®lico, que es lo que se le pide: una primera entrega de armas, demostrativa de su voluntad de no regresar a ellas. Indica que manda el IRA, y dentro de ¨¦ste, un ala dura que se afirma con el pretexto de evitar que de sus filas surjan nuevas escisiones. Sin embargo, un paso del IRA en este sentido servir¨ªa para dejar en mal lugar a los protestantes, cuyas bandas paramilitares se resisten tambi¨¦n a desarmarse: demostrar¨ªa as¨ª que carecen de fundamento las alegaciones de que el Sinn Fein no quiere realmente participar en estas instituciones.
El comienzo de la entrega de armas -cuando ya se ha iniciado la liberaci¨®n de presos- es una cuesti¨®n de confianza. Todo este proceso viene a ser un ejercicio de superaci¨®n de una hist¨®rica, y fundada, desconfianza. Los primeros ministros brit¨¢nico e irland¨¦s intentaron d¨ªas atr¨¢s una salida con la Declaraci¨®n de Hillsborough, que ped¨ªa, como condici¨®n previa para la participaci¨®n del Sinn Fein en el Ejecutivo y como aportaci¨®n a un "acto colectivo de reconciliaci¨®n", poner las armas "fuera de uso" de una forma voluntaria y verificada por el general canadiense John de Chastelain, presidente de la Comisi¨®n de Desarme. Esta Declaraci¨®n es hoy papel mojado, y el Sinn Fein habla de que el proceso de Stormont est¨¢ en "ca¨ªda libre".
Aunque se comprendan las razones de los protestantes, Londres y Dubl¨ªn se han equivocado al poner como condici¨®n previa algo que ya sab¨ªan que iba a ser dif¨ªcilmente aceptado por los republicanos. Pero la incapacidad de ¨¦stos para ponerse en el lugar de los dirigentes unionistas, que no habr¨ªan firmado el acuerdo sin la garant¨ªa que les dio Blair de hacer efectivo el desarme, demuestra falta de inteligencia pol¨ªtica.
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