Mals actors, mal teatre, mal p¨²blic, !!Tel¨® ??
El t¨ªtulo de este art¨ªculo proviene de la letra de una de las canciones del ¨²ltimo trabajo de Llu¨ªs Llach al que, por cierto, no he pedido permiso para tomar prestada la expresi¨®n confiando en su impl¨ªcita aprobaci¨®n. Esta peque?a usurpaci¨®n no es casual ni caprichosa: me parece, por el contrario, una magn¨ªfica s¨ªntesis de la mezcla de irritaci¨®n, pesimismo e impotencia que me produce contemplar c¨®mo perdemos una y otra vez trenes de imprevisible retorno en este pa¨ªs, esta ciudad y esta ¨¢rea metropolitana. De malos puede sin duda calificarse a los actores p¨²blicos y privados. El cultivo de la mediocridad, el secesionismo ling¨¹¨ªstico, la descarada primac¨ªa de los intereses privados y el comportamiento chulesco de un partido gobernante envalentonado por las encuestas que sin embargo, por algo ser¨¢, muestran una desconfianza bastante generalizada en los presuntos ganadores. El penoso espect¨¢culo del principal partido de la oposici¨®n que parece no haber ca¨ªdo en la cuenta que conflictos internos (capaces de descabalgar a Joan Romero a tres meses de las elecciones) y listas mediocres (?alguien puede justificar el lujo de prescindir de Carmen Alborch como posible alcaldesa?) s¨®lo pueden leerse en clave de irresponsabilidad por aquellos -y no somos cuatro- que sabemos que Valencia es una cuesti¨®n de Estado y que es aqu¨ª donde nos jugamos, elecci¨®n tras elecci¨®n, un futuro progresista cada vez m¨¢s incierto. La miop¨ªa de alternativos -no siempre bien avenidos- que desde la seguridad de quien sabe que no va a gobernar se permiten el lujo de erigirse en portadores de la verdad desde sus barricadas mentales. El desinter¨¦s de los sindicatos para quienes por lo visto la ciudad es un ovni que no entra en sus corporativistas planes. La codicia e insolidaridad de empresarios inmobiliarios m¨¢s interesados en aprovechar la buena coyuntura y atesorar beneficios suculentos que en pararse a pensar en su funci¨®n social ofreciendo a la ciudadan¨ªa viviendas m¨¢s asequibles y mejor dise?adas. La cortedad de miras de empresarios asociados (CEV, C¨¢mara de Comercio etc...) que, con gran esfuerzo, se limitan a repetir machaconamente -menos mal- algo que de tan obvio y conocido suena a viejo: que Valencia necesita m¨¢s y mejores infraestructuras de comunicaci¨®n con el resto del mundo. Nos falta valorar a algunos actores secundarios, como, por ejemplo, los arquitectos sumisos al realismo de los promotores pero, en resumen, malos actores. Malos actores pero tambi¨¦n un mal gui¨®n. Quien lo escribi¨® debi¨® olvidarse de algunas escenas imprescindibles. El primer olvido, el ¨¢rea metropolitana. Siempre mir¨¢ndose el ombligo como si la ciudad real acabara en el Cam¨ª de Tr¨¤nsits y haciendo el Consell Metropolit¨¤ de L"Horta chivo expiatorio de incapacidades m¨²ltiples acumuladas desde 1987 sin distinci¨®n de colores. El segundo, el Pa¨ªs, Comunidad o Reino, como Vds. prefieran. El guionista sigue empecinado en no entender que Valencia tiene pendientes los deberes de capitalidad ejercidos desde la colaboraci¨®n, el di¨¢logo y la autoridad moral y que existen otras ciudades en nuestra galaxia que nos miran como si fueramos -y no les falta raz¨®n- el agujero negro. El tercero, que Europa existe y que tener voz y voto en el concierto de las ciudades europeas requiere bastante mas decisi¨®n y consenso que el detectable. Por lo visto, nadie le ha contado lo de la r¨ªa del Nervi¨®n, lo del Llobregat etc... Demasiados olvidos que afectan tambi¨¦n a temas locales: la normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica, el exceso de motorizaci¨®n privada, el desierto cultural (muchos contenedores y pocas ideas), la ramplona innovaci¨®n, la mort¨ªfera autocomplacencia (somos los mejores del mundo mundial), el olvido de los ciudadanos de segunda y de tercera... Malos actores, mal gui¨®n, ?mal p¨²blico? Quiz¨¢ no sea tan malo como parece y a buen seguro se merece en cualquier caso mejor representaci¨®n. Pero, de todos modos, alguien deber¨ªa explicarle que es de mal gusto dejar la ciudad en manos de actores, principales y secundarios, tan poco fiables. Volver a confiar en la derecha es algo ¨¦tica y est¨¦ticamente discutible y de rentabilidad poco recomendable. Por f¨¢cil que se lo pongan los irresponsables que se autoproclaman oposici¨®n. Definitivamente, hoy no es mi d¨ªa. No acabo de encontrarle remedio a tanto desaguisado. Tiraremos el tel¨®n. Por lo menos, hasta ma?ana.
Josep Sorribes es profesor de Econom¨ªa Regional y Urbana de la Universidad de Valencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.