Una muerte tan dulce
Su gran m¨¦rito es mostrar c¨®mo una sociedad civilizada puede ayudar a dar el paso definitivo a quien, por razones f¨ªsicas y morales, ve en la muerte una forma de liberaci¨®n, tomando al mismo tiempo todas las precauciones debidas para asegurarse de que ¨¦sta es una decisi¨®n genuina, tomada en perfecto estado de lucidez, con conocimiento de causa cabal de lo que ella significa. Y procurando aliviar, con ayuda de la ciencia, los traumas y desgarros del tr¨¢nsito. El horror a la muerte est¨¢ profundamente anclado en la cultura occidental, debido sobre todo a la idea cristiana de la trascendencia y del castigo eterno que amenaza al pecador. A diferencia de lo que ocurre en ciertas culturas asi¨¢ticas, impregnadas por el budismo por ejemplo, donde la muerte aparece como una continuaci¨®n de la vida, como una reencarnaci¨®n en la que el ser cambia y se renueva pero no deja nunca de existir, la muerte, en Occidente, significa la p¨¦rdida absoluta de la vida -la ¨²nica vida comprobable y vivible a trav¨¦s del propio yo-, y su sustituci¨®n por una vaga, incierta, inmaterial vida de un alma cuya naturaleza e identidad resultan siempre escurridizas e inapresables para las facultades terrenales del m¨¢s convencido creyente de la trascendencia. Por eso, la decisi¨®n de poner fin a la vida es la m¨¢s grave y tremenda que puede tomar un ser humano. Muchas veces se adopta en un arrebato de irracionalidad, de confusi¨®n o desvar¨ªo, y no es entonces propiamente una elecci¨®n, sino, en cierta forma, un accidente. Pero ¨¦se no es nunca el caso de un enfermo terminal, quien, precisamente por el estado de indefensi¨®n extrema en que se halla y la impotencia f¨ªsica en que su condici¨®n lo ha puesto, tiene tiempo, perspectiva y circunstancias sobradas para decidir con serenidad, sopesando su decisi¨®n, y no de manera irreflexiva. Para esos 130 desdichados que, violando la ley, ayud¨® a morir, el Dr. Jack Kevorkian no fue el ¨¢ngel de la muerte, sino el de la compasi¨®n y la paz.
? Mario Vargas Llosa, 1999. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario El Pa¨ªs, SA, 1999.
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