Saber o no saber
A comienzos del mes de julio, en 1995, las milicias serbobosnias del general Mladic convergieron sobre la poblaci¨®n bosnia de Srebrenica. Pocos d¨ªas despu¨¦s, el enclave de resistencia musulmana era tomado y el nombre de Srebrenica dio la vuelta al mundo como sin¨®nimo de brutalidad. Sin embargo, David Rohde (premio Pulitzer 1996), en su grueso libro Endgame. The Betrayal and Fall of Srebrenica, sugiere que la CIA norteamericana pudo haber sabido con anticipaci¨®n lo que iba a ocurrir. Pocas semanas m¨¢s tarde, las tropas del Ej¨¦rcito croata tomaban al asalto el territorio de la Krajina y expulsaban a todos sus habitantes: cerca de doscientos mil serbios, hombres, mujeres, ni?os y ancianos huyeron con lo puesto en apenas 48 horas. Lo mismo ocurri¨® en Bosnia occidental poco tiempo despu¨¦s. Para este caso no hacen falta demasiados estudios ni materiales clasificados: el Ej¨¦rcito croata hab¨ªa sido profusamente entrenado por asesores occidentales (norteamericanos y alemanes muy en especial) y se sab¨ªa cu¨¢les iban a ser los "da?os colaterales" de la operaci¨®n. De hecho, el mismo d¨ªa (10 de agosto) en que el Consejo de Seguridad de la ONU lanzaba la primera condena contra los abusos croatas en la Krajina, la emisaria del presidente Clinton ante las Naciones Unidas, Madeleine Albright, contraatacaba en ese mismo foro denunciando por primera vez las matanzas cometidas por los serbios en Srebrenica en base a las fotograf¨ªas de supuestas fosas comunes tomadas por aviones esp¨ªa norteamericanos. Una curiosa coincidencia. En cualquier caso, el t¨ªmido debate sobre los pecadillos croatas se desvi¨® a una v¨ªa muerta. Ahora, desde el primer d¨ªa en el que las fuerzas de seguridad serbias comenzaron a expulsar a miles de albanokosovares en direcci¨®n a los pa¨ªses vecinos empez¨® a martillear en los medios de comunicaci¨®n occidentales un molesto dilema: ?Se conoc¨ªan en la OTAN los planes de Belgrado para una limpieza ¨¦tnica a gran escala en Kosovo? Desde luego, en algunos pa¨ªses balc¨¢nicos, como Macedonia y Bulgaria, se hablaba abiertamente de esa posibilidad con bastante antelaci¨®n. La revista b¨²lgara Sega public¨® el 11 de marzo un art¨ªculo muy documentado en el que se llamaba la atenci¨®n sobre los planes serbios para llevar a cabo una limpieza ¨¦tnica total siguiendo el modelo de la practicada por los turcos en el norte de Chipre en 1974 . Ahora, los portavoces oficiales de la Alianza Atl¨¢ntica nos dicen que los bombardeos ten¨ªan como misi¨®n anticiparse a la operaci¨®n que los serbios preparaban y que de cualquier forma pensaban ejecutar. Pero el 7 de abril, The Washington Post public¨® un interesante art¨ªculo firmado por Thomas W. Lippman en el que se desvelaba que el mism¨ªsimo George J. Tenet, actual director de la CIA, argument¨® ante la presidencia norteamericana que los ataques a¨¦reos contra Yugoslavia acelerar¨ªan la campa?a de limpieza ¨¦tnica en Kosovo y desaconsej¨® la operaci¨®n. Las mismas reservas mostraron altos mandos del Pent¨¢gono, como el jefe de la Junta de Estado Mayor, el general Henry Shelton. La decisi¨®n final de llevar a cabo los bombardeos fue tomada por la c¨²pula pol¨ªtica norteamericana y todo parece indicar que Madeleine Albright tuvo un destacado protagonismo. Si se dio un paso adelante tan delicado conociendo cu¨¢les pod¨ªan ser las consecuencias, cabe preguntarse por qu¨¦ no se tomaron algunas medidas preventivas, como por ejemplo, preparar campamentos de acogida para la previsible oleada de refugiados. La r¨¦plica m¨¢s o¨ªda al respecto insiste en que hacer eso hubiera equivalido a una "invitaci¨®n" dirigida a las autoridades de Belgrado para que pusieran en marcha su campa?a de limpieza ¨¦tnica. Sin embargo, a ning¨²n pa¨ªs en v¨ªsperas de entrar en guerra se le puede reprochar, por ejemplo, que deje de construir refugios antia¨¦reos para sus ciudadanos so pretexto de que ello contribuir¨ªa a "invitar" al enemigo a bombardear el pa¨ªs. Raz¨®n de m¨¢s para anticiparse en el caso de una supuesta intervenci¨®n militar humanitaria. En realidad, cabe pensar que la imagen del desastre causado por la pol¨ªtica de Belgrado, y agravada por la supuesta imprevisi¨®n de las potencias occidentales, inflaba enormemente la campa?a demonizadora de Milosevic y contribu¨ªa a cubrir los fallos y da?os colaterales de la intervenci¨®n atlantista sobre Yugoslavia, conjurando, adem¨¢s, cualquier tipo de simpat¨ªas proserbias e incluso la torpeza de la propaganda de guerra desplegada. Dicho de otra manera: ?cu¨¢nto hubieran podido aguantar los pa¨ªses de la OTAN la presi¨®n pol¨ªtica si no se hubiera producido la oleada de limpieza ¨¦tnica, cuando hoy en d¨ªa masas de albaneses desplazados son refugiados cuando salen de Kosovo y "escudos humanos" cuando se quedan dentro? En definitiva: ?estamos ante una pol¨ªtica de prevenci¨®n de los conflictos o bien la OTAN y las potencias occidentales est¨¢n luchando en realidad por y para s¨ª mismas? Sinceramente, m¨¢s bien parece lo segundo. Si es as¨ª, mucho hay que temer que, al menos los norteamericanos, hayan apostado con demasiado riesgo. La maquinaria propagand¨ªstica y medi¨¢tica puede dispersar en el ciberespacio los pecadillos propios cuando el resultado final es bueno. Caso contrario, Cronos devora a sus hijos.
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