Mutaciones
Me atraen los casos de esenciales reconversiones ideol¨®gicas, especialmente los que implican transmigraci¨®n de las almas o incluso transubstanciaci¨®n. Si bien nuestra transici¨®n ha dado para todo un tratado de transfuguismos, poco se ha hablado todav¨ªa de la transmigraci¨®n de las almas, evidente en el caso del se?or Gortazar (bandera roja, es decir, a la izquierda del PCE en su juventud, luego afiliado al PCE tras el encuentro teologal entre Bandera Roja y Carrillo y ahora destacado pepero, flagelo del castrismo y uno de los m¨¢s fieles apologetas de Mas Canosa). Migr¨® el alma guevariana que hab¨ªa descendido sobre Gortazar desde Sierra Maestra y fue sustituida por la de Mas Canosa, que baj¨® a buscarle desde Monte Peregrino, la monta?a sagrada neoliberal. En cambio, el se?or Piqu¨¦ es caso de transubstanciaci¨®n, puesto que viene del PSUC (los entonces llamados comunistas catalanes), y ahora se bate el cobre por el PP tras pasar como un alma en gloria por los aleda?os del pujolismo. Piqu¨¦, descubierto por Borrell como el eslab¨®n d¨¦bil del PP, ha tenido que defenderse de la sospecha de un enriquecimiento poco escrupuloso. Tras su desliz comunista (tan formativo para los hijos de la burgues¨ªa como el excursionismo a lo Baden Powell o el voluntariado en la Salvation Army), descubri¨® que el futuro existe y hay que afrontarlo desde la teolog¨ªa de la seguridad, sobre todo en estos tiempos en que el neoliberalismo crea neopobrezas. Quien a los veinte a?os no era pobre y rojo no ten¨ªa coraz¨®n; pero quien a los cuarenta sigue siendo pobre y rojo es un gilipollas, carne de banquete can¨ªbal neoliberal.
Borrell no lo entiende, pero Piqu¨¦, que fue comunista y hoy es neoliberal, merece un m¨¢ster en transubstanciaci¨®n en la tierra y sentarse en el cielo, por lo menos, a la diestra del presidente del Banco Pontificio.
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