Escoba de oro
MANUEL TALENS Hay un despacho en Valencia cuya lucecita nunca se apaga. En ¨¦l trabaja Rita Barber¨¢, que acaba de escribir una carta a sus conciudadanos para recordarles su estima (pura formalidad institucional, nada que ver con el voto inminente). Yo recib¨ª la m¨ªa el martes pasado y voy a guardarla como un tesoro, junto al aut¨®grafo de Roci¨ªto, la bendici¨®n papal de Juan XXIII y el rosario de mi madre. Es una carta entra?able, pues nos trata de "queridos vecinos", lo cual perfuma el mensaje con un aire de familia: pone en nuestro conocimiento que el a?o pasado ella y nosotros, nosotros y ella -que tanto monta- conseguimos ganar dos de los premios a la pulcritud m¨¢s codiciados de la cristiandad: ?la Escoba de Oro y El Barrendero Ecol¨®gico! Y acompa?a la misiva con un folleto a color en el que se ven camioncitos de basura, papeleras, contenedores y la foto de un especialista, que es como ahora se llaman los funcionarios de camisa anaranjada que andan por las aceras con el escob¨®n. ?Y qu¨¦ importancia tiene si, en el calor de la escritura, a mi Rita se le ha escapado una falta de ortograf¨ªa y escribe res¨ªduos, as¨ª, con tilde en la i? Ella sabe bien que las gram¨¢ticas son memeces en estos tiempos audiovisuales y, adem¨¢s, no me extra?ar¨ªa que estuviese compensando la ausencia de acentos en valenciano heredada del ¨ªnclito Xavier Casp, pues ser primera dama de una ciudad biling¨¹e es un trabajo salom¨®nico, una cuesti¨®n de equilibrio democr¨¢tico: quitamos un acento de aqu¨ª y lo ponemos all¨¢, y as¨ª tenemos paz en esta Valencia que el a?o pasado, es cierto, no logr¨® la capitalidad de la cultura (?conspiraci¨®n judeomas¨®nica?, ?envidia por las abundantes bebidas y los ricos canap¨¦s que aqu¨ª servimos -gratis- en llamativos simposios?), pero supo compensar tal injusticia con esta espl¨¦ndida escoba de oro. "Cada d¨ªa resulta m¨¢s agradable pasear por las calles de Valencia, una ciudad limpia, que est¨¢ camino de ser una de las ciudades m¨¢s limpias de Europa", contin¨²a el folleto, pues ante los derrotistas de siempre, empe?ados en acusar de mentirosa a una dirigente como ella, que s¨®lo busca el bien com¨²n, es preciso resistir d¨ªa a d¨ªa con el no pasar¨¢n de las peque?as verdades indiscutibles: "Espa?a va bien" o "Valencia, tu casa limpia", por ejemplo. Pero debo darme prisa y concluir este art¨ªculo, ya que hoy estar¨¦ muy ocupado: primero he de ir al Corte Ingl¨¦s a encargar una mascarilla antig¨¢s para no atufarme oliendo a cloaca en mis paseos matutinos. Me tomar¨¢ varias horas, ya que habr¨¦ de sortear los diferentes papeles, colillas, zanjas, gargajos, barreras y excrementos de perro que, cual minas antipersona, se interpondr¨¢n en mi recorrido. Luego, al atardecer, me acercar¨¦ a uno de los pasillos de La Fe -no hay camas disponibles-, donde yace una allegada m¨ªa tras haberse partido el f¨¦mur del resbal¨®n que peg¨® al pisar una fenomenal mierda en Ruzafa. Son accidentes que ocurren incluso en ciudades como Ginebra o Berl¨ªn, asimismo importantes en el concierto europeo, aunque menos pulcras que ¨¦sta: la prueba es que no tienen premio. Por fin, despu¨¦s de cenar y de ver T¨®mbola en el Canal 9 (cultura obliga), si hay luna llena mirar¨¦ por la ventana. Dicen que a medianoche por el cielo pasa volando un corcel de oro con jinete vestido de rojo, camino del Ayuntamiento.
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