El terreno dificulta levantar el campo espa?ol
ENVIADO ESPECIALHamallaj es un pueblo destartalado del sur de Albania en el que hay m¨¢s b¨²nkeres estalinistas que casas de vecinos. Detr¨¢s, tras cruzar una carretera bacheada, crece un barrizal de varias hect¨¢reas. All¨ª es donde el Gobierno alban¨¦s y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) han decidido ubicar a 40.000 albanokosovares expulsados de sus casas por el r¨¦gimen de Belgrado.
Sesenta y cuatro soldados del cuerpo de ingenieros del Ej¨¦rcito espa?ol iniciaron ayer sus trabajos sobre la parcela asignada. Son 15 hect¨¢reas de suelo arcilloso y empapado. El teniente coronel Juan Antonio Sordo, jefe del grupo encargado en convertir el patatal en un campamento de refugiados, es el m¨¢s realista: "No me atrevo a dar fechas, pero no creo que est¨¦ preparado para recibir a los primeros 500 deportados antes de un mes".
El ritmo de acondicionamiento de los nuevos campos del sur no coincide con las urgencias del Gobierno de Tirana, que ha dado la orden de desalojar de Kukes a todos los deportados, unas 80.000 personas. Estos albanokosovares, fustigados por la limpeza ¨¦tnica, ahora corren el riesgo de transformarse en fichas de parch¨ªs en permanente movimiento. Las prisas de Tirana, azuzada por la OTAN, que desea tener la frontera norte libre de civiles antes de que los helic¨®pteros Apache inicien sus misiones en Kosovo, colisionan con la tozuda realidad.
El Gobierno espa?ol, a trav¨¦s de Defensa, promete milagros en ocho o 10 d¨ªas; los t¨¦cnicos piden un mes. "Tenemos que poner a todos a trabajar, si no esto no avanza", exclam¨® ayer un oficial, desesperado por la lentitud de la m¨¢quina. El teniente coronel Sordo tiene claro el ritmo: "Primero tenemos que alisar la parcela, drenar el terreno, reasegurar las salidas de agua y colocar decenas de miles de kilos de grava. Eso, si se quiere hacer bien, se toma su tiempo". "Lo que no podemos es empezar a meter refugiados para hacernos todos la foto y no tener terminado el campamento", interviene con sinceridad un capit¨¢n.
Falta de ideas
Los estadounidenses, vecinos del destacamento espa?ol, tampoco avanzan con demasiada rapidez, y los n¨®rdicos, que est¨¢n m¨¢s cerca del mar, ni siquiera han comenzado a operar. Una pareja de funcionarios del ACNUR, cuaderno en mano, se pasean entre el barro, formulando preguntas sobre un futuro (muy lejano) reparto de los alimentos. No es el caos de Kukes, pero tampoco parece que en el sur de Albania, lejos de la guerra, las ideas fluyan con m¨¢s inteligencia.Lo que todo el mundo coincide es que s¨®lo los militares est¨¢n capacitados, por sus medios, para levantar un campo de refugiados en un tiempo r¨¦cord. El Ej¨¦rcito italiano ha logrado poner en marcha dos en el norte en menos de 48 horas. Con ellos, el Gobierno de Italia no escatim¨® medios e imaginaci¨®n. Hubo turnos de 24 horas y los ministerios correspondientes aprobaron un plan por el que los voluntarios destinados a Albania cobran su salario estatal ¨ªntegro. A Laura Barroeta, m¨¦dica del Insalud, que trabaja con la ONG M¨¦dicos Sin Fronteras, en cambio, se le escatiman parte de sus pagas, vacaciones y antig¨¹edad.
La obsesi¨®n de Tirana y de la OTAN con limpiar Kukes de refugiados puede tener mucho que ver con los Apaches. Ayer arribaron a la capital albanesa otros siete aparatos. Faltan a¨²n ocho para alcazar los 24. Estos helic¨®pteros estar¨¢n en condiciones de entrar en combate la pr¨®xima semana.
La OTAN sabe que la r¨¦plica serbia puede darse en Kukes, a cinco kil¨®metros en l¨ªnea recta de las bater¨ªas yugoslavas al otro lado de la frontera. Un riesgo que nadie desea correr y menos a¨²n tras el tr¨¢gico error de la caravana de Jakova.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.